Uno de los principales retos a los que se enfrenta el tejido empresarial es el de incorporar la sostenibilidad a sus modelos de negocio, entendiéndola como un agente transformador que hace de cualquier negocio un modelo más competitivo.
Para dar respuesta a estos nuevos requerimientos, Attrim Group se ha posicionado referencia en conocimiento de sostenibilidad, ESG e Impacto con Ângela Impact Economy. Desde la firma también ofrecen servicios especializados en análisis de los Estados de Información No Financiera (EINF).
El grupo logrado pasar en los últimos años de 2 a 80 empleados, tienen la previsión de llegar a 150 en los próximos 2 años y cuentan con la confianza de clientes como Vueling, Grupo Ribera Salud, Porcelanosa. Hablamos con Raúl Mir, CEO en Ângela Impact Economy.
Más allá del retorno económico
-¿Cómo surge la idea de la que parte Ângela Impact Economy y en qué os enfocáis exactamente?
Yo vengo del mundo de la banca, donde he desarrollado mi carrera profesional durante 20 años. Estuve una década en Banesto y otra en Caixabank. Fue especialmente durante esta última etapa cuando tuve la oportunidad de estar muy vinculado al ámbito de la inversión de impacto social y medioambiental.
Durante este periodo me especialicé en un tipo de inversión que buscaba no solo generar un retorno económico, que es siempre prioritario, sino generar además un impacto medioambiental y social positivo.
Hace cinco años, cuando fundamos la empresa, vimos que había una necesidad de traducir todo lo que suponía la inversión con criterios ESG y lo que iba a suponer para las empresas. Era algo que poco a poco estaba desembarcando en los diferentes países miembros de la Unión Europea. Existían una serie de Directivas Europeas que obligaban a las empresas a reportar sus datos y a cumplir con un determinado tipo normativas y regulaciones.
Era algo para lo que el tejido empresarial no estaba preparado. Ni tan siquiera lo tenían en su agenda. Era algo que no existía previamente y para lo que había que prepararse.
La empresa en datos
– Y decidís cubrir ese espacio.
Lo que vimos en el año 2020, metidos de pleno en la pandemia, era que con nuestro trabajo podíamos aportar mucho más valor a las empresas. Y lo hicimos mediante la digitalización de estos aspectos de sostenibilidad, de impacto medioambiental, social o de toma de decisiones. Nos enfocamos en plasmar la labor de las empresas en base a los famosos criterios ESG.
Les aportamos sus datos en muchos ámbitos: ya sea con respecto a sus emisiones de carbono, de consumo hídrico, de eficiencia energética… Hay infinidad de aspectos dentro de una empresas que se deben procesar para poder reportar una imagen nítida.
Tenía mucho sentido digitalizar esos procesos utilizando la misma tecnología que ya se está utilizando en otros muchos ámbitos, ya sea en el mundo del marketing, como el de las finanzas o el de las redes sociales. Para ello generamos un programa informático, un software propio que hacía eficiente y fácil la captación de estos datos.
Eso nos permite tratarlos y convertirlos en exactamente aquello que la empresa necesita, ya sea un reporting de obligado cumplimiento, un cuadro de mando que reporte sobre la situación de tu empresa o un informe bancario.
Realidades entrelazadas
-¿Qué valor agregado aporta Ângela Impact Economy con respecto a los EINF?
Principalmente la vinculación entre el conocimiento que aportan los datos, la digitalización, el conocimiento tecnológico y la legislación. Es decir, llevamos cinco años aprendiendo, interpretando y traduciendo la regulación y sus múltiples derivadas. Esto se traduce en que cuando el regulador, la Unión Europea en el caso de los EINF, establece un determinado marco legislativo, nosotros te ayudamos a aterrizarlo y a aportarte todo aquello que te van a pedir.
Donde más valor aportamos es que nosotros no nos quedamos solo en la aplicación de la norma. Vamos más allá, buscamos interrelacionar las diferentes normativas europeas con los stakeholders, puesto que las empresas van a estar obligadas en el futuro a abordar estas exigencias.
Por ejemplo, las empresas de más de 250 trabajadores y 40 millones de facturación tendrán la obligación de reportar sus EINF. Incumplir estos requisitos podrá traducirse en que el banco te cierre el grifo de la financiación. Por lo tanto, estos cambios ya están afectando a nuestros negocios.
Ya no es posible decir «esto no va conmigo, va con los grandes». Además, es algo que va más allá de unas normas regulatorias, es una cuestión de mercado. Y es que los clientes cada vez piden más que sus proveedores cumplan de alguna manera con las mismas exigencias que tienes tú.
Se están entrelazando muchas realidades: la regulatoria, la del capital, la de la financiación, la de la cadena de suministros. Ahí entramos nosotros logrando hacer eficientes tiempos, recursos y, por supuesto, hacerlo accesible a un perfil de empresa que de normal no podría.
Acceder a donde las grandes
– O sea, permitís a un segmento de empresas acceder aquello que de normal sólo pueden hacer las grandes firmas.
Exacto. ¿Qué está ocurriendo en las grandes empresas? Y te hablo de empresas de 400, 500 o 600 empleados… las cotizadas y las multinacionales empiezan a tener departamentos de sostenibilidad con gente especializada, que obviamente les genera una gran capacidad de abordar estos retos.
Lo que les ofrecemos a estas empresas es proporcionarles la tecnología que las hace mejorar y ser más eficiente en su trabajo. Aportamos mucho conocimiento y valor, además de la tecnología y en las que son aún mucho más pequeñas.