En el polo opuesto de la deflación, está la inflación. La primera se produce cuando la oferta de bienes o servicios en una economía es superior a la demanda. En estos casos, comenta Martín, el sector empresarial “se ve obligado a reducir los precios para poder vender la producción y no verse en la obligación de acumular excedentes”.
¿Qué es deflación?
Se trata de una caída de precios en el conjunto de la economía que se prolonga durante varios algún tiempo, al menos dos trimestres. Por esta razón, indica el responsable de la consultoría especializadas en dar soluciones empresariales a las pymes, se excluyen las caídas de precios en sectores concretos o que se produzcan de forma puntual.
En este sentido afirma que este desajuste entre la oferta y la demanda puede venir ocasionada por dos motivos: insuficiencia de la demanda o exceso de la oferta. El impacto de esta discordancia puede verse acentuado por cambios estructurales en la economía mundial que impliquen un incremento de la productividad o de la competencia entre las empresas.
Efectos de la deflación
1-Disminuyen los beneficios empresariales: Al reducirse los precios y, por tanto, los ingresos que las empresas obtienen por sus ventas, se genera una disminución de los beneficios. La razón es que los costes empresariales no suelen descender en la misma medida que la facturación debido a la rigidez a la baja de los salarios y otros costes.
2-Se aplazan las compras: Los consumidores y también los productores posponen sus compras, a la espera de que “los precios estén más bajos todavía”. Como consecuencia las empresas disminuyen también sus inversiones. Esta ‘espiral perversa’ genera reducciones en la demanda de los bienes de consumo y de la inversión, caídas en el empleo, disminuciones en el crecimiento económico y nuevas bajadas en el nivel general de precios.
3-Aumentan las deudas: En la deflación, además, las deudas que las empresas tienen contraídas con los bancos se mantienen constantes, pero al disminuir las ventas disponen de menos recursos para devolver esos créditos. Es decir, las deudas con las entidades aumenta de una manera relativa, “pudiendo crear serios problemas a las empresas deudoras y, por tanto, al sistema financiero”.
No obstante, añade, cuando la deflación es por un periodo de tiempo corto puede tener efectos positivos en el consumo “al generar un efecto riqueza”. Sólo cuando se prolonga en el tiempo tiene consecuencias dañinas, especialmente en economías altamente endeudadas o con alto nivel de desempleo.
¿Qué puede hacer una empresa ante un escenario de deflación?
En los inicios de un ciclo económico, al no saber cuál ser la duración de la bajada de precios, poco puede hacer un empresario “por sí solo ante un escenario económico, hoy, globalizado”. Estar preparado, es importante, para poder actuar en cada momento de la mejor forma. En este sentido, afirma el consultor, conocer las causas de la deflación ”pueden dar al negocio oportunidades interesantes”.
Lógicamente, dependerá de si la actividad de la empresa y su producto es de “primera necesidad”, ya que las ventas no se comportarán del mismo modo.
La principal amenaza, insiste Salvador Martín, es la reducción de ingresos, producida por los bajos precios, por la disminución de ventas o por ambos a la vez. Esto, que tendría que afectar también a los costes de producción, “no lo hace con la misma intensidad, al existir partidas de gastos que son más ‘inelásticas’, como los gastos de personal o los costes financieros”.
Las actuaciones a llevar a cabo en esta dirección, aconseja, estarán encaminadas a mantener una estructura de gastos lo menos rígida posible, de tal modo que si la deflación se mantiene en el tiempo y se hace necesaria la adaptación de los gastos al nuevo nivel de ingresos, se pueda hacer al menor coste posible.
Pero, también, apunta, un escenario de deflación a corto plazo presenta oportunidades para las empresas, ya que una bajada de precios puede hacer que se incremente el consumo y , por tanto, las ventas, “lo que hay que aprovechar para mejorar la productividad empresarial”.