El restaurante Mesón El Granaíno continúa la tradición de las grandes barras alicantinas, donde luce un gran producto tratado con la delicadeza de quien realiza una obra de arte. Odón Martínez es su patrón y como sucesor –es la tercera generación de la casa-, puede decir con orgullo “yo entré en mi casa como camarero”, una cuestión fundamental si se desea conocer un negocio desde la base.

Fue su abuelo, Ramón Martínez, quién abrió el mesón en 1964, y junto a sus hijos, Pedro, Ramón y Loli, lo situaron entre los mejores de la ciudad, que vivía con inusitada viveza el boom industrial de los 60.

Odón es hijo de Pedro. Se formó en el CdT de Alicante, y pasó por las cocinas del Celler de Can Roca (Gerona) y Las Rejas (Las Pedroñeras, Cuenca). Ha dado ponencias en Madrid Fusión, Alicante Gastronómica o en Lo Mejor de la Gastronomía. Sentados en la barra o acomodados en una las mesas del establecimiento, la lista de apetecibles es tan larga como la propia carta.

El género siempre es de alta calidad. En el apartado de pescados y mariscos, la lonja de Santa Pola es su principal mercado. En la carta encontramos platos de cuchara: callos con garbanzos, cocido con pata de ternera, manitas al pimentón y, por supuesto, rabo de toro.

No faltan las gambas, cigalas u ostras. Los arroces también son especialidad: meloso con rape y gamba roja; meloso con sepia y gambas; y, por descontado, el arroz con costra.

La oferta de pescados no se queda atrás: lomos de salmonete con verduras, rodaballo a la parrilla con setas y tacos de rape con gambas al ajillo. De las carnes destacamos las chuletas de cabrito al romero y el entrecot Angus. Buena bodega con grandes etiquetas.