MacDiego nació (desnudo y provocando) con el seudónimo de Diego Ruiz de la Torre Gómez de Barreda, allá por los años 60 del siglo pasado en València. Además de que no hay que confiar al 100 % de lo que sale en la Wikipedia, no soy el único que sospecha que en realidad nació en futuro muy, muy lejano y cayó aquí a través de un agujero espacio-temporal. Se hizo diseñador, publicista, editor de cómics y abrió una pionera galería de ilustración –La Guillotina-, en 1997, en un momento muy alejado del auge que atraviesa hoy el género. Pero, sobre todo, y aunque quizá lo niegue, es el gran propulsor de talentos de la Comunitat Valenciana en el ámbito del diseño, la ilustración y el cómic.

Como es imposible sintetizar en pocas palabras la dimensión de su figura -no hay otro MacDiego ni en València ni en ningún sitio-, dejaremos que se explique un poco en esta entrevista y les retamos a que se acerquen esta tarde a las 19h a la caseta 83 de la Fira del Llibre donde se presenta su autoeditado libro de memorias insólitas La vida es corta, ¡despedíciala!. 

«El libro lo he diseñado y editado yo, me encargo de todo, hasta de venderlo…Como creo que el proyecto es bueno, y he hecho lo que he querido, me la he jugado. Todos los grandes diseñadores que han sacado libros siempre ha encontrado alguien que se lo haya editado, yo los tengo todos y me encanta verlos. Pero como ya se sabe que MacDiego es tonto, pues se la juega. Tendré que vender un montón para recuperar la inversión. Estaré por la Fira todos los días y después sólo se venderá en la librerías más molonas de la ciudad».

-¿Has creado un nuevo género literario o de qué va esto?

-Ojalá hubiera creado algo, pero creo que ni siquiera como producto en sí es novedoso. Hace ya un montón de años que publico Ganadería Trashumante, una revista rara, y esto es un número más, sólo que 100% MacDiego. Las páginas ni siquiera están numeradas, porque da igual por dónde empezar. Refleja el tipo de lectura rápida que me gusta, ese momento en el que apetece leerse algo, pero no tener que concentrarse y abstraerse, sino que se pueden pasar unos minutillos y dejarlo. Una dosis fuerte de gamberreo para espabilar un rato.

Paula Bonet, que trabajó en el estudio de MacDiego, promociona el libro de memorias con total sinceridad. | MacDiego

-Sólo porque venga firmado por ti se espera que el voltaje sea grande.

-He intentado que tenga un efecto lo más parecido a si estás un poco de bajón y decides meter los dedos en un enchufe para animarte un poquillo. O a un par de guantazos en el cerebro para seguir haciendo cosas luego.

-Lo veo. Supongo que no habrás desperdiciado la oportunidad de homenajear a tus queridos falleros…

-Hay unas cuantas reflexiones sobre el mundo fallero. Ojo, creo que Las Fallas son algo que hay que preservar, mantener y continuar, por supuesto. Mi gran enemigo no es el mundo de Las Fallas, son los falleros. Y mis reflexiones creo que están bien, son para tener en cuenta, de hecho, si alguna institución fuera un poco inteligente debería hacer un tratado sobre el tema. Todo se puede escribir de forma más elegante de como está en este libro.

Un cartel, unas gafas, unos calcetines, y MacDiego (creo). | Foto: MacDiego

-Me sorprende que alguien como tú con tanto que contar no haya hecho ninguna especie de orden cronológico.

-En un principio sí que quería hacer una recopilación de lo que he ido publicando durante los años, en medios diferentes y en revistas de todo tipo, pero como tuve la suerte de tener un accidente de moto, de repente me vi con mucho tiempo libre. Hice limpieza de todo, me guardé las cosas que personalmente más me llegaban, o no se habían presentado o impreso bien en su momento, como una forma de hacer las paces conmigo mismo. Luego se me empezaron a ocurrir cosas nuevas. Si al principio iba a ser un 50% viejuno y un 50% novedoso, se ha quedado en un 90% de novedad. Insisto, gracias al accidente. A pesar de que hay gente que se cree que mi mundo está relacionado con las drogas, con el alcohol o con la velocidad, en realidad es todo lo contrario, muy soso, soy padre de familia numerosa y tengo responsabilidades. Además, ya me he recuperado del accidente y creo que para julio estaré listo para me puedan volver a atropellar, porque me ha venido muy bien: se ha portado fenomenal todo el mundo conmigo, he meditado, escrito un libro…

-Estoy seguro de que en tus memorias no te vas a poner ninguna medalla sobre tu papel fundamental como catalizador en el desarrollo de la cultura urbana en València, muy especialmente en lo que respecta al diseño y a la ilustración…

-…No tiene ningún sentido eso. Fue como que pasaba un río, me tiré y me dejé llevar por la corriente. Es lo único que he hecho.

-Si tú lo dices…. De todas formas, estoy bastante obsesionado con el momento que vivimos en la Comunitat respecto al diseño, la ilustración y el cómic. Pienso que pocas personas hay en tu posición para opinar sobre el tema. 

-València siempre ha tenido mucha fuerza en el mundo gráfico. Creo que hay una gran influencia del mundo fallero, porque cuando eres pequeñajo sales a la calle y te encuentras con todos esos monumentos, las neuronas te revientan y eso te deja una marca imborrable, no lo puedes evitar. Afecta a la concepción de la vida: todo te parece más atrevido, más exagerado, más bruto… Nuestros cartelistas de todas las épocas son famosos. Pero hacia finales de los 80, cuando también vivíamos un gran momento, apareció la informática. Eso es lo peor que le pasó a nuestra ciudad en cuanto a la ilustración. Toda la borrachera y la experimentación se repente se vio interrumpida por un aparato que también sirve para ilustrar y lo contamina todo, sobre todo a base del maldito programa llamado Photoshop. Eso supuso una democratrización tan bestia a nivel mundial, que se perdió un montón de talento, no sólo aquí. Por suerte, esa fiebre ya terminó. Ahora ha pasado a ser como las ceras, las acuarelas o el óleo, una herramienta para trabajar. En muchos sitios ha desaparecido la fiebre por la ilustración, pero en València, por nuestra tradición, se sigue manteniendo. Por tanto, no ha sido un resurgir, sino que se han puesto las cosas en su sitio. Una vez más, somos líderes, o potencia, no sé cuál sería la palabra, una referencia de lo que pasa en el mundo de la ilustración.

Su buen amigo Paco Roca le dedica unas sentidas palabras. | MacDiego

-Entonces, ¿ninguno de los grandes nombres que tenemos en el panorama ahora mismo, y que tan bien conoces, Paco Roca, Paula Bonet, no utilizan Photoshop ni ningún tipo de técnica informática?

–Paula ni se acerca, no quiere saber nada de él. Y Paco, cuando pasó aquella borrachera de los 90, se lo quitó de encima. Lo utiliza sólo como técnica, no como una investigación para añadir efectos y cosas que contaminen. La creación es un proceso que hace completamente a mano, y hay un momento donde interviene la informática que es, posiblemente, el más aburrido de todos, el de colorear y esas cosas. Lo hace con el Photoshop probablemente por una cuestión de higiene y velocidad, sin mayor protagonismo. Está bien para imprimir y cosas así, no voy a renegar de la tecnología, pero sólo cuando se utiliza como un sacapuntas, no para buscar efectos nuevos ni nada de eso.

-Pero Mariscal me dijo que era muy feliz creando con su iPad…

-Yo hablo con él mucho de eso. Como soy un poco reacio a la tecnología dice que soy un viejo desfasado. Pero él lo hace de maravilla, utiliza la tecnología sin que parezca que es tecnología.

-¿En qué va a consistir la presentación de tus memorias hoy en la Fira?

-Va a ser un poco institucional, alguien que presenta un libro, y como después de mí hay otra presentación, sólo tengo 40 minutos. Tiraré de improvisación, yo sólo en la mesa, y un montón de amigos entre el público. Y espero que todos esos amigos me insulten. Pido por favor que no hablen bien de mí. Ya sé que es complicado, pero que hagan el esfuerzo de sacar los platos sucios.