Cinco primeros ministros en dos años: la inestabilidad política amenaza la economía francesa
El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, ha presentado su dimisión este lunes, en un giro inédito que agrava la crisis política y económica que atraviesa el país
El primer ministro de Francia, Sebastián Lecornu. Imagen: Service d'information du Gouvernement.
El primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, ha presentado su dimisión este lunes, apenas unas horas después de anunciar la composición de su nuevo Gobierno y menos de un mes después de haber asumido el cargo tras la renuncia de su predecesor, François Bayrou.
La dimisión de Lecornu coloca a Francia en una situación de gran incertidumbre, al tratarse del quinto primer ministro nombrado por Emmanuel Macron en apenas dos años, en un contexto de marcada inestabilidad política y económica en el país.
La reacción de los mercados no se ha hecho esperar. La Bolsa de París se ha desmarcado este lunes del resto de Europa y ha caído más de un 2% en la primera hora de cotización, en respuesta inmediata a la renuncia del jefe de Gobierno.
La salida de Lecornu agrava la crisis social, económica y política que Francia arrastra desde hace años y deja a Macron en una posición extremadamente delicada. Desde la oposición reclaman al presidente la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones anticipadas, ante la complicada aritmética parlamentaria y la evidente falta de estabilidad política.
¿Cómo se ha llegado hasta aquí?
El pasado mes de julio, François Bayrou, entonces primer ministro, anunció un plan de ajuste presupuestario de 43.800 millones de euros solo para 2026. Dicho plan incluía medidas como la congelación de las pensiones y la reducción del empleo público. «No podemos continuar sin hacer nada», afirmó en su momento.
Bayrou se refería a la delicada situación de las finanzas públicas francesas: la deuda del país cerró el primer semestre del año en 3,4 billones de euros, equivalente al 114% del PIB nacional.
Sin embargo, el plan acabó provocando su caída como primer ministro, tras una moción de confianza que él mismo convocó en septiembre. Bayrou no logró reunir el apoyo suficiente ni del Parlamento ni de la ciudadanía para sacar adelante los recortes propuestos. El rechazo social se hizo evidente con las protestas de Bloquons Tout («Bloqueemos Todo»), un movimiento heterogéneo de oposición a la austeridad que ganó fuerza tras anunciarse las medidas planteadas.
Después de su dimisión, el presidente Emmanuel Macron nombró a Sébastien Lecornu como nuevo jefe de Gobierno, el quinto primer ministro en apenas dos años, después de Élisabeth Borne, Gabriel Attal, Michel Barnier y el propio Bayrou.
Lecornu presentó su nuevo gabinete este pasado domingo, aunque fue duramente criticado por la oposición, que lo calificó de continuista y con demasiadas caras repetidas respecto al equipo anterior. Finalmente, este lunes presentó su dimisión, agravando aún más la sensación de inestabilidad política en el país.
Una economía estancada y endeudada
La dimisión de Lecornu profundiza la inestabilidad política y complica aún más la situación económica del país. La economía francesa se enfrenta una recesión, con un crecimiento proyectado del Producto Interior Bruto (PIB) de apenas 0,6% en 2025, por debajo de la media de la eurozona. Además, la deuda pública supera el 113% del PIB, mientras que el déficit se mantiene por encima del umbral máximo del 3% del PIB establecido por la Unión Europea.
El pronóstico económico de la Comisión Europea para Francia anticipa una fuerte desaceleración de la actividad en 2025, con un crecimiento limitado al 0,6%, lastrado por el ajuste fiscal y la incertidumbre comercial.
Para 2026, el Ejecutivo comunitario prevé un repunte del PIB hasta el 1,3%, impulsado por la recuperación de la inversión y el aumento de los salarios reales, que favorecerán una mayor expansión del consumo privado.
Por otro lado, se estima que el déficit público se reduzca al 5,6% en 2025, aunque volvería a aumentar ligeramente hasta el 5,7% del PIB en 2026. En cuanto a la deuda pública, la Comisión proyecta que se eleve hasta el 118,4% del PIB en 2026, frente al 113% registrado en 2023, debido a la persistencia de un déficit primario importante.
La «hemorragia» de Europa brota en Francia
«Francia se enfrenta a un problema sistémico, atribuible a toda Europa, pero es en Francia donde está brotando la hemorragia», explica Gustavo Martínez, economista, asesor financiero y profesor de finanzas en la Universidad Francisco Marroquín de Madrid. El experto señala que el país sigue un «modelo de gasto público descontrolado, donde los déficits estructurales están erosionando, a través de la inflación y la desaceleración, el futuro de los jóvenes».
Uno de los grandes desafíos reside en la sostenibilidad del sistema de pensiones. La natalidad en descenso y la incorporación cada vez más tardía de los jóvenes al mercado laboral reducen la base de cotizantes. «No hay masa humana que pueda soportar las pensiones», advierte Martínez.
Ante este panorama, sostiene que, para reducir el déficit y evitar que la deuda se vuelva aún más costosa, «no queda más remedio que aplicar un tijeretazo y no seguir alimentando al monstruo». El intento de reforma impulsado por Bayrou ha terminado, sin embargo, en una moción de confianza que le ha costado el cargo. Y, ante la inestabilidad política instalada en el país, la prima de riesgo de la deuda francesa se ha disparado hasta los 82 puntos básicos, superando a la italiana y situando, por primera vez en 15 años, a Francia como el país con la deuda más vulnerable de la eurozona.
Respecto a cómo puede salir Francia de esta encrucijada, Gustavo Martínez se muestra pesimista: «No hay solución a corto plazo; la impondrá el mercado a través de una crisis». A su juicio, el país solo tiene dos opciones: «La irresponsabilidad, que únicamente genera más inflación a futuro, porque es necesario financiar los enormes déficits con deuda; o la responsabilidad, que exige que un primer ministro tenga el valor de reconocer que hay que recortar».
Previsiones pesimistas para la economía francesa
Este nuevo e inédito giro en la crisis política de Francia no augura nada bueno para la economía del país. Este mes de octubre vence el plazo para presentar el proyecto de Presupuestos de 2026, pero la dimisión del primer ministro y la fragmentación de la Asamblea Nacional francesa hacen prever que Francia difícilmente cerrará el año con unas nuevas cuentas aprobadas.
Un reciente informe de Natixis advierte de que la ausencia de presupuestos podría comprometer la trayectoria a medio plazo de unas finanzas públicas ya muy deterioradas. Esto, a su vez, amenazaría la credibilidad fiscal del país y podría llevar a las agencias de calificación a revisar a la baja tanto las previsiones de déficit como los escenarios de deuda de Francia.
Además, la incertidumbre política nunca ha sido un buen augurio para el clima empresarial. De hecho, el centro de estudios francés OFCE señala que el shock de incertidumbre registrado durante el tercer y cuarto trimestres de 2024 provocó una reducción del crecimiento del PIB de 0,1 puntos porcentuales en 2024 y de 0,3 puntos en 2025, con un impacto especialmente negativo sobre la inversión privada.
¿Un contagio a Europa?
Existe una frase comúnmente atribuida al canciller y diplomático austriaco del siglo XIX, Klemens von Metternich: «Cuando París estornuda, Europa se resfría». Esta expresión refleja la enorme influencia política, económica y cultural de Francia sobre el resto de Europa, y cómo cualquier cambio o crisis en París podía tener repercusiones en todo el continente.
Aunque por el momento Europa no ha llegado a «resfriarse», la combinación de una fuerte apuesta por lo social con poblaciones cada vez más envejecidas y otros cambios demográficos plantea un gran reto no solo para Francia, sino para muchos países europeos. Francia es el segundo país con mayor gasto público sobre el PIB de la zona euro, con un 57,1 % en 2024, sólo superado por Finlandia (57,8 %) y casi 12 puntos porcentuales por encima de España (45,4 %).
En este contexto, Gustavo Martínez señala que lo que sucede en Francia «lo vamos a ver extendido por toda Europa y esto es solo el pistoletazo de salida». «Los problemas llegarán y el efecto contagio también», añade.
Por su parte, Judith Arnal, investigadora principal en el Real Instituto Elcano, advierte en su artículo ‘Francia y su imprescindible consolidación fiscal: el fin de las diferencias entre países periféricos y centrales’ sobre la necesidad de adoptar medidas fiscales en Francia «no sólo por su futuro, sino también por el de la zona euro». Según la experta, «la consolidación fiscal francesa constituye un imperativo sistémico para preservar la estabilidad financiera de toda la unión monetaria».
Ahora la decisión recae sobre Macron, quien debe elegir entre nombrar un nuevo primer ministro o convocar elecciones anticipadas para poner fin a una crisis de dimensiones políticas, económicas y sociales.
Laura SanfélixGraduada en Periodismo por la Universitat de València, con un máster en Periodismo Político Internacional y otro en Comunicación y Marketing Político. He desarrollado mi trayectoria profesional en medios como Europa Press, así como en el ámbito de las agencias de comunicación. En la actualidad, escribo sobre información económica y empresarial en la web y la revista de Economía 3.
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Redacción E3








