Director de Desarrollo de Producto de S2 Grupo 

Hace ya unos años que Gartner acuñó el término de Zero Lantency Enterprise (ZLE) para referirse al concepto de tiempo real aplicado a la gestión empresarial. El objetivo de este modelo es conseguir que la información de valor llegue en el mínimo tiempo posible a las personas que la necesitan.

ZLE implica que la empresa minimiza la latencia de sus operaciones, de forma que los sucesos (eventos) relacionados con cualquier aspecto que afecte a la compañía, desencadenan de inmediato las acciones (respuestas) necesarias por parte de las personas adecuadas. 

En su origen, los sistemas de información funcionaban casi exclusivamente en modo batch. Orientados a la planificación y el análisis mensual, y con muy poca capacidad de interacción entre ellos. Estos sistemas de información no permitían a la dirección ver lo que estaba pasando en su negocio hasta que era demasiado tarde para reaccionar.

Para muchas organizaciones este modelo de funcionamiento aún no ha cambiado demasiado y muchos directivos toman decisiones clave apoyándose en datos que tienen días o semanas. Sin embargo, en una economía global dirigida por la información, donde la competencia actúa a partir de lo que pasa ahora y no por lo que pasó el mes pasado, las cosas han ido cambiando a la fuerza para muchos. 

Transformar la toma de decisiones 

El cambio que esto implica no es trivial: saber qué está pasando justo ahora transforma la dinámica de toma de decisiones y conlleva un cambio en el modelo de gestión. Podemos reaccionar en menos tiempo (en teoría, just-in-time), algo esencial en mercados tan competitivos como los actuales, obteniendo así una clara ventaja competitiva.

Adoptar un modelo de gestión en tiempo real que lleve hacia el funcionamiento de empresa en tiempo real implica, en primer lugar, implantar sistemas de detección, que permitan mediante la vigilancia de los procesos de la organización, la identificación de sucesos (eventos) básicos. 

Hay que tener en cuenta que la información relevante para la gestión no llega exclusivamente de la monitorización interna: ERP, sistemas de producción, sistemas de control, etc. Los cambios en el entorno, la interacción con proveedores, los movimientos del mercado, los movimientos y tendencias sociales, opiniones o ‘trending topics’ en redes o sociales u operaciones de la competencia, son aspectos a monitorizar para tener una capacidad de respuesta ágil y eficaz. 

La monitorización en tiempo real de estos aspectos y procesos, genera un volumen muy importante de información, que debe ser procesada, de nuevo en tiempo real, para sacar conclusiones de valor para el negocio.

Aquí entra en juego el concepto de ‘inteligencia operacional’, que mediante el uso de técnicas de correlación compleja de eventos o CEP («complex event processing») y apoyándose en el conocimiento del negocio de la organización, permite inferir situaciones complejas y decidir qué hacer como respuesta.

La puesta en marcha de estos sistemas aporta, entre otras, las siguientes capacidades: 

> Diagnostico activo. Identificación de problemas a partir de los síntomas, por ejemplo en la gestión de las redes de comunicaciones o el mantenimiento de los sistemas de información. 

> Decisión en tiempo real. Reacción ante eventos con restricciones importantes de tiempo, por ejemplo, en los sistemas de operación en los mercados financieros o los sistemas de ciberseguridad. 

> Análisis predictivo. Predicción de eventos futuros y mitigación proactiva de eventos no deseados; por ejemplo, el recálculo de rutas de reparto por problemas de tráfico. 

> Detección de anomalías. Identificación de tendencias o comportamientos anormales notificando en consecuencia a las personas clave. 

La idea que hay detrás del modelo de gestión por eventos es más antigua que la de la computación en sí misma. Trabajar como reacción a eventos, sea la recepción de un correo postal, el disparo de una alarma de incendios o una llamada de teléfono, es algo natural en nuestra sociedad y nuestra economía. Sin embargo, en los últimos años se ha producido un incremento espectacular en el número de eventos observables, en la necesidad de dar una respuesta a tiempo y en la automatización de la respuesta. 

La automatización de mercados, fábricas, comunicaciones y servicios, así como las capacidades de integración que aporta internet, sus estándares y el uso que de ella hacemos organizaciones y ciudadanos, ha llevado a que eventos que anteriormente no eran accesibles desde los sistemas de información, pasen a estar disponibles como información de partida para los sistemas de gestión en tiempo real. 

Reaccionar ante cualquier evento 

El mundo actual es mucho más dependiente de los sistemas TI de lo que lo ha sido nunca. Todos estamos mucho más interconectados y somos mucho más interdependientes. Los sistemas deben ser capaces de reaccionar ante cualquier evento que se produzca en su entorno, en ocasiones incluso ante cualquier cosa que suceda en el mundo.

Un brote de gripe aviar en un continente requiere que se desencadene una respuesta inmediata en el resto del mundo. Ante muchas situaciones se requieren respuestas casi inmediatas y el impacto de una respuesta inapropiada o tardía puede ser muy impactante, como ocurre en los casos de ciberseguridad o detección del fraude, entre otros. 

Como resultado de estas tendencias se genera la necesidad de nuevos sistemas que sean capaces de procesar cantidades enormes de eventos e información en tiempo real y ser capaces de tomar decisiones complejas de forma automática a partir de la información que analizan.

Las herramientas de procesamiento de ‘big data’ puestas a trabajar en tiempo real en colaboración con sistemas CEP dan lugar a potentes soluciones para alcanzar estos objetivos. 

Resulta evidente que el modelo de gestión en tiempo real no solo es adecuado sino, además, absolutamente necesario en los escenarios a los que ya hoy se enfrentan muchas organizaciones.

En poco tiempo iremos viendo una clara evolución en los modelos de gestión en tiempo real, ya que la sociedad requiere modos más inteligentes para la gestión de la energía, el agua, la salud, la logística o la seguridad, teniendo en cuenta que más inteligente quiere decir con capacidad de reaccionar mejor y más rápido a las condiciones cambiantes del entorno. 

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