Desde hace ya varios meses -no siempre fue así-, la sintonía entre los dos reguladores monetarios más importantes de la economía mundial es prácticamente total. De este modo, las políticas monetarias del BCE y la Fed se encuentran actualmente perfectamente coordinadas. A partir de que la inflación irrumpiera, hace ya un año y medio, la estrategia de estas dos instituciones se ha ido alineando progresivamente.
Pero no solo la táctica de estos dos bancos centrales se encuentra en armonía. De un tiempo a esta parte, sus mensajes al mercado son idénticos. Así, el pasado martes Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, avisaba de que «es probable que los tipos de interés sean más elevados de lo previsto», dejando entrever que la inflación podría obligar a la máxima autoridad monetaria estadounidense a endurecer, más aún, su política monetaria.
Por su parte, su análoga en el Banco Central Europeo, Christine Lagarde aseguró al unísono que la institución que dirige «tomará las medidas necesarias para doblegar la inflación hasta el objetivo del 2%».
Pero ¿hasta qué punto es cierto el pesimismo de estos organismos? ¿Se están curando en salud una vez más? Desde luego, no sería la primera que los reguladores monetarios yerran drásticamente en sus predicciones y acaban actuando en la dirección opuesta a su discurso oficial.
Frenar la euforia de los mercados
Lo peor de la espiral inflacionista en la que sigue inmersa la economía desde el último año y medio parece haber pasado. De esta forma, Estados Unidos ya acumula siete meses consecutivos con un dato de inflación a la baja. En el caso de la eurozona, cuatro.
Esta suavización en el encarecimiento generalizado de los precios ha dado alas a los mercados en este inicio de año. Sin ir más lejos, nuestro Ibex 35 acumula una revalorización próxima al 14% -situándose actualmente en el entorno de los 9.400 puntos- en apenas dos meses.
La moderación de los precios ha dejado la puerta abierta a una dulcificación en la política monetaria que dé lugar a una bajada o a una deceleración en las subidas de los tipos de interés por parte de los reguladores monetarios.
De hecho, las últimas subidas acometidas, tanto por la Fed como por el BCE, han sido de medio punto porcentual, en lugar del 0,75% de las anteriores.
No obstante, ambos bancos centrales insisten en que la inflación se encuentra todavía muy lejos del objetivo del 2% -el último dato de inflación de Estados Unidos fue del 6,4% y el de la zona euro del 8,5%- y que al endurecimiento de la financiación le queda un largo recorrido por delante.
En definitiva, ambas instituciones están avisando a los mercados de que no ‘pequen’ de exceso de confianza, ya que la inflación -y sus consiguientes subidas de tipos de interés- pueden prologarse en el tiempo más de lo deseado.
De confirmarse el escenario pesimista de estas instituciones, los mercados podrían verse afectados. Unos tipos de interés elevados y prolongados en el tiempo más de lo deseado perjudicarían gravemente los beneficios -y las expectativas sobre estos- de las empresas, lo cual repercutiría muy negativamente en la evolución de los mercados.
«La inflación será transitoria», según los bancos centrales
Este fue el discurso de los bancos centrales a finales de 2021 cuando el encarecimiento generalizado de los precios comenzó a dispararse. Además, en su speech aseguraban, por activa y por pasiva, que no serían necesarias subidas de los tipos de interés significativas. Desde entonces, en Estados Unidos el precio del dinero se sitúa entre el 4,5% y el 4,75% y en la eurozona en el 3%. Juzguen ustedes mismos.
Por tanto, ¿qué credibilidad merecen estas nuevas estimaciones por parte de los reguladores monetarios? Ambas instituciones no paran de insistir en que la inflación permanecerá muy elevada todo este año y durante el inicio de 2024, por lo que el endurecimiento de las condiciones de financiación proseguirá hasta que los precios se suavicen.
Sin embargo, el escenario más plausible es que nadie sabe con exactitud cómo va a evolucionar la inflación a tan largo plazo. La realidad es que los bancos centrales irán adaptando su política monetaria según evolucionen los precios. No tendría ningún sentido que si los datos de inflación siguen mejorando no se suavizaran las condiciones de financiación. Sería estrangular la economía aún más sin ningún propósito.
Además, los bancos centrales saben que si después de promocionar el miedo el escenario planteado inicialmente mejora los mercados rebotarán con fuerza. No obstante, parece que la desconfianza de estos hacia las instituciones monetarias disminuye por momentos. Solo así se explica su buen comportamiento en 2023, a pesar del tono empleado por el regulador.