Paralelo al aumento de las tensiones entre Estados Unidos y China a cuenta de la isla de Taiwán, el país asiático está recrudeciendo su guerra contra las criptomonedas. Y es que desde 2017 a esta parte, el gobierno de Xi Jinping lleva prohibiendo progresivamente toda actividad relacionada con estos activos digitales.
En esta ocasión, la Administración del Ciberespacio de China, el órgano regulador de internet en el país asiático, ha cerrado 12.000 cuentas en redes sociales porque promovían la inversión en criptomonedas. La publicidad, la emisión y comercialización de tokens, así como la actividad de granjas de minerías, están declaradas ilegales por las autoridades chinas.
Asimismo, se borraron más de 51.000 mensajes que contenían «información ilegal» como, por ejemplo, «invertir en Bitcoin para ganar dinero fácilmente».
Los motivos chinos
El Gobierno chino alude a la lucha contra el blanqueo de dinero y la transparencia económica como principales motivos tras la persecución a las criptomonedas. Sin embargo, otras razones como la crisis energética que atraviesa china o el miedo de las autoridades a una fuerte competencia al yuan podrían estar tras estas prohibiciones.
Según el portal de noticias económicas Yicai, la institución «sigue llevando a cabo una campaña de alta presión contra la especulación sobre transacciones con criptomonedas», en el marco de la cual reclamó a plataformas como Weibo o Baidu -equivalentes locales de Twitter y Google, censurados en el país- que cerrasen las citadas cuentas.
La Administración del Ciberespacio prometió «reforzar» todavía más su campaña contra las criptomonedas, cuyo auge ha provocado, según su análisis, «un aumento de la especulación y el fraude». Se cree que esta persecución fue uno de los principales motivos que llevó al multimillonario dueño de Tesla, Elon Musk, a deshacerse del 75% de sus tenencias de Bitcoin durante el segundo trimestre de este año.
El yuan digital, el «caballo de Troya» chino
Las autoridades chinas llevan tomando medidas restrictivas contra divisas virtuales como el Bitcoin desde 2013; hace menos de un año fue el turno del Banco Popular de China (BPC, el banco central), que declaró «ilegal y delictiva» toda actividad vinculada con las criptomonedas, incluyendo las transacciones, el minado y su publicidad.
Pekín argumenta que la prohibición es necesaria para «mantener el orden económico, financiero y social», y su campaña se enmarca en los planes de reducción de riesgos financieros del Gobierno, que, cabe recordar, trabaja en su propio «yuan digital», una divisa digital pero que, al contrario que las criptomonedas, no pretende descentralizar sino precisamente aumentar el control del BPC sobre la masa monetaria.
Los «mineros» chinos habían llegado a controlar más del 65 % de la potencia de computación mundial dedicada a la obtención del Bitcoin, en parte gracias a los bajos precios de la electricidad en ciertas regiones del país.
Una tendencia del mercado
El chino no es el único gobierno que está estudiando la creación de una criptomoneda nacional. El Banco Australiano de la Reserva (RBA, por sus siglas en inglés) anunció el martes un proyecto para explorar el potencial de tener una moneda digital que se centrará en los beneficios económicos que acompañan a su emisión y circulación en el país oceánico.
Las divisas digitales públicas CBDC (Central Bank Digital Currency) comparten con las criptomonedas, como la Bitcoin o el Ehterum, la tecnología blockchain, aunque difieren en su esencia. Mientras que las primeras son emitidas y reguladas por una autoridad central como bancos y reservas federales, las segundas son descentralizadas y el usuario preserva su anonimato.
Actualmente hay tres monedas digitales en funcionamiento y al menos 28 proyectos piloto a nivel global, mientras que casi 70 bancos centrales han comunicado públicamente su trabajo para crear su respectiva moneda digital.