José Trigueros (Asociación Ingenieros de Caminos): "Nos frustra ver que no se aprende de lo ocurrido"
El presidente de la Asociación de Ingenieros de Caminos lamenta la falta de criterios técnicos en la gobernanza del agua y exige acometer las obras hidráulicas necesarias para evitar una tragedia igual que la DANA del 29 de octubre de 2024
El presidente de la Asociación de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y de la Ingeniería Civil (AICCP), José Trigueros.
Las obras hidráulicas han sido «demonizadas» durante muchos años en España. Así lo afirma el presidente de la Asociación de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y de la Ingeniería Civil (AICCP), José Trigueros, quien lamenta que, un año después de la DANA, todavía no se estén acometiendo las actuaciones necesarias para evitar inundaciones similares a las del 29 de octubre de 2024, en las que más de 220 personas perdieron la vida.
En una entrevista concedida a Economía 3, Trigueros asegura que los ingenieros de caminos sienten «una profunda frustración» al comprobar que «no se aprende de lo ocurrido». Además, hace un llamamiento a toda la sociedad civil para que exija a las administraciones públicas la ejecución de las actuaciones anunciadas en materia de gestión del agua.
«Si lloviera lo mismo que llovió, estaríamos en la misma situación»
– Ha pasado un año de la DANA. ¿Estamos en una situación mejor en cuanto a infraestructuras para hacer frente a fenómenos de este tipo?
En cuanto a infraestructuras, se ha arreglado alguna cosa: se han elevado algunos puntos de los barrancos y se han tomado medidas en algunos municipios, como la instalación de barreras móviles para evitar que el agua penetre con tanta intensidad como entonces. En ese aspecto, sí se ha avanzado algo, pero son medidas muy limitadas. Es decir, si ahora mismo cayera o lloviera lo mismo que llovió —Dios no lo quiera— y de la misma forma, prácticamente estaríamos en la misma situación desde el punto de vista de las inundaciones.
No tanto desde el punto de vista de la protección de las personas, aunque el barranco del Poyo, por ejemplo, no cuenta con ninguna medida protectora. Pero, digamos, ahora la gente, cuando se anuncia una previsión como la alerta roja que se comunicó aquella mañana, ya toma medidas que, evidentemente, habrían evitado el arrastre de coches; los vehículos se habrían retirado de los barrancos, la gente se habría protegido y no habría bajado a los sótanos. En fin, desde el punto de vista de la pérdida de vidas humanas, evidentemente, serían menos. Pero, desde luego, en lo que respecta a las inundaciones, la situación sería la misma.
Por eso, muchas veces, desde la Asociación de Ingenieros de Caminos, nos lamentamos de que aquí se estén reconstruyendo cosas que fueron dañadas por las inundaciones —por ejemplo, una depuradora— en el mismo lugar donde estaban. Oiga, si se inundó y el agua alcanzó tres metros de altura, volverá a alcanzar los mismos tres metros si no se toman medidas correctoras en la cabecera de los barrancos o no se ejecutan las obras hidráulicas que estaban previstas.
«Debemos exigir que se cumplan las actuaciones anunciadas»
– Es decir, se han reconstruido infraestructuras, pero no se han tomado medidas reales para prevenir un fenómeno similar.
El propio Ministerio ya anunció una inversión de 470 millones de euros para ejecutar una serie de obras, pero ninguna de ellas se ha implementado. Ni siquiera el desvío de La Saleta, que era el proyecto más avanzado, ha comenzado a construirse. Entonces, claro, tenemos una serie de obras pendientes que, además, no son todas las que desde la Asociación de Ingenieros de Caminos consideramos necesarias, ya que creemos que también hay que actuar sobre los embalses previstos. Y, como sabemos, construir un embalse lleva años, pero si no se inicia, nunca se termina.
Consideramos, además, que ni siquiera las obras que ya estaban planificadas se han puesto en marcha. Ha pasado un año y creemos que todos, desde las asociaciones profesionales hasta la sociedad civil, debemos exigir que se cumplan, al menos, las actuaciones anunciadas como si fueran obras de emergencia.
Según la Ley de Contratos del Estado, estas no serían obras de emergencia en sentido estricto, pero estamos ante una emergencia especial. El propio presidente del Gobierno ha hablado de una emergencia climática como nunca antes. Por tanto, sería necesario añadir un anejo en la Ley de Contratos del Estado que permita tratar estas obras como actuaciones de emergencia climática, de forma similar a las que ya se han contratado bajo esa modalidad y que han dado muy buenos resultados.
Gracias a este procedimiento, casi todas las infraestructuras —la C1, la C2, la C3, el AVE, entre otras— han sido ya repuestas, porque fueron tratadas como obras de emergencia. Por eso, creemos que estas nuevas obras, que son de imperiosa necesidad, deberían estar ya en marcha, muchas de ellas.
Las actuaciones que hubieran salvado vidas: el Poyo y la Saleta
– Hace unos días, usted comentaba que, durante muchos años, se han «demonizado» las obras hidráulicas en España. ¿Fue ese uno de los principales problemas el 29 de octubre de 2024?
Está clarísimo si hablamos de la previsión que había en el año 2001 y cómo ha ido descendiendo con el tiempo. En ese año, el Plan Hidrológico Nacional preveía en esta zona la construcción de 11 presas y nueve encauzamientos. Ojo, contaban con un estudio de impacto ambiental favorable y estaban financiadas por Bruselas.
Ya en el año 2005, en la previsión de avenidas del Júcar, quedaban únicamente cuatro presas y dos embalses.
Posteriormente, en el año 2022, solo aparece la presa de Montesa y algunas actuaciones de reparación en otras presas.
Pero lo más importante —y lo que no se ha hecho— son las actuaciones que hubieran salvado muchas vidas y bienes, como el desvío del barranco del Poyo y el de la Saleta. Esos dos barrancos habrían evitado gran parte de los daños humanos y materiales. Y, por supuesto, la presa de Cheste habría permitido retrasar las avenidas, del mismo modo que ha ocurrido en la parte alta del Turia. En esa zona, gracias a los embalses de Benagéber, Loriguilla y Buseo, no se vertió agua, ya que las presas la retuvieron por completo. Lo mismo sucedió con la presa de Forata, en el río Magro, que logró retener la mitad del caudal, ganando así cuatro horas para poder avisar a la población.
De hecho, prácticamente todas las víctimas se concentraron en la rambla del Poyo, en la zona de Chiva y sus alrededores. Allí, al no existir ninguna obra hidráulica de prevención de avenidas, el torrente llegó de forma inesperada y devastadora. Muchas personas bajaron a recoger sus coches o a los sótanos y no pudieron salir, porque el agua las alcanzó de repente.
Desde el punto de vista hidráulico, no se ha tomado ninguna medida que impida que el agua vuelva a comportarse igual que la vez anterior. Y eso, sinceramente, nos enerva, no solo a mí, sino también a la sociedad y a los ingenieros de caminos, a quienes represento. Nos provoca una profunda frustración ver que no se aprende de lo ocurrido.
«Somos defensores del medio ambiente»
– ¿A qué atribuye esta inacción por parte de la Administración a la hora de atender estas obras hidráulicas que son tan necesarias?
Bueno, hay que recordar que hace apenas tres años estábamos en plena sequía, y nadie podía imaginar que algo así iba a suceder. Por ejemplo, en la presa de Forata nunca se pensó que el agua pudiera llegar a una cota tan alta; si hubiera subido un poco más, el desastre habría sido aún mayor. Nadie pensó que en la rambla del Poyo ocurriría lo que ocurrió.
Es más, en el programa de Compromís se contemplaba eliminar el nuevo cauce del Turia y devolver todo el caudal al antiguo cauce del río. Las obras hidráulicas estaban totalmente demonizadas, tanto por la Administración como, lo que más me duele, aceptado por la propia sociedad. La llamada Ley de la Huerta, por ejemplo, fue aplaudida por una inmensa mayoría. Y ahora, cuando vemos las consecuencias, nos rasgamos las vestiduras.
Tampoco se había prestado atención a la restauración hidrológico-forestal en la cabecera de los barrancos. Es cierto que se hicieron labores de limpieza y se eliminaron pequeños azudes, pero no se actuó en la raíz del problema. Si se producía una lluvia como la que hubo, no había solución posible.
Entonces, ¿por qué no se actuó? Porque, en primer lugar, la sociedad no lo demandaba y los proyectos estaban guardados en un cajón, sin que nadie los reclamara. Muchos ingenieros de caminos llevamos años advirtiéndolo y pidiéndolo, pero, ¿qué quiere que le diga? Estas cosas van por modas. Éramos tildados de «hormigonistas», cuando en realidad somos defensores del medio ambiente.
Yo pondría al mismo nivel la construcción de estas presas o desvíos de barrancos con las restauraciones hidrológico-forestales en las cabeceras.
En fin, son actuaciones muy importantes. Pero ojo, no podemos sustituir estas restauraciones forestales por la eliminación de barreras físicas que ya han demostrado su eficacia. Lo hemos visto claramente en una escala real con los embalses de Benagéber, Buseo y Loriguilla, así como con el de Forata, que han funcionado reteniendo las avenidas. En cambio, en la zona de Chiva, Torrent y Paiporta, donde no existen esas infraestructuras, los resultados fueron completamente distintos.
«La gobernanza del agua está descapitalizada de conocimientos técnicos»
– ¿Desde la instituciones se atiende a criterios técnicos a la hora de abordar las obras hidráulicas? ¿Se escucha lo suficiente a los ingenieros de caminos?
En un aniversario como este, lo que debemos decir claramente es: háganse las obras.
Efectivamente, la gobernanza del agua a nivel nacional está, bajo mi punto de vista, bastante descapitalizada de personas con conocimientos técnicos. Por ejemplo, en la Confederación Hidrográfica del Júcar había un ingeniero de caminos al frente. Sin embargo, en el resto de las nueve confederaciones hidrográficas, solo hay cuatro ingenieros de caminos al frente.
Si subimos un poco más en la escala jerárquica, encontramos que la directora general del Agua tampoco es ingeniera de caminos, el secretario de Estado tiene formación en Derecho, y la ministra es ingeniera química. Es decir, la voz técnica —la de los ingenieros de caminos, que somos quienes hemos estudiado y planificado el agua durante toda nuestra formación— está ausente. En nuestra carrera, las asignaturas de hidráulica y planificación hidrológica son troncales; son el núcleo de lo que hacemos.
Por tanto, si no hay personas con conocimientos técnicos en la toma de decisiones, es lógico que se prioricen otras actuaciones que no siempre son las más adecuadas.
A mí me parece muy bien que en los presupuestos aparezcan partidas destinadas a infraestructuras hidráulicas, pero lo importante no es cuánto se anuncia, sino cuánto se ejecuta realmente. Y, desgraciadamente, esa ejecución ha sido escasa.
No es hoy el día de entrar en una confrontación entre ministerios ni de convertir esto en una reivindicación. Pero, si me pregunta si existen conocimientos técnicos suficientes en la toma de decisiones sobre el agua, lamentablemente debo decir que no.
Laura SanfélixGraduada en Periodismo por la Universitat de València, con un máster en Periodismo Político Internacional y otro en Comunicación y Marketing Político. He desarrollado mi trayectoria profesional en medios como Europa Press, así como en el ámbito de las agencias de comunicación. En la actualidad, escribo sobre información económica y empresarial en la web y la revista de Economía 3.







