Club de Mentores de la Facultad de Economía: un compromiso de generosidad
«Este año cumplimos el 50 aniversario de la facultad, con 8.000 estudiantes entre grado y posgrado. Somos la n.º 1 en intercambio internacional de alumnos, 1.300 este año, 800 que vienen y 500 que se van. Además, tenemos 1.200 estudiantes haciendo prácticas en 700 empresas de la Comunitat”.
Estos datos aportados por José Manuel Pastor, decano de la Facultad de Economía sirven para contextualizar la potencia del centro académico de la Universitat de València (UV) que ha acogido en tiempo récord -se ideó hace menos de un año, según su directora académica Marisa Quintanilla– la experiencia piloto del Club de Mentores. Quintanilla consiguió la colaboración desinteresada de 21 directivos de diferentes empresas, la mayoría exalumnos de la Facultad, para participar en el MBA de este curso.
“Se creó una nueva comisión académica de un MBA en el que damos clase la mayoría de los departamentos de la Facultad. Pensamos qué podíamos hacer para que los estudiantes tuviesen una colaboración externa aparte de la formación dada por los profesores y cómo podían transmitir a nuestros estudiantes una ayuda y una formación adicional a la que ya tenían; el Decanato nos dio todo el apoyo desde el principio”, nos contó Quintanilla.
El MBA reunía las características óptimas para poner en marcha el programa piloto ya que, siguiendo con las palabras de la directora académica,”es un grupo reducido de estudiantes, tenemos 30 y pensamos que era un buen número para probar la idea. Además, en el MBA están ya preparándose para empezar a trabajar, el salto profesional lo tienen mucho más cercano. Hicimos una preselección de mentores, estudiamos a quién podíamos llamar… y todos dijeron que sí”.
Diseño del proceso
Francisco Duato, socio de ONEtoONE Corporate Finance, firma especializada en el asesoramiento en fusiones y adquisiciones y presidente del Club de Mentores, describió su reacción de forma natural cuando le llegó la propuesta: “Cuando me llamó Marisa, casi se me saltan las lágrimas. Yo, que sin pasar exactamente el mismo proceso realmente formalizado, tuve ese apoyo y ahora lo podemos institucionalizar, dotarlo de medios y, además, de los currículos de las personas que están, gente de primer nivel, se convierte en una de esas cosas a las que uno no puede decir que no”.
“Una vez definido cómo llegan los alumnos, el siguiente paso fue concretar qué les ofrecemos. Los mentores pretendemos actuar como orientadores en su vida laboral; por tanto, nos ponemos a su disposición para poder satisfacer sus inquietudes: qué es lo que quiere hacer y en base a nuestra experiencia le intentamos servir de guía”.
Marisa Quintanilla, alma máter de la propuesta, describió el punto de inicio del funcionamiento del Club. “Los estudiantes, una vez leyeron los currículos y tuvieron acceso a los mentores, preseleccionaron un máximo de cinco. Posteriormente, hubo un encuentro en el que cada estudiante se entrevistó con los mentores intentando que estos les seleccionaran; al final es el mentor el que elige al estudiante”.
Como en toda aventura pionera, durante su desarrollo se pueden producir cambios de orientación; la evolución de las novedades nunca se puede dar por prefijada. Duato explicó que, entre los mentores, “hubo quien estaba más solicitado, aunque hubiera que elegir a un alumno. De todos modos, esto no se trata de una apropiación exclusiva en el que a quien yo haya elegido no lo pueda tocar nadie; todo lo contrario. Durante esa relación puede ocurrir que a algún alumno le surja interés por otro tema y, con toda la humildad del mundo, si consideramos que hay otra persona que le puede ayudar mejor para ese camino que quiere explorar, estamos todos a disposición de todos. El único objetivo es poder orientar”.
Asimismo, Quintanilla aprovechó para remarcar que “hay que tener en cuenta que el club es una actividad extraacadémica, de adscripción voluntaria por parte de los alumnos”.
El primer paso hacia el futuro
El decano de la Facultad indicó que “en nuestros tiempos de estudiante, una iniciativa así no se podría ni haber planteado por el número de alumnos. En mi caso concreto, estudié en clases de 200 alumnos”.
“En cambio, –prosigue Quintanilla–, quienes nos hemos quedado en la Facultad sí que hemos tenido el apoyo de un profesor. El director de tesis, en realidad, es un mentor. Pero quienes van al mundo de la empresa no tienen esa compañía”.
A comienzos del pasado mes de marzo, tuvo lugar una reunión del Club en el que sus diferentes miembros valoraron los primeros meses de actividad. Su presidente indicó que “todos hemos tenido como mínimo un contacto con nuestros alumnos mentorizados y luego cada cual ha orientado el proceso como ha considerado. Hay quien está en compañías muy grandes y los ha invitado y presentado al equipo directivo, incluso les han dado cabida en reuniones de trabajo. Se trata de que conozcan cómo es el día a día del trabajo de un directivo, cómo se relacionan con el resto de personas de la compañía, cómo abordan el análisis previo a una toma de decisiones…”. Quintanilla abundó en la cuestión de que “para los alumnos, tener la oportunidad de sentarse con los mentores durante una hora es fantástico. Se debe tener en cuenta que hay quien está mejor relacionado, y muchos otros que no tienen acceso a profesionales de este nivel, y lo han conseguido desde la educación pública”.
Los tres comentaron que la sensación general es que mediante el innovador proyecto han dado con la “tecla buena”, lo que se demuestra con las ambiciosas metas que se marcan: gradualmente –tal vez dos másteres más el próximo curso– se irá aplicando la fórmula a los que se consideren más maduros para su introducción. El gran objetivo final es ampliarlo a la totalidad de los 16 másteres de la Facultad. Un objetivo ambicioso que cuenta con una base sólida: La única obligación que asumen los alumnos cuando son aceptados dentro del club es estar dispuestos a ser mentores en el futuro. “Es cuestión de generosidad”, afirmó Duato. “Devolver a la sociedad lo que la sociedad te ha dado”, concluyó Marisa Quintanilla.