Martes, 16 de Abril de 2024
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La primera quincena de diciembre culmina la reestructuración financiera de Obinesa (antes Lubasa), que cambiará su nombre

La primera quincena de diciembre culmina la reestructuración financiera de Obinesa (antes Lubasa), que cambiará su nombre

En la primera quincena de diciembre (desde luego antes de acabar el año), está prevista la última ronda de firmas ante notario para cerrar la re-estructuración financiera del grupo empresarial Obinesa -antiguo Grupo Lubasa-, incluyendo los pasivos de la sociedad holding y de todas las filiales. Esto supondrá para el grupo societario afrontar el ejercicio de 2018 con unas deudas consolidadas de apenas 60 millones de euros, tras haber aceptado los principales bancos acreedores (Santander, BBVA, Popular y Bankinter), una quita conjunta próxima a los 360 millones de euros.

Esa firma ante notario, prevista en principio para la semana que empieza el lunes 11 de diciembre, supondrá un antes y un después en la historia del que llegó a ser en sus mejores momentos uno de los tres principales grupos empresariales de Castellón, donde entraban empresas de construccción y obra civil como Becsa y Durantia, la azulejera Cerámicas Saloni, canteras, una cementera, aparcamientos públicos, concesionarias de automóviles, empresas medioambienales, etc.

Durante estos más de seis meses de 2017 que ha durado todo el proceso de negociaciones, no solo se ha alcanzado un acuerdo con la banca acreedora. También se han cerrado las negociaciones para vender la división de aparcamientos, una de las piezas relevantes del negocio consolidado de Obinesa, y parece bastante probable que en breve se vendan también las concesiones automovilísticas (Mercedes, Honda, Toyota, Saab y Opel) a una sociedad controlada por uno de los miembros de la familia Lubasa.

Centeno, Rodero y Martínez

Dos han sido los elementos decisivos en esa compleja y difícil operación financiera. En primer lugar, la toma de control antes del pasado verano sobre el 55% del capital del grupo Obinesa por parte de Atitlan, sociedad controlada por Roberto Centeno y Aritza Rodero, una de las parejas inversoras más dinámicas del panorama empresarial de la Comunidad Valenciana. La inversión realizada para esta toma de control fue ligeramente superior a los 60 millones de euros.

El segundo elemento clave de la operación han sido los buenos oficios desarrollados como director general del grupo Obinesa por José María Martínez, anterior director responsable de Banca de Empresas y Negocios de Bankia en la Comunidad Valenciana y Murcia, fichado para el cargo a primeros de 2017 tras su salida por voluntad propia de la entidad financiera y hombre de plena confianza de Centeno y Rodero. Ha sido él, hoy ya accionista también de Obinesa, quien ha llevado la parte ejecutiva en el día a día de las negociaciones para alcanzar el éxito en esta reestructuración financiera. En su favor ha jugado, obviamente, su profundo conocimiento del negocio bancario y el reconocimiento que de su trayectoria se hace en el sector financiero.

Del cielo al infierno, y vuelta a empezar

El grupo Obinesa consolidado, que en los momentos de mayor pujanza (2008), llegó a realizar ventas por encima de los 1.200 millones de euros, en 2014, el de peores resultados, no llegó a los 300 millones en ventas. Este año 2017 cerrará con una facturación neta por encima de los 320 millones de euros y ya con un resultado positivo por encima de los 25 millones de euros antes de intereses, amortizaciones e impuestos (Ebitda).

Además, con la drástica reducción lograda en la carga financiera, solo aplicando medidas de racionalización de costes, en las cuantas de 2018 el Ebitda previsto superará los 40 millones de euros. Paralelamente a todo esto, la situación de Tesorería y Caja del grupo Obinesa ha mejorado en los últimos 12 meses y mejorará mucho más en el futuro inmediato.

Las prioridades de la nueva etapa que aborda la entidad en estos momentos pasan por definir las actividades «core» para el grupo, las de carácter secundarias y las que son perfectamente prescindibles, de forma que esté claro para todos los directivos de la organización dónde hay que poner foco, además de proceder a segregar aquellas actividades que se consideren «prescindibles».

Ese proceso de reordenación de líneas de negocio permitirá actuar de forma sustantiva sobre costes e ineficiencias, lo que redundará en mejoras de resultados y tesorería. En tercer lugar, una vez establecidas las líneas prioritarias, habrá que abordar los correspondientes planes de acción comercial, con fijación de los objetivos que correspondan al actual momento alcista para muchas de las actividades del grupo.

En tal sentido y dentro de todo este proceso de cambios que se adivinan de forma inmediata en el horizonte del grupo, parece bastante probable que los nuevos propietarios de la compañía, claramente reforzados por el éxito logrado en la reestructuración financiera, procedan a rebautizar al grupo, abandonando la denominación de Obinesa, toda vez que está asociada a una larga travesía por el desierto.

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