Las clases medias del milagro polaco buscan casa en los «chollos» de Valencia

Son muchos los factores que analizan en la actualidad los economistas para entender el «milagro» que durante las últimas décadas ha experimentado la economía polaca, y que ha llevado al país del este a prácticamente triplicar su Producto Interior Bruto (PIB) desde su incorporación a la Unión Europea (UE), hace ya 20 años -de los 299.000 millones de dólares en 2004 a los 809.200 millones de dólares el año pasado-. La evolución ha sido espectacular: del trauma inicial que supuso pasar de una economía planificada de corte exsoviético, abriéndose al libre mercado de la mano del Plan Balcerowicz, a superar el 82 % de la media europea del PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo, superando a países como Portugal.
Tanto es así, que las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que previsiblemente Polonia también superará a España entre 2026 o 2027, mientras que a final de la década pisará los talones a Italia en términos de PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo. La situación ha generado muchas derivadas y planteado nuevos horizontes para la economía y unos ciudadanos polacos que acudirán a la segunda vuelta de las urnas el próximo 1 de junio para escoger nuevo Ejecutivo.
Espoleados por esa reciente bonanza económica, los ciudadanos polacos han escogido España como uno de sus destinos preferidos, sumándose así a muchos otros inversores inmobiliarios de países del este de Europa. Tras 35 años de desarrollo industrial y económico estos países, liderados por el mencionado «milagro» polaco, comienzan a tener un número elevado de potenciales compradores de vivienda con alto poder adquisitivo que ven en España el destino perfecto.
España, el destino de los compradores inmobiliarios del este
«Observamos dos tipos de compradores», explica Artur Stabinski, socio director de la inmobiliaria de lujo Coldwell Banker Anteris en Barcelona. «El más habitual tiene entre 45 y 65 años, es empresario o representante de una profesión liberal y, por lo general, ya tiene hijos mayores. El segundo perfil lo dibujan compradores de muy alto poder adquisitivo», explica el polaco. Mientras para el primero lo más habitual es buscar una vivienda de uso esporádico y como inversión a largo plazo en Barcelona o en la costa catalana; para el segundo, su primer destino es Mallorca, la Costa del Sol y también Cataluña o Valencia.
Precisamente Valencia en una de las ciudades que ha registrado una mayor llegada de compradores polacos, en un momento en que la urbe atraviesa, al igual que otras muchas ciudades españoles, un momento de gran tensión en el mercado inmobiliario. Para Olivier Robyn, director de la inmobiliaria Coldwell Banker Excellence en Valencia, «la ciudad cuenta con un gran atractivo para estos compradores debido a que la ven como una zona segura, alejada de conflictos bélicos, y que garantiza el mantenimiento del valor de la inversión. Por esos motivos, en la actualidad es uno de los destinos que despiertan mayor interés para los ciudadanos de Europa del Este, concentrando el 70 % de las operaciones que hacen estas nacionalidades en España».

Olivier Robyn, director de la inmobiliaria Coldwell Banker Excellence Valencia.
La consolidación de Polonia como uno de los motores emergentes de la UE, se ha traducido en la creación una clase media-alta con un alto poder adquisitivo, hábitos cosmopolitas y una fuerte inclinación hacia la movilidad internacional. Como explica Robyn, estos compradores son principalmente parejas jóvenes, en la treintena, que pertenecen a la nueva élite económica polaca: nómadas digitales, profesionales liberales o emprendedores que buscan calidad de vida, estabilidad y oportunidades para formar un hogar. «Buscan servicios compartidos, piscina, club social, restaurantes… Y sobre todo, calidad de vida en un entorno seguro, con buenos colegios y proyección para el futuro», explica el CEO.
Valencia, un «chollo» en comparación con Varsovia
El fenómeno tiene también una explicación económica clara: el precio del metro cuadrado en capitales como Varsovia es significativamente más alto que en Valencia. Según Robyn, mientras que en la capital polaca se paga una media de 4.000 euros por metro cuadrado, en barrios valencianos como el de Ruzafa esa cifra es similar, pero en muchas otras zonas de la ciudad todavía se encuentran propiedades por debajo de ese precio.
«Todavía hay mil euros de margen en muchos barrios, lo que convierte a Valencia en una oportunidad muy atractiva para estos compradores», señala el agente inmobiliario. Este diferencial genera un efecto de «chollo» u «oportunidad» que actúa como un imán. Y si se compara con otras grandes capitales europeas como París —donde el precio del metro cuadrado triplica al de Valencia—, el atractivo es aún más evidente.
Los compradores polacos muestran preferencia por zonas con vida cultural y social activa. Ruzafa, el Cabañal y, más recientemente, Patraix se han convertido en barrios codiciados. También hay un interés creciente por viviendas unifamiliares en las afueras, donde la calidad de vida se combina con espacios amplios y tranquilidad. No obstante, según Robyn, la presión de la demanda está impidiendo que se genere una verdadera estratificación del mercado por zonas.
«No hay suficientes casas para vender. Si tuviéramos una oferta más amplia, sí podríamos segmentar según el perfil del cliente, pero hoy el primero que llega con el dinero, compra», explica. La escasez de stock está acelerando la competencia y tensionando aún más los precios.
¿Hacia dónde va el mercado inmobiliario de Valencia?
Con una demanda internacional en pleno auge y una oferta residencial muy limitada, el futuro del mercado inmobiliario en Valencia está marcado por la incertidumbre. Olivier Robyn advierte que, si bien resulta arriesgado hacer predicciones categóricas, se pueden entrever ciertas tendencias que están comenzando a consolidarse.
«Por un lado, el crecimiento de precios en barrios céntricos y de alta demanda, como Ciutat Vella o Ruzafa, ha alcanzado niveles que podrían considerarse insostenibles a medio plazo. En estos entornos urbanos, donde la presión compradora ha sido especialmente intensa, parece inevitable que se produzca una cierta moderación en los precios. La capacidad adquisitiva local empieza a mostrar señales de agotamiento, y eso podría actuar como freno natural a nuevas subidas», asegura.
Sin embargo, esta desaceleración no significa necesariamente que se vaya a producir un enfriamiento general del mercado. Muy al contrario: mientras el centro empieza a estabilizarse, la periferia de Valencia —especialmente las áreas del segundo anillo metropolitano— está emergiendo como el nuevo foco de crecimiento. «En estas zonas, los precios aún ofrecen recorrido al alza, y la demanda, tanto nacional como extranjera, se orienta cada vez más hacia viviendas unifamiliares con mayores dimensiones, espacios verdes y entornos tranquilos».
A pesar de que algunos profesionales del sector muestran un creciente pesimismo y alertan sobre una posible corrección brusca del mercado, Robyn se muestra más prudente pero optimista. Desde su perspectiva, el escenario más plausible no es el colapso, sino una transición hacia un mercado más segmentado: con una evolución más contenida en las zonas ya saturadas y una expansión continua allí donde todavía hay margen de crecimiento.