La restauración, que este miércoles se ha inaugurado, se enmarca en el proyecto del Club Deportivo Empresarial Alcatí, que promovemos y gestionamos desde Economía 3.
La barraca está ubicada en la calle principal de El Palmar y es conocida como la Barraca del Tío Aranda, los vestigios encontrados durante su restauración indican que nos encontramos ante una joya del s. XVIII que, originariamente, tenía culata (acababa de forma redondeada) y contaba con una estructura muy singular en su cubierta interior, posiblemente el único ejemplo en pie de esta forma de construcción.
Un esfuerzo por la cultura
Elisa Valero, Socia-Directora de Economía 3 ha arrancado su discurso poniendo en valor el esfuerzo realizado, asegurando que «aunque hoy en día seamos un medio de comunicación de ámbito nacional, nuestros orígenes son valencianos. Por ello, estamos muy comprometidos con el Parque Natural de la Albufera, con su mantenimiento y con su promoción, ya que es uno de los lugares más maravillosos del mundo».
Junto al Motor del Tancat del Alcatí y la Barraca Fang i Pallús, inaugurados en 2021 y 2022 respectivamente, la barraca supone el tercer proyecto del Club Deportivo Empresarial Alcatí gestionado por Economía 3.
“Este esfuerzo se enmarca entre los pilares fundacionales del Club Deportivo Empresarial Alcatí para recuperar la arquitectura tradicional valenciana, promover el deporte de la Vela Latina, muy típico en La Albufera, y divulgar la gastronomía local”, ha asegurado Valero.
Inicios
El proyecto de restauración de esta barraca, respetando las técnicas y materiales tradicionales propios de esta joya de la arquitectura valenciana, se inició hace aproximadamente cuatro años –algo más de dos han durado las obras, bajo la dirección del equipo de arquitectos dirigido por Fernando Vegas y Camilla Mileto–.
Este miércoles ha quedado inaugurada su restauración con la presencia de la secretaria autonómica de Turismo, Cristina Moreno y de la alcaldesa de El Palmar, Gema Estevens.
A dos minutos del derrumbe…
Como arquitectos especializados en la restauración de edificios históricos y arquitectura vernácula, Fernando Vegas y Camilla Mileto ya conocían la barraca del Tío Aranda, también conocida como la de los Guitarra, por ser un elemento “muy singular y genuino” de El Palmar.
Cuando hace cerca de cuatro años les propusieron abanderar su proyecto de restauración, la sorpresa fue mayúscula: “lamentablemente llevábamos mucho tiempo viendo cómo se deterioraba”, ha explicado Camilla Milleto.
De hecho, ha reconocido Fernando Vegas que empezaron a trabajar “dos minutos antes de que se viniera abajo».
Aseguran los arquitectos –catedráticos titulares de la Universitat Politècnica de València (UPV)– que la barraca se fue degenerando muy rápidamente mientras se conseguían todos los permisos para empezar a trabajar: «Hay que tener en cuenta que esta barraca cuenta con el mismo nivel de protección de la Lonja o la Catedral de València, por lo que cumplir con toda la normativa y obtener los permisos, llevó su tiempo. Mientras tanto, el deteriodo fue creciendo. Estaba realmente en muy mal estado”.
Pero este hecho les reafirma en su idea: “cualquier edificio, incluso en estado de extremaunción puede recuperarse si se ponen los medios y el cariño suficiente”, ha reiterado Fernando Vegas.
Y eso es precisamente lo que ha hecho el Club Deportivo Empresarial Alcatí. Para su restauración, ha contado con verdaderos expertos en arquitectura y materiales tradicionales.
No ha sido fácil, porque algunos oficios artesanales están a punto de extinguirse; pero el reto se ha saldado con sobresaliente, gracias al arraigo de estas construcciones en la zona.
El último barraquer…
Como curiosidad, uno de los últimos barraquers en activo, Josep Rostoll, ha explicado cómo las cañas del carrizo para el entramado de la cubierta y el propio borró (barrón en castellano: una planta dunar, que da como resultado una estructura impermeable en la cubierta), así como la madera para las vigas se han cortado durante la luna menguante de invierno. ¿Por qué? Porque es cuando la savia está adormecida en las raíces: “así la caña o la madera están más limpias; en su interior no hay tanta savia que sea fácilmente atacable por los insectos o presente problemas de pudrición”.
También los adobes para reparar los muros han seguido las mismas técnicas de hace tres siglos. «Existe un proceso de maduración de la propia tierra con la mezcla de cáscara y paja de arroz que hay que respetar, además de dejarlos secar al sol. Y lo mismo, con los pavimentos de cal y tierra utilizados en la planta baja o de yeso en el altillo», destaca Camilla Mileto.
A mediados del siglo XIX se podían contabilizar unas 50.000 barracas en la Comunitat Valenciana, hoy apenas localizamos medio centenar en pie y, prácticamente ninguna mantiene toda su estructura original, ya que se han sustituido muros de adobe por ladrillo o cubiertas vegetales por otro tipo de cubiertas o incluso chapas metálicas.
La más antigua…
Insisten los arquitectos que estamos ante la barraca más antigua de El Palmar: «Hemos visto durante el proceso varias trazas que nos hacen pensar que data del siglo XVIII; aunque no podemos precisar si se construyó en 1750 o 1780; pero con toda exactitud es una de las más antiguas de toda la Comunitat Valenciana».
Entre estos vestigios destaca el tipo de vigas de la techumbre original, que muestran que, por el trabajo que se había hecho con la madera, por cómo estaba cortada y las marcas que tenía era propia del s. XXVIII. También las bisagras de las ventanas, que eran de espátula, propias de esa época.
Además, la estructura de la cubierta, mantiene una disposición diferente en las vigas inclinadas, las tornapuntas de la cubierta y en la altura del tirante trasversal. “Quizás sea la única construcción así que quedaba en la Comunitat”, resume Vegas.
Otra curiosidad es que se trataba de una barraca con culata. Es decir, originariamente una de sus fachadas tenía la parte final redondeada, en forma de ábside. Esa forma redondeada le permitía aguantar mejor el viento que batía del este, desde el Mediterráneo, que era un viento más suave pero que venía muy cargado de humedad.
Innovaciones propias del s. XXI
Buscando precisamente la protección de la construcción se han introducido innovaciones y mejoras propias del s. XXI.
«Uno de los problemas históricos de la cobertura vegetal tejida sobre el entramado de cañas de borró han sido los incendios. Para evitar que un incendio del exterior pase al interior de la barraca y viceversa, hemos establecido una doble estructura, un aislamiento formado por varias capas de corcho y de yeso que son materiales ignífugos», explica Vegas.
«En cuanto al agua, aunque el tejado de las barracas es muy inclinado para escupir rápidamente el agua, antiguamente se requería un mantenimiento continuo de la cubierta. A pesar de la impermeabilidad que aporta el borró, hemos añadido una especie de tejido goretex, impermeable al agua, pero a la vez transpirable, que nos facilite ese mantenimiento de la cubierta.
Cuando construimos edificios nuevos solemos hacerlos lo más sellados y estancos posibles. Sin embargo, los edificios tradicionales transpiraban y ventilaban y es necesario mantenerlos así», ha corroborado Camilla Mileto.
También el arquitecto Miguel Ortiz y al aparejador Salvador Tomás Vázquez han participado en todo este proceso.
Sostenibilidad
En todos los elementos empleados se ha tenido en cuenta la sostenibilidad de los materiales, la constructora BTT Estudio se ha apoyado en proveedores que utilizan técnicas tradicionales. «Por ejemplo, para los pavimentos de yeso tradicional, nos hemos apoyado en Millánplasol (Andrés Millán) y en Cal y Barro (Juan Antonio Hurtado) para el pavimento de cal y tierra tradicional de la planta baja. También los adobes han sido obra de la cooperativa valenciana Okambuva«.
Esperamos que esta restauración pueda servir de ejemplo y estímulo a la hora de conservar otras, tanto desde el ámbito privado, como es este caso, como público.