Jueves, 25 de Abril de 2024
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Nos ponemos al frente de la revolución de la Industria 4.0

Salvador Puigdengolas, Decano en Colegio Profesional de Ingenieros Industriales C.V.

Dentro del proceso de transformación digital que han de acometer las empresas y nuestra sociedad, entre los agentes que intervenimos en la evolución de la digitalización nos encontramos, con una formación multi e interdisciplinar, las/os ingenie-ras/os superiores industriales.

Agentes que, por nuestra capacitación, conocimiento y habilitación profesional, somos capaces, no solo de conocer los ‘drivers’ que intervienen en la revolución digital, sino que disponemos de competencias digitales y conocimiento en herramientas que permiten reducir toda incertidumbre propia de un ecosistema multisectorial, de demanda heterogénea, discontinua y de carácter inmediato, que requiere un manejo de una cantidad ingente de información, adquirida a través de los numerosos canales de comunicación digitales existentes.

Información que demanda, para que sea útil y permita dar respuesta a los clientes/usuarios/administrados digitales, de un manejo de datos que han de ser procesados, tratados y explotados con el fin de dirigir acciones y focalizar actuaciones hacia un objetivo, el de la mejora de eficiencia.

Nos encontramos en un cambio de época y no en una época de cambio, como bien indicaba nuestro compañero ingeniero superior industrial, Sergio Gordillo (Improven). Revolución digital que nos ofrecerá beneficios, tanto cuantitativos –a nivel de cuenta de resultados económicos gracias a la mejora de la cifra de negocios y la optimización de costes–, como cualitativos, ya que pueden servir para la mejora de la calidad y estabilidad en el empleo y el consiguiente bienestar laboral de los empleados.

Algunas cifras y nuestra realidad
En un informe titulado “España 4.0 El reto de la transformación digital de la economía”, elaborado por Roland Berger S.A., en mayo de 2016, se venía a estimar que, a nivel macroeconómico, la digitalización podría implicar un incremento de 120.000 millones de euros sobre el Valor Añadido Bruto (VAB) en 2025 en los sectores analizados en dicho informe:

A saber: energía, farmacéutico y salud, servicios financieros, telecomunicaciones e internet, turismo, transporte, infraestructura e industria. La mitad del sector industrial confiaba en una creación neta de empleo. Ese impacto económico, otros estudios lo cifran en hasta 150.000 millones de euros, derivados de los más que necesarios cambios en los procesos de aceleración de la productividad y mejora de la logística del transporte.

Cambio de época en la que tenemos que tener en cuenta los diferentes inputs que nos llegan, para que no perdamos el tren de esta revolución. Un informe de julio de 2017 sobre evolución digital, publicado y realizado por The Fletcher School de la Tufts University de Boston (EEUU), titulado “Digital Planet 2017. How competitiveness and trust in digital economies vary across the world”, venía a situar al Estado español, en comparación con otros 60 países, en una zona denominada ‘Watch Out’, es decir, de bajo estado de digitalización y bajo impulso, con desafíos significativos en el campo de la digitalización.

Ese informe nos ubicaba casi en un vértice de cuatro zonas definidas, las otras tres, como ‘Stand Out’ o altamente avanzados digitalmente; ‘Stall Out’ o que disfrutan de un alto nivel de avance digital, pero se ve que están pasando por un momento de desaceleración; y ‘Break Out’ o de baja puntuación en sus actuales estados de digitalización, pero que están evolucionando rápidamente.

Fortalezas y debilidades
Situación en el vértice que, para no perder ese tren o salto disruptivo de la economía global, nos ha de llevar a tomar acciones que, tal como indicaba recientemente el ministro Álvaro Nadal en una visita a València, consisten en potenciar la formación impartida en nuestras más que buenas universidades, como la Universitat Politècnica de València, pudiendo añadirse, a ese comentario, que también hay que potenciar la excelente labor de profesionales del sector entre los que se encuentran, como claro ejemplo en la Comunitat Valenciana y a través de las empresas de servicios en las que trabajan, los ingenieros superiores industriales.

Si bien es cierto que muchos de nosotros no somos nativos digitales, sí que, con un sentido darwinista, hemos sabido adaptarnos al entorno y al sector de los operadores tecnológicos con ejemplos más que claros e identificables dentro del ecosistema de transformación digital.

Pero no hemos de perder de vista nuestras debilidades, que el ministro centraba, principalmente, en una impuesta cautela crediticia que, desde Bruselas, limita la financiación bancaria de proyectos como los de transformación digital.

Hándicap que no debe ser insalvable si todos juntos –universidades, empresas, administraciones y profesionales–, empezamos a colaborar para construir oportunidades y servicios digitales a través de ‘hubs’ tecnológicos y redes de comunicación, con escalabilidad, largo alcance, conectividad bidireccional y muy alta capacidad, pero sin olvidarnos de los sistemas de protección de las mismas, la ciberseguridad, puesto que la confianza online será un factor determinante para el buen fin de los proyectos de transformación digital.

‘Hubs’ y redes que deben estar diseñadas para abarcar el máximo número de dispositivos y establecer comunicaciones bidireccionales con todo tipo de periféricos, con proyectos que llegarán a ser una realidad, como los vehículos autónomos, intervenciones quirúrgicas a distancia, procesos de fabricación continua trabajando en red, factorías interconectadas, realidad virtual, visión artificial y las ciudades inteligentes, entre otros muchos que aún están por definir.

Y es ahí en donde la extensión de la fibra óptica al 100 % de municipios para el 2021, según indicó el ministro Álvaro Nadal, con acceso a 300 megas simétricas, así como la primera subasta prevista para junio de 2018 de la quinta generación de tecnologías de telefonía móvil -5G-, nos ha de permitir abordar este gran reto que debe suponer una transformación de nuestra industria, nuestra economía y nuestra sociedad, poniéndonos al frente de esta revolución de la Industria 4.0 o de la transformación digital.

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