La Junta Nacional de Relaciones Laborales de los Estados Unidos ha determinado que Amazon despidió de manera improcedente a Emily Cunningham y Maren Costa, trabajadoras en la empresa hasta abril de 2020. Costa y Cunningham, que trabajaban como diseñadoras en la sede de Amazon en Seattle, comenzaron a criticar públicamente a la empresa en 2018. Por entonces, formaban parte de un pequeño grupo de empleados que querían que la empresa redujera su impacto medioambiental y, también, que abordara las preocupaciones sobre los empleados de los almacenes.
El grupo Empleados de Amazon por la Justicia Climática, a partir de los despidos ilegales de las dos activistas, consiguió que más de 8.700 colegas apoyaran sus esfuerzos: «Es una victoria moral y realmente muestra que estamos en el lado correcto de la historia y en el lado correcto de la ley», dijo Cunningham.
La defensa de Amazon
Jaci Anderson, responsable de la comunicación corporativa de Amazon en Seattle, se mostró crítica con las extrabajadoras por no haber realizado una protesta que cumpliera las políticas internas de la empresa: «Siempre apoyaremos el derecho de todo empleado a criticar las condiciones laborales de su empleador, pero eso no conlleva inmunidad general contra el incumplimiento de nuestras políticas internas, las cuales son legales».
La respuesta no complació ni a los trabajadores ni a Costa y Cunningham. Por ello, después de que Amazon les dijera que habían violado su política de comunicaciones externas al hablar públicamente sobre el negocio, su grupo organizó a 400 empleados para que también hablaran, violando deliberadamente dicha ley interna.
Apoyo institucional
Después de que las activistas fueron despedidas, las senadoras demócratas Elizabeth Warren de Massachusetts y Kamala Harris de California, actual vicepresidenta de los Estados Unidos, escribieron una carta a Amazon expresando su preocupación por posibles represalias.
«Para comprender que los motivos de la destitución de las trabajadoras, que plantearon preocupaciones sobre las condiciones de salud y seguridad, no constituyó una represalia por denuncias, estamos solicitando información sobre las políticas de Amazon con respecto a los motivos de la disciplina y el despido de los empleados», dicha carta, firmada por las senadoras anteriormente comentadas, también tuvo el apoyo del que fuera candidato en las primarias demócratas, Bernie Sanders.
Tim Bray, un pionero de Internet y ex vicepresidente del grupo de computación en la nube de Amazon, también se sumó a la protesta. Dijo que estaba complacido de escuchar los hallazgos y progresos de la Junta Laboral y esperaba que Amazon resolviera el caso: «La política hasta ahora ha sido no admitir nada, no conceder nada».
Una más de Amazon
Hace unos días que Amazon reconoció que parte de su personal se ve obligado a orinar en botellas de plástico en su horario laboral. Fue reconocido después de que se mostraran pruebas que lo corroboraban.
«Nos gustaría resolverlo. Aún no sabemos cómo, pero buscaremos soluciones», apunta la empresa en un comunicado. Un comunicado que lanzó después de responder al tuit de Mark Pocan, representante del partido demócrata en Wisconsin, el cual acusaba a la empresa de no dotar a sus empleados de los derechos primarios del ser humano. «Le debemos una disculpa al representante Pocan», dijo el gigante del comercio electrónico en el propio comunicado.
También Amazon está a la espera del recuento de votos para la creación del primer sindicato de la empresa, el cual supone un problema para la multinacional. Si el Sindicato de Minoristas, Mayoristas y Grandes Tiendas (RWDSU) tiene éxito, sería una gran victoria para el movimiento apoyado por el Black Lives Matter, Joe Biden y Bernie Sanders. La empresa cuenta ahora con 950.000 trabajadores en Estados Unidos, después de sumar más de 400.000 solo en el último año.