Martes, 23 de Abril de 2024
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El coche del futuro no tiene alas

El coche del futuro no tiene alas
Sara Martí, Redactora en Economía 3

Que levante la mano quien no peque de fantasioso cuando la palabra ‘futuro’ aparece de acompañante de otro sustantivo. La ciudad del futuro. La industria del futuro. El coche del futuro. A propósito de este último, ¿quién no imagina automóviles sobrevolando nuestras cabezas a ras de las nubes? ¿O veloces bólidos capaz de atravesar la península de un extremo a otro en tan solo unos segundos? Fantasías que, quién sabe, pueden llegar a hacerse realidad en no pocos años. No obstante, si hablamos de futuro hoy, hablamos de sostenibilidad.

De momento, el coche del futuro no tiene alas, ni sobrevuela autopistas aéreas. Pero, lo que sí podemos llegar a imaginar con más claridad es un horizonte libre de emisiones de CO2 en el 2050. El Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética se marca este ambicioso objetivo. Es decir, que en apenas tres décadas por el asfalto español tan solo circularán automóviles eléctricos o de pila de combustible de hidrógeno. Quedan descartados, por tanto, los motores de combustión (gasolina y diésel), pero también los híbridos.

La medida no tiene nada de reprochable. Eso sí, antes de impulsar un parque móvil de cero emisiones hay que integrar un plan estratégico que permita que esta realidad no perjudique a ciudadanos y tejido productivo. Lo que comúnmente se conoce como no empezar a construir la casa por el tejado.

Antes de desechar los combustibles fósiles hay que estar preparados y llevar a cabo fuertes inversiones en grandes infraestructuras y, no menos importante tampoco, grandes cambios de hábitos en la mentalidad de todo un país. Sin ir más lejos las gasolineras se tendrían que reconvertir al 100 % en ‘electrolineras’ capaces de surtir de energía a toda clase de vehículos. En las ciudades, otros tantos puntos de recarga. Porque no nos engañemos, en España el grueso de la población no vive en casas, sino en pisos. Y, en estos, instalar un punto eléctrico no es tarea fácil. ¿Podría cada plaza de un garaje comunitario contar con su propia estación de carga?

Además, ¿estamos preparados en estos momentos, energéticamente hablando, para tal desembolso de electricidad? Solo el tiempo dirá. Eso sí, esperemos que de aquí a entonces las dependencias energéticas o la escasez de componentes eléctricos, por citar algún ejemplo, no tengan cabida en un futuro de coches eléctricos que, de momento, no despegan.

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