Miguel Sebastián es economista y profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Además, fue ministro de Industria entre 2008 y 2011. Economía 3 ha hablado con él sobre la situación de la economía española, la fragilidad del sistema productivo y de la deuda, entre otros temas.
Turismo: ¿fortaleza o debilidad?
– ¿A qué se debe que España sea uno de los países cuya economía más ha caído a consecuencia de la crisis sanitaria?
Primero, por una dependencia altísima del turismo y segundo, porque España tiene una importante industria del ocio masivo –fiestas, conciertos, festejos…– y todo eso se vio paralizado por la pandemia. Por tanto, no es tanto la restauración y la hostelería, que también, sino por todo lo que se mueve alrededor de los festejos masivos, que en España son muchísimos.
Además, somos un país con mucha estructura de pymes y estas tienen menos capacidad de aguante que las grandes.
– Pero en Europa hay otros países con una importante dependencia del turismo y no han caído con tanta fuerza como en España…
Pero todo lo que es la industria del ocio y de eventos masivos no lo tienen otros países de Europa, o no tanto como España. No se trata de turismo internacional, sino nacional e incluso local. Las fiestas populares y los conciertos mueven muchísimo dinero en España.
El sistema productivo español
– A tenor de lo visto con los efectos de la pandemia en España, ¿tenemos un sistema productivo demasiado endeble?
Tenemos un sistema productivo que depende mucho del turismo y de la industria del ocio. Y es endeble cuando tienes un shock que afecta a esos sectores, pero la vulnerabilidad del tejido español está en las pymes. Tenemos un exceso de pequeñas empresas.
«Tenemos un sistema productivo que depende mucho del turismo y de la industria del ocio»
Todos los gobiernos intentan abordar este problema, pero muchas veces con poco éxito, porque se produce una contradicción: queremos que las pymes dejen de ser pymes pero, por otro lado, las protegemos. Entonces, es muy difícil que dejen de ser pequeñas y se conviertan en grandes o medianas. Si en cuanto ganan un poco de tamaño se les empiezan a empeorar las condiciones fiscales, laborales, etc., no tienen mucho incentivo para crecer.
Esa es una de las mayores vulnerabilidades, porque con un tejido empresarial pequeño estás mucho más expuesto a los shocks y también es mucho más difícil llevar a cabo inversión en I+D, formación, internacionalización… Tiene muchos inconvenientes para muchas de las cosas que se necesitan en la economía española. Esta es una de las claves que definen la vulnerabilidad de España.
– ¿A qué se deben los bajos niveles de productividad que está registrando España?
Los bajos niveles de productividad en España vienen con la entrada en el euro. Tenemos un problema crónico, que es nuestro modelo productivo, muy basado en los servicios y en la construcción. Son dos sectores con una productividad baja y un nivel de innovación bajo.
Cuando entramos en el euro se produjo un proceso de desindustrialización. La caída del peso de la industria no ocurrió en la crisis, tuvo lugar en la falsa bonanza, desde 1998 a 2008. Ahí cayó la industria y fue sustituida por servicios y, sobre todo, por construcción. Esa pérdida de tejido industrial va en contra de la productividad.
«Los bajos niveles de productividad en España vienen con la entrada en el euro»
– ¿Cómo se puede solucionar?
Con reformas. En el mercado de trabajo, donde ya se ha hecho una reforma que busca crear empleo de más calidad, favorecer la formación, frenar la temporalidad, promover la involucración del trabajador en la empresa, apostar por el I+D, que está presente en el sector privado casi más que en el público, muy por debajo de los estándares europeos, una mejora del sistema educativo, una apuesta por la industria…
Es algo que requiere el apoyo del sector privado porque no se puede hacer a golpe de medidas del sector público y llevará tiempo. Tiene que ser una tendencia.
Una economía de «mayor valor añadido»
– Usted aboga por mejorar nuestro sistema productivo y generar una economía de mayor valor añadido. Fue ministro de Industria desde 2008 a 2011. ¿Pudo dar pasos en esta dirección? Da la impresión de que siempre estamos hablando de esto, pero nunca se convierte en realidad.
Es muy difícil hacerlo desde el sector público únicamente. Nosotros hicimos un plan industrial, que se llamaba PIN 2020 (Plan Integral de Política Industrial), que alcanzó bastantes logros. Algunas cosas se consiguieron y otras no, entre otras cuestiones porque el PP lo paró cuando llegó al Gobierno en 2012. No se continuó porque el PP no cree en la política industrial.
– Entonces, ¿cuál es el gran obstáculo para llevar a cabo este cambio?
Primero, el que no haya consenso político, aunque en los últimos años se ha avanzado mucho con los sindicatos, muchos economistas están de acuerdo, también partidos a la izquierda del PSOE, pero todavía no hay un consenso político para hacer un plan que mejore la productividad. Seguimos con los tics de ver si se recupera la construcción, el turismo… Volvemos a centrarnos en los sectores de siempre. Los fondos europeos son una gran oportunidad para hacer esa transformación. Aunque no pueden hacerlo todo, pero sí sentar las bases para que cambie en lo que se refiere a digitalización, nuevas energías, economía circular…
El déficit español
– Usted critica que España va a Bruselas pidiendo disponer de un mayor déficit y que no se le da la suficiente importancia a la reducción de la deuda. Pero, ¿qué implicaría pasar de los niveles de déficit actuales a un superávit que permitiera reducir nuestra deuda?
La clave es tener un déficit estructural pequeño. Es decir, si por circunstancias de la economía, como fue la crisis del 2008 o la covid-19, necesitas tener todo el déficit que te haga falta, adelante. Pero cuando la economía se recupere, hay que acompañar la recuperación económica con una caída del déficit.
El problema que tenemos en España es un déficit estructural muy alto y que no se ha reducido en todos los años de recuperación económica. Eso es preocupante, porque acumulas deuda en años en los que no deberías. Esto no lleva necesariamente a subir impuestos o recortar el gasto. Se puede, simplemente, con el crecimiento económico, reducir el déficit y la deuda.
Jornada laboral
– ¿Ve posible la jornada laboral de cuatro días? ¿Debería ir ligada a una reducción de los salarios?
Por supuesto que la veo factible, siempre que se haga de forma acordada entre empresas y trabajadores. Hay dos opciones: o trabajar el mismo número de horas semanales concentradas en cuatro días o trabajar la misma jornada, pero solamente cuatro días, en cuyo caso se tendría que ajustar el salario. Pero como hay enormes ganancias por las dos partes, por costes de desplazamiento, de uso del espacio físico, etc., ambas partes van a mejorar.
«La jornada de cuatro días debe ser un ‘win-win’ para empresas y trabajadores»
Asimismo, yo siempre he creído en el teletrabajo y creo que es una de las opciones de futuro para nuestro país, para la España despoblada y hay que ir en esa línea, pero acordada con los empresarios. Se tiene que convertir en un ‘win-win’, bueno para el trabajador y para el empresario. Sino, esa medida fracasará. Pero si se diseña bien, el futuro va por ahí, porque es verdad que cada vez vamos a trabajar menos horas. Ahora se trabaja mucho menos que en los años 1950, 1960 y no digamos hace cien años.
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