Contactless, los pagos sin contacto que están haciendo desaparecer el efectivo
Los últimos años están suponiendo la implantación de gran cantidad de tendencias y nuevas herramientas tecnológicas nacidas al albur de la digitalización. Plataformas de pago como Bizum, que ya es empleada por 25 millones de usuarios, más de la mitad de la población española, han cambiado la forma en que nos relacionamos y consumimos.
Otra de esas novedades que cada vez van ganando más terreno son los conocidos «contactless», o pagos sin contacto. Este formato, que no estaban muy extendidos en España hasta que se convirtieron en una necesidad durante la pandemia, se ha convertido en una forma de pago cada vez más habituales y hoy en día es raro encontrar un establecimiento que solo admita efectivo.
Poco importa ya que el importe a pagar sea pequeño, los estudios recientes -realizados por las grandes redes de tarjetas como Visa o Mastercard– indican que los consumidores optan cada vez más por la comodidad de los dispositivos «contactless» de todo tipo (tarjetas, móviles o «wearables» como relojes o pulseras).
Sin embargo, el dinero en efectivo se sigue utilizando y aún no tiene visos de desaparecer. Según los datos publicados por el Banco de España, el 65 % de la población ha utilizado dinero en efectivo a diario en España en 2023 y para el 60 % continúa siendo el medio de pago más habitual para las compras en comercios físicos.
¿Cómo funcionan los pagos sin contacto?
El método más usual consiste en pagar con tarjeta física o asociada al móvil a través de los monederos como Samsung Pay, Apple Pay o Google Pay. Para ello, el vendedor tiene que usar un lector, es decir, un datáfono o terminal de punto de venta (TPV), que ya se pueden encontrar en sitios antes impensables, como en la mochila de un repartidor de comida a domicilio o en cualquier mercadillo por pequeño que sea.
La inmensa mayoría de los pagos con tarjeta ya se hacen sin contacto, con sólo acercar la tarjeta o el móvil al datáfono, que pide una clave de seguridad o pin, por lo general solo en compras de importe superior a 50 euros.
El datáfono se encarga de conectar el comercio con el centro autorizador de la entidad financiera del usuario de la tarjeta, una operación que no suele durar más de 5 segundos y que tiene el objetivo de confirmar que la tarjeta está operativa, dispone de límite suficiente para pagar la compra y no tiene ninguna alerta asociada que la haga sospechosa de fraude, según explica la web del Banco Santander.
¿Cuánto cuesta utilizar un datáfono?
Hasta hace pocos años, muchos pequeños comercios y autónomos eran reacios a utilizar un TPV por las elevadas tarifas que les cobraban las entidades bancarias, que rondaban el 1,59 % del importe de la compra en el año 2002, el primero del que hay registros, frente al 0,39 % que suponían en el tercer trimestre de 2023, según los datos más actualizados del Banco de España.
Por sectores de actividad, las comisiones más elevadas las soportan los hoteles, que pagan un 0,82 %, en tanto que las más baratas, del 0,23 %, se le cobran a las grandes superficies de alimentación.
Esta caída de las tasas -que ronda el 75 % en dos décadas- se explica por el auge que han registrado este tipo de pagos en los últimos años, que ha pasado de las 991.564 transacciones realizadas en 2002 a los 6.178 millones de los nueve primeros meses de 2023.
La explosión de los TPV
Según los datos del Banco de España, de los 892.952 terminales de punto de venta (TPV) que había en el año 2002 se ha pasado a 2,52 millones al cierre del tercer trimestre de 2023, una cifra que era un 6,61 % más alta que un año antes.
El número de tarjetas en circulación emitidas también ha crecido sin parar en España, desde los 53,62 millones -entre crédito y débito- que había en 2002, hasta sumar 91,56 millones al finalizar el pasado septiembre.
Por tipos de tarjeta, las de débito siguen siendo las más numerosas, con 49,28 millones, aunque las de crédito van recortando distancias y suman ya 42,29 millones.
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