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El Bosque impenetrable Bwindi de Uganda, una aventura por la naturaleza salvaje

Publicado a 01/02/2025 19:20 | Actualizado a 08/02/2025 21:59

Quiero centrarme en hablar de este lugar tan especial, sin quitarle importancia a los maravillosos paisajes que tiene Uganda, y sus parques nacionales o áreas de conservación. Vamos a hacer un hipotético viaje para llegar a Bwindi. Desde Kampala salimos hacia el Parque Nacional Murchison, con su impresionante cascada, es el más grande de Uganda y con una fauna preciosa.

Antes de llegar me gusta visitar el santuario de los rinocerontes y, una vez en esta zona, navegar por los orígenes del río Nilo. Algo muy épico porque sólo hablamos de sus últimos 1.300 km. Fue John Hanning Speke quien encontró el nacimiento en el Lago Victoria en 1858.

El Bosque impenetrable Bwindi de Uganda, una aventura por la naturaleza salvaje

Luego bajamos hacia el sur para visitar Kibale National Park, el mayor santuario de primates (13 especies), un precioso recorrido a pie escoltados y rodeados por una exuberante vegetación y la gran variedad de primates. Seguimos y atravesamos las tierras altas plagadas de lagos en los cráteres. Se calcula que hay más de 80, sin perder de vista las impresionantes montañas de Rwenzori. En muchos momentos tienes que detener el vehículo y fotografiar el paisaje porque te embriaga.

Un camino hacia la selva

Y seguimos hasta entrar en Queen Elizabeth Park, enorme, entre dos lagos conectados por un canal natural y sus famosos leones trepadores. La naturaleza es muy sabia, y ante la vegetación tan alta que tiene este parque, sus leones tuvieron que aprender a trepar a los árboles para poder localizar sus presas.

Aquí hay que dormir en Mweya Safari Lodge. Pero, tened en cuenta que hay todo tipo de animales sueltos y salvajes por ahí. Yo he tenido la desagradable sorpresa de tropezar con un hipopótamo para ir a la habitación.

Seguimos bajando hacia un lugar único en África, Bwindi Impenetrable Forest National Park. Su nombre lo dice todo El mayor santuario de gorilas de montaña del mundo, prácticamente la mitad de la población mundial se encuentra aquí, el resto se encuentra principalmente en Ruanda y Congo. Hay cinco puertas de acceso, en cada una de ellas, un número limitado de visitantes entran cada día. No os imaginéis un parque normal, con accesos fáciles, bien conectados y transitables.

Estamos en la más pura y salvaje naturaleza y una puerta con otra se comunica, con pistas a veces intransitables. Una vez dentro del parque, todo se hace andando, es imposible que un vehículo se pueda mover por el bosque cuya maleza hace inviable el desplazamiento.

En busca de la familia de gorilas

El Gobierno se encarga de asignarte una puerta u otra de entrada y el grupo de ocho personas como máximo con el que accederás. Cada uno de ellos sale a buscar una familia de gorilas, que puede tener una composición diferente, incluso a veces se desdoblan. Los grupos vamos acompañados de rangers, militares y guías, todos juntos formamos una comitiva de expedición para adentrarnos por el bosque, siguiendo unos senderos.

Lo primero es intentar averiguar por dónde se puede encontrar esa familia de gorilas que buscamos, porque ellos también se mueven. Están en libertad, salvajes y se rigen por las reglas de la naturaleza. Por tanto, eso determinará la ruta a seguir.

Antes de salir, nos dan un briefing formativo para saber cómo actuar, cuáles son las reglas de comportamiento, cómo debemos actuar cuando nos encontremos con los gorilas, distancias de seguridad, formas de reaccionar, lo que se debe hacer y lo que está prohibido. Imprescindible: buenas botas, pantalones y mangas largas con el fin de evitar rasguños y las hormigas que se acaban metiendo por todas partes. Los gorilas se las comen, nosotros las tenemos que soportar.

A partir de ahí hay un recorrido de tiempo impredecible, hasta que se los encuentras. Lentamente nos acercamos, cogemos posiciones, nos agachamos y empezamos a disfrutar de una escena real de la naturaleza que no tiene parangón. Al mirarles la cara sientes que son humanos atrapados en otro tipo de cuerpo, por sus expresiones y su mirada. Podemos grabarlos, fotografiarlos, ver jugar a las crías, el rol que cada miembro juega en la manada. Se trata de una experiencia que hay que vivir personalmente y Uganda es el lugar ideal.

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