Licenciado en Economía por la Universitat de València, Manuel Rivas Rábago dirige el Equipo de Análisis de Mercados de la Unidad de Economistas de la Dirección General de Energía de la Comisión Europea, institución en la que ha ocupado varios puestos en el ámbito de la energía desde 2004.
Ha sido analista macro del Departamento de Estudios Económicos de Repsol-YPF y en la Comisión de Comercio de la Embajada de España en Washington DC. También ha sido analista de mercados en el Servicio de Promoción del Desarrollo Regional de la Dirección General de Economía de la Conselleria d’Economia de la Generalitat Valenciana.
Reducción de la dependencia de Rusia
– Han pasado más de dos años del inicio de la guerra de Rusia contra Ucrania, un conflicto que demostró la excesiva dependencia energética de la Unión Europea. ¿Qué valoración hace de las medidas adoptadas por la UE para hacer frente a dicha situación?
La valoración es clara: éxito rotundo. Esto no quiere decir que fuera fácil, ni que no se sufriera para conseguirlo, pero hay que entender que nos hemos enfrentado a un problema de una magnitud tremenda. Perdimos un tercio de nuestra oferta, alrededor de 70.000 millones de metros cúbicos de gas ruso el primer año, y al siguiente, perdimos otros 40.000 más. Eso se tuvo que afrontar con medidas a nivel europeo y de los Estados miembros que lograron su cometido de requilibrar el mercado de gas en Europa y devolver los precios a niveles más normales.
Hemos sido capaces de transformar rapidísimamente nuestro portfolio de suministradores, aumentar las importaciones no rusas, reducir nuestro consumo y mantener niveles de reservas altos. Todo esto fue acompañado de un gran número de medidas para mitigar el impacto del aumento de los precios, que subieron hasta cotas sin precedentes en los peores momentos de la crisis y se mantuvieron altos hasta bien entrado el año pasado. Los precios llegaron a más de 300 €/MWh en agosto de 2022. Ahora fluctúan en torno a los 30 €/MWh.
También hay una historia menos feliz. Hemos consumido menos energía porque los precios eran tan altos que resultaban prácticamente inasequibles para ciertos sectores, sobre todo aquellos que proporcionalmente usan más energía. Estos sectores han reducido su producción o han producido más en otras regiones del mundo, y eso es lo que explica una buena parte de nuestro menor consumo de energía que, de momento, no parece recuperarse a pesar de que los precios han vuelto a niveles más razonables.
El uso del gas como «arma política»
– En 2020, el 58% de la energía disponible en la Unión Europea se generaba fuera de los Estados miembros. ¿Ha cambiado mucho esta situación?
Esta cifra varía un poco cada año en función de nuestro consumo total de energía que nos obliga a recurrir en mayor o menor medida a combustibles fósiles que importamos del extranjero. Esto último no va a cambiar y es una razón más para realizar la transición energética. Mientras sigamos en un modelo en el que dependemos de costosos combustibles fósiles importados, Europa va a estar en una situación de desventaja.
Lo que hemos conseguido tras la crisis es cambiar de dónde vienen esos combustibles fósiles que consumimos en Europa. Ahora provienen de suministradores más fiables, como por ejemplo Estados Unidos. El gas ruso ya no supone el 45% de nuestras importaciones, sino tan solo un 15%. Rusia tiene ahora mucho menos margen para usarlo contra nosotros como un arma política.
No obstante, el gas sigue viniendo de fuera. La producción de gas y de petróleo en Europa continúa su lento pero inexorable declive. Ahora mismo producimos un 10% de nuestro gas y esto va a ir a menos.
España, en una buena posición
– Dos años después, unos países han salido mejor de esta situación que otros. ¿Cómo ve la recuperación en Europa después de esta crisis energética?
Hemos encajado el golpe. Ahora toca la recuperación, que no es sencilla. Hay países que están mejor situados para recuperarse que otros.
España es de los países que ha sufrido menos y que está mejor situado para lo que viene. La transición energética está principalmente basada en la producción de renovables y España es un país con un potencial de renovables enorme para la energía solar fotovoltaica y la eólica. España está en una situación muy ventajosa. Además, tenemos un suministro de gas muy diversificado. España era y sigue siendo el país que tiene más plantas de regasificación en Europa.
Cuando tienes una planta de regasificación tienes acceso al mercado global. Es decir, te puede llegar un carguero de muchos lugares, no solamente de productores como Estados Unidos o Catar, sino también comprado a otros consumidores como China o Japón.
España tuvo la ventaja de que su provisión de gas ya estaba muy diversificada antes de la crisis, lo cual generaba menores problemas para abastecerse y muchos menores riesgos de sufrir un desabastecimiento total. Mientras, en el resto de países europeos, además de conseguir atraer a cargueros de gas, se tuvieron que instalar rápidamente nuevas plantas de regasificación, y ampliar y adecuar la red de gaseoductos para transportar el gas que les llegaba por nuevos lugares.
España también tuvo la suerte de que la ‘excepción Ibérica’ estuviera en vigor el verano de 2022 justo antes de que la crisis disparara los precios a niveles nunca antes vistos en Europa (por ejemplo, el gran pico de agosto 2022). Eso nos salvó de una subida aún mayor de los precios la electricidad. Aunque en España nos quejamos, podría haber sido muchísimo más grave. Y, de hecho, lo fue en muchos otros países europeos.
La reforma del mercado eléctrico
– Hace unos meses se aprobó la reforma del mercado eléctrico, ¿qué va a suponer?
Esta reforma tiene muchas aristas. Una las ideas conductoras de la reforma es aprovechar mejor los bajos costes de generación de las renovables. Vamos hacia un nuevo sistema eléctrico que requerirá mucha flexibilidad porque estará basado en generación renovable variable. La transición es un gran cambio tecnológico, puede haber fluctuaciones importantes de los precios y hace falta introducir elementos para asegurar que la inversión en renovables continúe.
La reforma aporta elementos para reducir ese riesgo en la inversión en renovables y facilitar la estabilidad de los precios para los consumidores. Se van a promover, por ejemplo, el uso de contratos privados más estandarizados entre productores y consumidores que sirvan para incentivar el desarrollo de nuevos proyectos y un mejor aprovechamiento de sus bajos costes de producción. El productor-desarrollador se asegura ventas e ingresos y el consumidor obtiene garantías de pagar precios estables y razonables.
También se promoverá la existencia de contratos públicos con retornos que garanticen la recuperación de la inversión en nuevos proyectos pero que, si los precios del mercado generan beneficios superiores a los acordados, permitan recaudar excedentes al Estado para para implementar las políticas que sean necesarias.
Los precios bajos llegarán cuando se vaya completando la transición, pero hasta entonces hay que resolver muchos problemas, entre ellos cómo trasladar el exceso de renovables en momentos en los que la energía es relativamente abundante a los momentos en que hace falta más energía y es más cara (por ejemplo, por la tarde). En el momento que tengamos más almacenamiento y flexibilidad en el sistema eléctrico, los precios se irán igualando en las diferentes horas del día.
Alteraciones en el abastecimiento por los conflictos
– ¿Cómo afecta a Europa la actual situación geopolítica, como la guerra en Ucrania o el conflicto en Gaza, en el ámbito de la energía?
Los conflictos en regiones de productores y/o de tránsito de energía incrementan los riesgos de alterar el abastecimiento normal de la energía que importamos. Estos riesgos se trasladan en forma de precios más altos que, de esta manera, interiorizan la posibilidad de que la energía fuese más escasa.
Europa ahora es muchísimo menos dependiente de Rusia de lo que era antes de la guerra en Ucrania y, por tanto, está menos expuesta al desabastecimiento de combustibles fósiles rusos. Nuestra dependencia del gas y del petróleo de Oriente Medio tampoco es muy significativa y es mucho menor que hace unas décadas. Pero, aunque nosotros no dependamos demasiado de ellos, estamos hablando de productos que se intercambian en los mercados internacionales. Una extensión o empeoramiento de esos conflictos que reduzca la oferta de energía acaba afectando a otros consumidores y elevando el precio para todos.
Llegar los objetivos de eficiencia energética «no será fácil»
– La UE se ha propuesto objetivos muy ambiciosos en la generación de renovables y en la reducción de consumo para antes de 2030. ¿Estamos yendo por el buen camino? ¿Se van a lograr estos objetivos?
Llegar al hito de que la energía renovable suponga más del 40% de la energía final consumida en Europa en 2030 conlleva que más de 2 tercios de nuestra electricidad proceda de fuentes renovables. Si me hubieras preguntado hace unos años, te hubiera dicho que lograrlo es complicado pero que hay que mantenerse optimistas. Hoy te diría que es factible y podemos serlo.
Los datos de 2023 muestran que un 45% de toda nuestra electricidad en Europa proviene de fuentes renovables y que la inversión en nueva capacidad de energía solar y eólica, sobre todo la primera, va como un tiro. Los indicadores preliminares apuntan incluso a que se puede superar el 50% este año. Llegar al 66% en 2030, no va a ser sencillo porque vamos a consumir mucho más a medida que la sociedad se electrifica, pero diría que ahora está a nuestro alcance.
Llegar a cumplir los objetivos de eficiencia energética tampoco será fácil. Va a depender bastante de los ciclos económicos y de la percepción del coste de la energía de los consumidores. En estos momentos, tanto empresas como hogares perciben que la energía es muy cara y están dispuestas a invertir y tomar medidas para mejorar su eficiencia energética.
Es también importante señalar que el modelo de la transición energética es intrínsicamente más eficiente que el modelo actual basado en combustibles fósiles. La electricidad producida con combustibles fósiles supone pérdidas de una gran cantidad de energía cuando se genera. La energía renovable no tiene ese problema pues usa un recurso prácticamente inagotable. Además, la energía renovable se puede generar en multitud de pequeños puntos de producción cerca de donde se consume, o incluso en la misma empresa u hogar, reduciéndose así las pérdidas debidas a su transmisión.
Cooperación entre empresas y ciudadanos
– ¿Qué papel juegan las empresas en la transición energética?
La transición energética verde supone una transformación sustancial de la manera en que usamos y producimos energía en nuestra sociedad. Es tan radical que todos tenemos un papel relevante a jugar en ella. La transición solo se logrará con el esfuerzo y la cooperación entre ciudadanos y empresas, tanto como consumidores o productores de energía, y con el decidido apoyo de las Administraciones. En este contexto de rápida transformación tecnológica, la innovación es fundamental y las empresas van a ser claves por su gran capacidad para innovar e invertir.