Jueves, 25 de Abril de 2024
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Situación de la inversión privada

Gestor de Patrimonios. Qrenta, Agencia de Valores, S.A., empresa asociada de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF)

2015-marzo-OPI-FEBFEn la opción de dejar todo en manos del Estado, no existe el derecho a elegir ni la posibilidad de solicitar la devolución del capital si no nos gusta el destino para el que han empleado nuestro dinero. Está claro que, en la situación actual, la generación de empleo es crucial para nuestra economía, y nuestro capital desempeña un papel fundamental.

Dejemos de poner nuestra suerte, la de nuestras familias, amigos, vecinos; en suma, de la sociedad, en manos de los distintos gobiernos con planes a cuatro años (o menos), y apostemos decididamente por nosotros, definiendo el modelo de Estado que queremos, tanto para la nuestra, como, aún más importante, para las futuras generaciones. El momento actual es propicio para contribuir de manera directa a generar recursos para nuestra sociedad.

Aunque cuesta eliminar de la conversación en finanzas a uno de los grandes parámetros en los que nos fijamos para saber si la rentabilidad obtenida por la inversión ha sido o no buena –la inflación–, pues si resulta superior el retorno de la inversión tenemos pérdida de capacidad adquisitiva, con los tipos de interés del Tesoro Público en negativo y sin inflación, la oportunidad para el ahorro es única.

No debemos destinarlo a impulsar el crédito y con ello el negocio de los mismos para el resultado ya conocido y vivido, sino que debemos poner nuestro dinero a producir. Los préstamos es dinero que se va y tenemos que conseguir que nuestro dinero produzca más dinero.

Destinarlo a invertir en nuestro tejido empresarial dotará al mismo de más recursos, que se transformará, entre otros, en más empleos y más sueldos a pagar.

Eso sí es un círculo virtuoso y solo depende de nosotros. Hago mías las palabras que leí en una columna firmada por Fernando del Pino Calvo en “Expansión”, que concluía con la siguiente frase: “Me pregunto si también habremos perdido la necesaria capacidad de sacrificio y la voluntad de responsabilizarnos de nuestras propias vidas“.

Sirvan a modo de ejemplo los datos facilitados por Telefónica al respecto de su aceleradora, que ha impulsado a 500 empresas (startups), que han generado 5.000 empleos. Por este motivo, no resultan extrañas las afirmaciones como las realizadas por Erich Schmidt, presidente de Google, al señalar que “el 75 % de los nuevos empleos en España van a venir de la mano de las startups. El futuro de este país pasa por la mano del conocimiento y para eso necesitamos un espacio para la innovación”.

El momento de invertir en empresas privadas
Este periodo de crisis ha propiciado que inversores y empresas se encuentren sin intermediarios de por medio y esto ha contribuido directamente a que haya más información y formación al respecto de la inversión privada. Seguro que en su entorno tendrán a algún emprendedor o empresario. Les invito a que les pregunten si han obtenido financiación privada para su empresa, en qué fase de desarrollo del proyecto la han logrado y qué han conseguido con ello.

Si además se dan una vuelta por las redes sociales, observarán que muchos de los empresarios son hoy mentores de emprendedores y que, a su vez, muchos de estos hacen propio el modelo una vez han conseguido desarrollar su idea y convertirla en empresa. La transferencia de conocimientos es la base para el cambio de modelo. Como he señalado antes, este momento es único, si bien la ascendencia de la inversión en las empresas aún no está en los niveles que debiera ni en términos de PIB.

¿No es preferible que cada uno de nosotros decidamos en qué empresa o empresas invertir? De este modo, los posibles beneficios que hayan nos generarán riqueza que podremos reinvertir en otros propósitos y, en términos fiscales, podremos gozar de las deducciones que la inversión privada tiene si se hace en startups o en empresas que cotizan en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB).

Es decir, que al posible rédito financiero le hemos de añadir el fiscal. Eso sí, antes de invertir está el ejercicio obligado de conocer, estudiar y entender la compañía o el conjunto de las mismas a las que decidamos acompañar financieramente.

A colación con lo anterior, cabe señalar la evolución del apetito inversor que se refleja en el siguiente gráfico, donde se muestra la evolución del porcentaje de la población de 18-64 años que ha invertido en negocios de terceras personas en España, durante el periodo 2005-2014:

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Hoy, la inversión privada y colectiva ha alcanzado un nuevo hito en nuestro país. La inversión privada colectiva no es más que la asociación de capitales con el fin de invertirlos conjuntamente en uno o varios empréstitos. Obviamente, si somos más, el capital es mayor y, por lo tanto, podemos invertir en más de una empresa y utilizar diferentes herramientas.

Han hecho falta las redes sociales para entender el funcionamiento de las Sicav de la manera adecuada y no a través de la demagógica sentencia de que se trata de “un vehículo de gestión para los ricos”. Que algunos se sirvan de la mala praxis y otros la consientan, no significa que las Sicav dejen de ser vehículos adecuados para toda tipología de inversores. Decidamos qué papel desempeñar: espectadores o promotores del cambio. ¿Votamos y esperamos o invertimos y avanzamos?

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