Grupo Clasol y la Cooperativa San Alfonso se integran para crear un grupo hortofrutícola líder. Se trata de una alianza poco usual, ya que, hasta la fecha, según han detallado, no se había dado ninguna integración de una cooperativa en un operador privado. La principal cooperativa citrícola de Castellón la Cooperativa San Alfonso pasa a formar parte del accionariado del Grupo Clasol, que mantiene su sede en Burriana.
Tras la operación, el accionariado se repartirá al 50% entre la familia Claramonte, fundadora en 1962 de la compañía y la Cooperativa San Alfonso. El resultado será un operador líder del sector hortofrutícola con capital 100% valenciano integrado verticalmente de origen a destino (cultivo, procesado, comercialización y transporte) que en cinco años podría llegar a facturar 210,6 millones de euros según el plan de negocio.
El objetivo es hacerse fuerte en un sector, en el que en los últimos años, los fondos de inversión han concentrado la producción, tomando participación y comprando empresas de tamaño más pequeño para crear «gigantes» que llegan a facturar más de 800 millones como es el caso de Citri&Co de la mano de Miura.
Con esta nueva alianza se busca no perder peso y competir en un mercado cada vez más complejo en el que los clientes, principalmente en Europa, pueden dominar hasta el 70% del mercado (en el caso de los cinco principales) y exigen hablar con un único interlocutor para el global de la campaña.
En este sentido, Emilio Balaguer, presidente de la Cooperativa San Alfonso, ha confesado que aunque en los últimos 10 años la cooperativa ha duplicado su volumen, y que es líder citrícola en la Comunitat Valenciana (con una facturación actual de casi 73 millones), «no somos capaces de llegar a las exigencias de los clientes, donde el ritmo de decisiones, inversiones y reconversiones varietales es muy acelerado».
De hecho, asegura que «la baja rentabilidad del campo –donde los costes de producción superan los ingresos–, añadido a estas exigencias y a los limitados recursos de las cooperativas» está haciendo que muchas cooperativas acaben desapareciendo: «Si en 2017 se contabilizaban 36 cooperativas citrícolas en la provincia de Castellón asociadas a Asociex, hoy apenas quedan ocho».
«Con el cierre de cooperativas hay muchos agricultores que se quedan huérfanos para dar salida a sus campañas, a pesar de contar con derechos de la UE para seguir produciendo; por ello les estamos ofreciendo un plan de viabilidad económico alternativo para seguir creciendo, y también para integrarse en los casos en los que no exista relevo generacional o se trate de cooperativas de menor tamaño», ha explicado César Claramonte, CEO de Grupo Clasol.
De momento, están integradas en la cooperativa 800 familias, siendo uno de los socios de la propia San Alfonso, Clasol, la idea es que la cooperativa siga creciendo aunque seguirá manteniendo el 50% del accionariado según la alianza sellada.
El CEO de Grupo Clasol, ha asegurado que “estamos creando un modelo de negocio pionero e independiente para defender los intereses de los pequeños agricultores locales. Nuestra pretensión es ser una plataforma referente para la integración de un proyecto gestionado por agricultores».
El Grupo Clasol –de momento se mantendrá esta denominación– centrará su innovador modelo de negocio en la producción de cítricos y fruta de hueso. Esta nueva entidad (consolida una cifra de negocio de 120 millones de euros) cuenta con cuatro centros de confección distribuidos en el territorio mediterráneo, 2.500 hectáreas de producción, más de 2.000 empleados y será capaz de suministrar los 12 meses del año.
La estrategia comercial se orientará a cadenas de alimentación, fundamentamente internacionales y prevén alcanzar una facturación para la campaña 2023/2024 superior a 120 millones de euros con el suministro a más de 30 países.
Emilio Balaguer, presidente de la Cooperativa San Alfonso, ha afirmado que “las cooperativas quedan en tierra de nadie y deberán seguir reinventándose. Esta integración permitirá afrontar los retos a los que nos enfrentamos: incrementar volúmenes de fruta propia, reconversión varietal e inversión en modernización de almacenes”.
El nuevo grupo empresarial tiene previsto realizar grandes inversiones en sus centros de confección y manipulado –unos 40 millones en los próximos cinco años–, así como en sus cultivos orientados principalmente a los cambios varietales para disponer de los productos con mayor demanda en el mercado a un precio competitivo. «Nuestra intención es equilibrar la fortaleza que hoy tenemos en mandandarina también en naranja, para poder extirar al máximo la campaña. Queremos invertir en las variedades más tardías de naranja y seguir creciendo en fruta de hueso».
César Claramonte ha concluido “tenemos un ambicioso plan de negocio a 5 años que nos permitirá adquirir el tamaño suficiente para suministrar a los clientes en igualdad de condiciones con los grandes grupos hortofrutícolas existentes, formados por fondos de inversión manteniendo su independencia e intereses al servicio de la agricultura».