La actividad en Bolsa de los inversores minoristas europeos ha experimentado un «aumento significativo» durante el periodo de volatilidad causado por la irrupción del coronavirus en Europa, que provocó fuertes caídas bursátiles en febrero y marzo y una posterior recuperación de las cotizaciones.

Según un informe del servicio de estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME) -que cita a la autoridad bursátil europea, la ESMA-, este incremento se debe tanto a la incorporación de nuevos inversores particulares, que han abierto cuentas para operar en Bolsa a través de intermediarios especializados, como al mayor número de transacciones realizadas por inversores que ya estaban operando previamente.

Del mismo modo, se ha registrado un «fuerte aumento» de las consultas sobre los mercados bursátiles en las plataformas de información financiera. Según BME, en EEUU se ha producido un fenómeno similar.

Estos nuevos inversores minoristas son entre diez y quince años más jóvenes que los compradores habituales de las acciones francesas.

En la misma línea, las compras de acciones francesas por parte de inversores minoristas se multiplicaron por cuatro durante las seis semanas de alta volatilidad que los mercados vivieron en febrero y marzo, según la AMF, el supervisor bursátil francés. Mas de 150.000 nuevos inversores compraron acciones incluidas en el índice SBF 120 de la Bolsa francesa durante el mes de marzo.

Estos nuevos inversores minoristas son entre diez y quince años más jóvenes que los compradores habituales de las acciones francesas.

En respuesta a esta situación, los supervisores europeos y americanos han emitido alertas dirigidas a los intermediarios financieros para que extremen la precaución y garanticen la idoneidad de cada producto en función de los perfiles de los inversores.

Según el informe de BME, de momento las estadísticas disponibles en España y en Europa no permiten precisar si la entrada de nuevos pequeños accionistas compensa las eventuales salidas que se hayan podido producir.

Los datos actuales tampoco permiten concretar el efecto neto de este comportamiento en la estructura de propiedad de las acciones españolas cotizadas.