EINF: esto ya no es un simulacro sostenible

EINF: esto ya no es un simulacro sostenible

Suena la sirena. 31 de julio del 2020. El director financiero corre desesperado por el pasillo de la nave industrial con el EINF en la mano. 86 páginas. Lleva dos meses sin dormir – ¡¡o más!!- destripando el modelo de negocio, repasando los riesgos, inventando las políticas de la empresa respecto a su misión y visión, los resultados de las mismas, ordenando los indicadores clave de los impactos económicos, sociales y medioambientales, dándose cuenta de que la brecha de género es más importante en la compañía de lo que se imaginaba, flipando con el desfase del Plan de Igualdad y lo que más le ha sorprendido: la cantidad de veces que se han pasado por alto las reglas del Compliance que pusieron en marcha hace dos ejercicios.

Al fin lo tenemos” -grita con júbilo- mientras pide al director de Comunicación y RSC -su mejor amigo en los últimos meses por primera vez desde que entró en la empresa hace más de una década- que llame a un taxi: “O viene ya o no llegamos al Registro Mercantil”, sentencia.

Esta escena podría replicarse en su organización dentro de unos meses. La entrada en vigor de la Ley 11/2018, de 28 de diciembre del Gobierno de España, necesaria para adaptar la legislación española a directivas del Parlamento Europeo y del Consejo, dio un sonoro puñetazo encima de todas las mesas de los directores financieros, porque obliga a las empresas a la divulgación del (horriblemente) denominado Estado de Información No Financiera (EINF), junto con las cuentas anuales de toda la vida.


El EINF o su equivalente Memoria de Sostenibilidad es simplemente un documento de primera magnitud sobre la imagen de la empresa.

Las empresas de más de 500 trabajadores o más de 40 millones de facturación tendrían que haber presentado este pasado julio su primer documento. En 2021, también estarán obligadas a hacerlo las compañías de más de 250 trabajadores. Por primera vez en este país, ser sostenible y contarlo con total veracidad y transparencia se ha convertido en obligatorio. La Responsabilidad Social Corporativa ya no es “una moda pasajera” como se decía hace una década. Es un nuevo modelo de gestión empresarial irrenunciable y que genera nuevas oportunidades de negocio – si se aprovecha- en un entramado sostenible como el que se está construyendo en todas las economías del planeta.

La mejor herramienta para redactar un documento sobre el Estado de Información No Financiera es el marco de Memoria de Sostenibilidad según los Estándares de la Global Reporting Initiative (GRI). Además, lo dice la propia norma española. Gracias a este Informe de Sosteniblidad, la ley española pretende que se aumente la divulgación de información sobre los factores sociales y medioambientales que genera la actividad de la empresa, que se identifiquen y controlen los riesgos y, en definitiva, que se aumente la confianza de todos los grupos de interés, los queridísimos stakeholders.

El EINF o su equivalente Memoria de Sostenibilidad es simplemente un documento de primera magnitud sobre la imagen de la empresa. Sin duda, es ahora el más importante, tanto a nivel interno como externo, ya que debe publicarse en la web de la organización para uso público y lo refleja todo, absolutamente todo. Se trata claramente de un nuevo icono de generación de valor reputacional, que además va a estar controlado por nuevos actores de la sostenibilidad como son los reguladores y los inversores, estos últimos deseosos de inversiones socialmente responsables.


Lo que sí está claro es que el pasado irresponsable de nuestra empresa ya nunca más será prescriptor de nuestro futuro comprometido.

Estamos ante un punto de inflexión claro y definido que además aporta una clara diferenciación en el mercado a las empresas. Los criterios sociales, económicos y medioambientales forman un nuevo posicionamiento sostenible de la compañía que es el que debe seducir a partir de ahora a sus grupos de interés. Empiezan las grandes pero las medianas y pequeñas deben, sin dudarlo, copiar estos modelos, aunque no estén obligados por Ley.

Lo deben hacer porque estamos ante un valor añadido vinculado a la RSC totalmente novedoso. Y no se confunda: no se trata de informar tan solo. Se trata de gestionar de una manera nueva siguiendo indicadores exhaustivos y comparables a nivel mundial. De repente, ha aparecido una herramienta de comunicación corporativa de muy alto nivel que ayuda a alinearse obligatoriamente con lo que está ya en el mercado y a diferenciarse de manera clara voluntariamente. La inteligencia artificial será capaz de analizar datos financieros de millones de empresas en milésimas de segundos, pero la empatía emocional que usted genere a través de sus informes repletos de valores y datos de gestión responsable son lo que llegarán a los seres humanos y los que generarán el nuevo valor añadido a sus empresas.

Puede que gestionar el reporte de la sostenibilidad con convencimiento desde el líder de la empresa sea una de las pocas formas que nos quede de escapar de los algoritmos, quién sabe. Lo que sí está claro es que el pasado irresponsable de nuestra empresa ya nunca más será prescriptor de nuestro futuro comprometido. Si usted es el director financiero de su empresa, o el CEO, debe comenzar hoy mismo a imaginar cómo quiere que se vea su empresa cuando se mire al espejito espejito mágico de la sostenibilidad. No hay simulacro. El regulador amenaza con devolverle las cuentas si no reporta su gestión de la sostenibilidad. Esto ya es real. Tiene que llegar a tiempo. Esto ya no es un simulacro.

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