El debate acerca de la viabilidad de implementar de la jornada laboral de cuatro día se ha abierto paso durante los últimos años en las direcciones de las empresas europeas. Espoleadas por la digitalización y la experiencia -en buena medida exitosa- del teletrabajo, son diversas las firmas que dentro y fuera de nuestras fronteras han experimentado con esta modalidad.
Utópica, inviable o futurista son algunos de los adjetivos con los que se ha calificado esta medida. Desde Bélgica, donde está reconocida por ley, hasta Italia, donde las iniciativas están en un punto muerto, el debate sobre esta medida sigue siendo intenso.
Un ejemplo de piloto de la jornada de cuatro días es el de la guardería Centro Infantil Maria de Monserrate, en Lisboa. El centro lleva aplicando este sistema desde el comienzo del curso y ha comprobado que tiene sus ventajas, entre ellas unos trabajadores más felices que concilian más y producen igual o mejor, con el mismo salario.
Sin embargo, pesan más los inconvenientes, sobre todo los que afectan a la sostenibilidad financiera, con lo que han decidido dejar de aplicarlo a partir del próximo curso.
El piloto portugués
Esta guardería concertada abre de lunes a viernes y para compensar la eliminación de un día laborable para sus empleados se contrató a uno más, un gasto que, sin recibir ningún tipo de ayuda económica, hace que no puedan mantener la medida. Aparte de esta contratación, los trabajadores alargaron su jornada de trabajo media hora más.
La directora ejecutiva de Caminhos da Infancia, Inês Poeiras, responsable de la asociación que gestiona el centro infantil, explica que el nuevo empleado supone «un coste aumentado» en un momento «adverso» desde el punto de vista internacional, con una alta inflación que se ha reflejado en el precio de la energía.
Y, aunque este verano volverán a evaluar esta prueba, «con mucha pena» no van a seguir, pese a que los resultados en el bienestar de los trabajadores y su reflejo en los niños hayan sido «muy buenos». La guardería fue parte de un estudio lanzado por el anterior Gobierno del socialista António Costa, en el que participaron 41 empresas, y que el nuevo Ejecutivo de centroderecha sopesa ahora.
El caso británico
En el Reino Unido también se ha realizado una prueba piloto, a mediados de 2022, y ahora se plantea otra en agosto. La organización sin ánimo de lucro 4 Day Week, encargada de llevar a cabo el primer ensayo, propone actualmente la iniciativa ‘4ugust’ (‘4gosto’) para que las compañías puedan comprobar por sí mismas los resultados «muy positivos» de reducir a cuatro las jornadas laborales por semana, como explicó a EFE su director, Joe Ryle.
«El bienestar de los trabajadores ha mejorado, al tiempo que la productividad de esos grupos empresariales se mantiene o incluso crece», apuntó Ryle, que cree que la pregunta clave no es si las empresas aplicarán la semana de cuatro días, sino cuánto tiempo tardarán en hacerlo.
Un año después de anunciar los resultados de la prueba, en febrero de 2024, el 89 % de las empresas —54 de 61— continuaban con el sistema. En los seis meses iniciales que se extendió el piloto, la productividad se mantuvo y los ingresos aumentaron de media un 35 %, a la vez que se redujo el nivel de estrés y agotamiento comunicado por los empleados, quienes mejoraron su conciliación.
Bélgica, semana laboral comprimida
Frente a estos experimentos puntuales, Bélgica reconoció la semana laboral de cuatro días en su última reforma laboral de 2022, aunque en el fondo se trata de una semana laboral comprimida, que ofrece a los trabajadores del sector privado la opción de desarrollar en cuatro días, y no cinco, las mismas 38 horas de trabajo semanales que marca la ley belga. Cobran el mismo salario y trabajan las mismas horas, con lo que se aleja de la lógica de ‘trabajar menos, cobrar lo mismo’ que defienden los sindicatos del país.
Según ellos, este modelo provoca más sobrecarga y problemas de conciliación, ya que los empleados que se acogen a esta semana comprimida acaban trabajando nueve horas y media diarias durante sus cuatro días laborables.
Un año y medio después de su entrada en vigor, el Gobierno belga todavía no ha elaborado ningún registro con el número total de trabajadores que se han acogido a este modelo y las únicas cifras disponibles son las bases de datos de varias consultoras belgas, que estiman entre el 0,5 % y el 1 % el porcentaje de empleados que se han adherido.
Ante su escasa implementación, el Ejecutivo argumenta que la reforma no tiene una vocación generalista, sino que pretende flexibilizar las condiciones de trabajo en casos concretos, como el de empleados jóvenes sin cargas familiares.
No obstante, a finales de 2023 anunció un proyecto piloto para implementar en varias empresas belgas una semana laboral de cuatro de días que, en este caso sí, implique una reducción real del número de horas.
La jornada, parada en Italia
En Italia, el Ejecutivo de Giorgia Meloni no se plantea la posibilidad de recortar la semana laboral, aunque existen varios proyectos de ley presentados en el Parlamento desde hace años, que permanecen estancados.
Aun así, hay empresas que han decidido actuar de forma independiente, como Luxottica, que ha iniciado una prueba voluntaria para los trabajadores de algunas de sus fábricas, en la que participan unos 10.000 empleados.
En 2023, el banco Intesa San Paolo ofreció la posibilidad de trabajar hasta 120 días al año sin límites mensuales o la semana corta de 4 días de 9 horas de trabajo, siempre con igual remuneración, mientras que Lavazza introdujo una pequeña revolución al permitir a sus empleados salir de sus oficinas los viernes por la tarde y Plasmon optó directamente por eliminar ese día como laborable.
Lamborghini es otra compañía italiana que ha experimentado con este sistema, con una alternancia entre una semana de 5 días laborables y una de 4, con vistas a una reducción global de 31 días de trabajo al año.