Viernes, 19 de Abril de 2024
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La vuelta al cole

José Luis Gascó, Director del I.U.I.T y del en Club de las Buenas Decisiones

Empezaré diciendo que ni quiero ni puedo dar lecciones sobre un tema tan importante como la próxima “vuelta al cole” a todos los niveles; volver al cole como sinónimo de regreso a las rutinas necesarias para avanzar. Volvemos al Cole, al Instituto, a la Universidad, al Trabajo… Volvemos, o nos gustaría volver en la medida de lo posible, a la que conocíamos como normalidad prepandemia, aunque sabemos que las condiciones del entorno aún no permiten aproximarnos a un modelo en el que todavía nos sentimos cómodos. Un modelo que, en cualquier caso, seguramente necesita una actualización importante en línea con el progreso asociado a la emergencia de nuevas oportunidades que ofrece la tecnología y que de manera natural estamos integrando en muchos otros aspectos de nuestra vida.

Pero opinar es fácil, y quizá mi experiencia de 30 años en la Universidad y casi tantos de relación con las empresas alicantinas, pueden ayudar a construir una argumentación con cierto fundamento que ayude en la reflexión necesaria del momento porque, además, a la velocidad a la que ocurren los cambios, toda esa experiencia acumulada podría aconsejar actuaciones diferentes en distintos momentos, sin que eso suponga ningún tipo de contradicción.

En el mundo de la renta variable es frecuente la expresión de que “rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras”, y el coronavirus se ha encargado de dejarlo muy claro. Por tanto, es importante reconocer el pasado, pero más para evitar errores anteriores que para repetir comportamientos en el futuro porque si cambian las premisas y mantenemos los procedimientos y los objetivos, lo más probable es que nos equivoquemos en las conclusiones y en las expectativas.

Sin embargo, hay cosas que aún están lejos de mejorar con procedimientos radicalmente diferentes. Me refiero, por ejemplo, a la enseñanza presencial frente a la enseñanza online.


En mi opinión la apertura de los centros es la decisión adecuada, dejando muy claro que la garantía absoluta de imposibilidad de contagio no existe

Además de la obligatoriedad de la escolarización hasta los 16 años, en tanto que derecho fundamental de los más pequeños, la realidad es que la enseñanza en la primera parte de la formación de nuestros jóvenes es, básicamente, interacción, cooperación, juegos, progreso en grupo, sociabilidad, lo que exige el trabajo en grupos presenciales dirigidos por el profesor, que difícilmente se pueden sustituir por enseñanza a distancia aprovechando los grandes avances de los campus virtuales o las ventajas que ofrecen los medios interactivos. Sin descartar, por supuesto, los medios telemáticos a distancia -o en la propia aula- como apoyos a esa aún imprescindible, en mi opinión, formación presencial.

Esto viene a cuento por el debate, afortunadamente ligero, que se está planteando en torno a la idoneidad o no de la apertura de colegios y la apuesta por la formación fundamentalmente presencial también en esta época de rebrotes.

Por supuesto, en este punto lo más importante ahora y siempre es la salud de nuestros jóvenes, sus profesores y el personal de servicio en los centros, pero con las medidas de seguridad adecuadas que todas las comunidades tienen planteadas, en mi opinión la apertura de los centros es la decisión adecuada, dejando muy claro que la garantía absoluta de imposibilidad de contagio no existe. Todas esas promesas en otros sectores, como el Covid Free que no es más que una etiqueta que incluso puede llevar a engaño, que hablan de espacios libres de coronavirus, no pasan de ser meros instrumentos comerciales sin ningún fundamento científico hasta ahora, ya que por grandes que sean las precauciones, la posibilidad de que alguien con capacidad para contagiar deteriore ese entorno, es siempre real.

Tener bien definidos los protocolos tanto preventivos como curativos en los centros, es la condición para la apertura, y no tengo dudas de que a partir de la próxima semana estarán bien definidos y aplicados. Nos jugamos mucho en la educación, formación y desarrollo de los que son el futuro de nuestro país, para no tomar muy en serio y con toda la profesionalidad este proceso de vuelta al cole en los primeros años de formación de nuestros jóvenes.

Esto mismo es aplicable a toda la formación profesional, que en gran medida exige prácticas presenciales, difícilmente sustituibles en su totalidad por alternativas online. Con un elemento adicional aplicable a la formación de cualquier tipo, y es que compartir con el grupo es una vía especialmente eficaz de formación ya que el conocimiento, como he dicho en alguna otra ocasión, es una de las pocas cosas que crece inmediatamente cuando se comparte (si tres personas tenemos una idea cada una y las compartimos, automáticamente pasamos a tener tres ideas cada uno).

Es verdad que en los grados universitarios este tema se relativiza porque los alumnos tienen ya mucha más preparación previa y son más capaces de seguir y construir a partir de programas y actividades online -si previamente han sido formados en discriminación de la información útil de la inútil, de la que existe mucha en las redes-, además de que los campus virtuales en este caso están mucho más desarrollados y se usan con intensidad por toda la comunidad universitaria desde hace algunos años. Y aún así, la presencialidad sigue siendo muy importante; mucho más, incluso, en los estudios de postgrado, donde el valor de la interacción, del compartir, del trabajo en equipo, tienen un papel fundamental en la eficacia de estos programas.

Y, por supuesto, tras el verano muchos volvemos al trabajo después de las vacaciones o por reincorporación de ERTE asociados al problema sanitario que aún estamos sufriendo. Y lo hacemos de manera presencial o en modo teletrabajo en los casos en que es posible, pero sin exclusividad. El trabajo desde casa ha sido una buena solución en los momentos más duros de la pandemia, incluso ahora, que parece que algunos se empeñen en retomar a nivel individual la senda equivocada.

Pero el teletrabajo está aún por regular; son muchos los flecos que se deben abordar, lo que no facilita un desarrollo legislativo completo y útil a corto plazo para todas las empresas, contemplando, en mi opinión, el equilibrio entre presencial y a distancia, de manera que se sigan produciendo las interacciones directas entre los equipos, imprescindibles para consolidar culturas de empresa participativas, construyendo entre todos un proyecto empresarial sólido, capaz de hacer frente a los múltiples retos que, como nos ha enseñado la COVID-19, tenemos expresa o tácitamente todas las compañías.

Así que aquí estamos. De vu.

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