Las bodegas de Ribera del Duero ralentizan trabajo pero no pueden cerrar
Las bodegas de la Denominación de Origen Ribera del Duero han ralentizado su ritmo de trabajo, pero la gran mayoría no puede cerrar completamente. El ciclo de la vid y la necesidad de cuidar la calidad del producto, desde la vendimia, les obliga a mantener un mínimo de actividad a pesar del estado de alarma.
«Hay bodegas que no dependen del viñedo y posiblemente puedan cerrar temporalmente, pero en la Ribera del Duero la gran mayoría tenemos que estar abiertas; en el campo no se puede parar», explica Iker Ugarte, presidente de la Asociación Empresarial de Bodegas de la Ribera(Asebor). De hecho, si se viaja estos días por esta denominación de origen se puede comprobar que el paisaje está salpicado de vehículos o tractores esparcidos por las distintas parcelas.
Viticultores y obreros temporales, en solitario o guardando con creces las distancias de seguridad impuestas, terminan las labores de la poda o empiezan a recoger y quemar sarmientos. Después vendrá el arado del suelo.
«Las viñas no pueden quedar abandonadas», dice. De su cuidado depende la cantidad y calidad de la materia prima que se espera recoger dentro de unos meses, si se consigue reducir o parar la pandemia. «Es una situación complicada, pero esperamos que se vaya solventando», comenta Ugarte. Aunque lo peor, en su opinión, es la incertidumbre. «No sabemos qué hacer y no podemos poner parches porque no se sabe lo que va a pasar de un día para otro», añade.
Algunas bodegas están terminando de embotellar depósitos que tenían pendientes. Otras finalizando el vaciado o llenado de barricas. Se intenta no dejar flecos que puedan afectar a la calidad del vino.
Las ventas sí han empezado a frenarse, debido al cierre de hoteles, bares, restaurantes y a la paralización de cualquier evento de masas.
La exportación, si bien no se ha notado mucho hasta ahora, se acusará en los próximos meses, porque la pandemia es mundial y las medidas de contención también, explican los bodegueros ribereños.
Cree que el consumo en supermercados u online aún se mantiene, pero es apenas testimonial, si se compara con el canal horeca o la exportación. El enoturismo en la Ribera del Duero se frenó drásticamente incluso antes de las limitaciones de movilidad.
El presidente de ASEBOR apunta otro problema: los pagos. «Los ingresos de nuestros clientes se han visto paralizados y nos están trasladando parte del problema a las bodegas, vamos a ver cómo lo resolvemos».
Ante este panorama y el imprevisible futuro, las ayudas prometidas por el Gobierno no parecen, de momento, un gran alivio. «Son necesarias, pero hay que mirar la letra pequeña; por ejemplo, los ERT se hacen por cese de actividad, pero si cierras parcialmente…» reflexiona el presidente de Asebor.
Asegura que desde la sociación mantienen informadas a las bodegas, «pero también les aconsejamos que busquen un buen asesoramiento para evitar problemas a posteriori«.
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