Ingenieros geomáticos reivindican su papel ante la crisis climática
Redacción E3
Pocos podían imaginar a principios de la pasa década, cuando algunos de nuestros vecinos europeos nos clasificaban como PIGS -acrónimo de Portugal, Italia, Grecia y España, que en inglés significa «cerdos»-, que el empuje de la economía española destacaría entre sus vecinos.
Pero así es: en el segundo trimestre de 2025 el PIB avanzó un 0,8 % trimestral y un 3,1 % interanual, lo que abre un diferencial con la zona euro de 7 puntos porcentuales en tasa intertrimestral y 17 en tasa interanual.
El impulso llega, sobre todo, del vigor de la demanda interna y de un mercado laboral que encadena buenos registros, según el último Observatorio Financiero del Consejo General de Economistas (CGE) a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y de distintos organismos, que elevaN el crecimiento de 2024 al 3,5 % (1.594.330 millones de euros a precios corrientes).
La ventaja española frente a la eurozona se entiende mejor mirando a la calle: más contratos, más cotizantes y autónomos sosteniendo el pulso del consumo. Con 2.421.665 personas en paro en septiembre —un 5,97 % menos que un año antes— y 21.697.665 afiliados de media, el mercado laboral ha funcionado como amortiguador y como motor a la vez.
En los negocios se percibe en la rotación y en la confianza, y en los hogares en esa decisión silenciosa de gastar un poco más: el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa lo resumía al señalar que el consumo de los hogares «refleja la solidez del mercado laboral y el aumento del poder adquisitivo».
Incluso el colectivo autónomo, a menudo expuesto a vaivenes, se mantiene en máximos históricos —3.413.292—, un dato que habla de emprendimiento y de capilaridad de la actividad fuera de los grandes polos.
Los precios han dado un respiro en la segunda mitad del verano —caídas mensuales en julio y septiembre y estabilidad en agosto—, al tiempo que el índice armonizado se sitúa en el 3 %, por encima de la media del área del euro.
La foto no es perfecta, pero sí compatible con un avance del poder adquisitivo: si la media anual se estabiliza en el entorno del 2,5–2,6 % y la subyacente ronda el 2,2 % al cierre, los salarios reales preservan terreno y el consumo conserva combustible para la recta final del año.
La tasa de ahorro, que bajó al 12,4 % en el segundo trimestre, sugiere que parte de ese colchón pandémico aún se está transformando en gasto.
El cuadro, no obstante, muestra contrastes que conviene no perder de vista. La inversión extranjera directa cayó un 60,4 % en el primer semestre (8.476 millones frente a 21.407 millones un año antes) en un contexto de aranceles, incertidumbre geopolítica y ralentización europea.
Además, el PMI manufacturero se enfrió a 51,5 en septiembre por el menor pulso de los pedidos del exterior, mientras los servicios aceleraron hasta 54,3 gracias a la demanda nacional.
Los precios se han ido moderando mes a mes (–0,1% en julio, 0 % en agosto, –0,4 % en septiembre), aunque el índice armonizado se sitúa en el 3 %, ocho décimas por encima de la eurozona; aun así, el escenario central apunta a una media anual del 2,5–2,6 % y una subyacente cercana al 2,2 %.
En las cuentas públicas, el déficit encaja con el 3 % previsto y la deuda —1,68 billones, el 102,3 % del PIB— mejora en porcentaje gracias al mayor denominador, con el alivio añadido de una prima de riesgo en torno a 54 puntos básicos tras las mejoras de rating de Moody’s, Fitch y S&P.
Las mejoras de calificación y una prima de riesgo en torno a 54 puntos básicos —muy por debajo de Francia e Italia— abaratan la financiación y alivian el servicio de la deuda.
Ese viento de cola no sustituye a la disciplina fiscal, pero sí compra tiempo para que el crecimiento haga parte del trabajo y rebaje el peso de la deuda sin asfixiar la inversión pública.
La ejecución del último tramo de los Next Generation —56.741 millones resueltos de 79.854 a finales de agosto— será determinante para que la inversión privada encuentre proyectos tractores y la productividad gane enteros más allá del ciclo.
Con un tercer trimestre que apunta a robusto y un final de año algo más moderado, el escenario central del Observatorio eleva la previsión de crecimiento hasta el 3% en 2025.
Si el empleo sigue tirando y la inflación acompaña, España llegará a esa meta con la misma ventaja que lució en el segundo trimestre: más ritmo que sus vecinos, y el mercado laboral como argumento principal.
Borja RamírezGraduado en Periodismo por la Universidad de Valencia, está especializado en actualidad internacional y análisis geopolítico por la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su carrera profesional en las ediciones web de cabeceras como Eldiario.es o El País. Desde junio de 2022 es redactor en la edición digital de Economía 3, donde compagina el análisis económico e internacional.
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