Los salarios baten récord en 2024, pero el poder adquisitivo sigue cayendo

Los salarios en España batieron un nuevo récord en 2024. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el salario bruto anual por trabajador se situó en 27.558,68 euros, un 3,8 % más que el año anterior. Esta subida consolida una racha de cuatro años consecutivos de incremento y marca el nivel más alto desde que comenzó la serie histórica, en 2008. A primera vista, podría parecer una buena noticia para los bolsillos de los trabajadores. Pero bajo esa cifra de récord, se esconde una realidad más compleja.

El coste laboral total —la suma de salario más cotizaciones y otros gastos— también alcanzó máximos, con 37.525,40 euros por trabajador. Las cotizaciones sociales obligatorias volvieron a ser el componente más pesado de la factura para las empresas, representando más del 20 % del coste total.

El dato confirma lo que muchos economistas vienen observando: la recuperación salarial en España avanza, pero lo hace en un terreno todavía incierto y lleno de desigualdades.

Al poner la lupa, no es oro todo lo que brilla

Mientras que los datos agregados dibujan un escenario ascendente, la fotografía cambia al poner el foco en el día a día de millones de personas. Porque, a pesar de que el salario medio ha subido más que la inflación —que en 2024 se situó en torno al 2,3 %—, no todos los trabajadores han notado esa mejora en su poder adquisitivo. De hecho, más de seis millones de empleados perdieron capacidad de compra durante el año, según cifras oficiales. La subida salarial media ha superado lo pactado en convenios colectivos, pero no ha sido suficiente para aliviar los efectos persistentes del encarecimiento de la vida.

El mercado laboral español sigue lastrado por brechas estructurales. La diferencia entre sectores es abismal. En un extremo, la hostelería continúa ofreciendo los salarios más bajos, con apenas algo más de 23.000 euros brutos anuales.

En el otro, sectores como el de la energía, con cifras cercanas a los 82.000 euros por trabajador, se mantienen como islas de alta retribución. Tampoco es menor la disparidad geográfica: los trabajadores de Madrid, País Vasco o Navarra reciben, de media, entre 10.000 y 14.000 euros más al año que los de regiones como Extremadura o Canarias.

Los costes laborales aumentan, pero siguen sin cubrirse vacantes

La encuesta del INE confirma también una elevada cobertura de negociación colectiva: el 95,5 % de los centros de trabajo estaban sujetos a convenios colectivos, que protegían a más del 86 % de los trabajadores. Sin embargo, no todos los convenios se cumplieron a rajatabla. Casi un 4 % de los empleados vieron modificadas sus condiciones respecto a lo pactado en sus respectivos acuerdos.

La realidad empresarial tampoco está exenta de contradicciones. Aunque los costes laborales siguen aumentando, el número de vacantes apenas varía. A finales de 2024, cerca de 148.000 puestos de trabajo permanecían sin cubrir, en su mayoría en el sector servicios.

Sin embargo, nueve de cada diez empresas aseguraban no necesitar nuevos trabajadores, lo que sugiere un mercado con una demanda de empleo contenida y con problemas para casar oferta y perfiles disponibles.

Contrastes y desafíos: lo que está por venir

Por otro lado, los expertos advierten que la mejora salarial —aunque positiva— se apoya en una base frágil. Las empresas han absorbido buena parte de ese aumento de costes sin que se haya producido un despegue equivalente de la productividad. A eso se suma el desafío de un nuevo ciclo de negociación colectiva que se abrirá a finales de 2025, y que estará condicionado por los debates sobre la jornada laboral, el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y el impacto de la inteligencia artificial sobre el empleo.

En este escenario de contrastes, los datos muestran que el salario medio crece y que los trabajadores ganan más, sí. Pero también que el coste de vivir —alquileres, alimentación, energía— sigue recortando margen a esas mejoras. Y aunque las cifras agregadas puedan celebrarse, la realidad cotidiana de muchas familias continúa marcada por la incertidumbre. Como si la recuperación económica no terminara de llegar del todo a la calle, a pesar de las cifras récord.