Jueves, 25 de Abril de 2024
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El empresario y el prestigio social

Departamento de Economía y Empresa Universidad CEU Cardenal Herrera

2016-sept-OPI-CEU-Enrique-LluchEn la semana en que escribo este artículo he tenido que acudir a un entierro. Un vecino de mi población falleció después de un tiempo enfermo, a una edad a la que muchos querríamos llegar. La iglesia se llenó de personas que quisimos darle el último adiós y acompañar a su familia en ese momento siempre triste en el que alguien nos abandona para siempre. Fue una despedida sentida de alguien muy querido por mucha gente, por todas esas personas que abarrotamos el templo y acompañamos a sus familiares. Muchos de ellos eran trabajadores de la empresa familiar que él había dirigido junto a estos durante muchos años. Esa empresa que habían heredado él y su hermano y que ahora sostiene la tercera generación de la familia.

Comienzo con este homenaje porque quiero resaltar aquí la figura de las personas que, como el fallecido y sus familiares, son queridos no solo por su manera de ser, sino también por cómo han vivido su vocación de empresarios. En un momento en el que el ser empresario parece ser sospechoso ante los ojos de muchas personas, es bueno recordar cuáles son las claves que dan lustre a esta vocación, que hacen que las personas que desempeñan esta labor sean reconocidas por sus trabajadores, por sus vecinos y por quienes les conocen.

Reflexionar sobre estos elementos que hacen grande la función social del empresario y de las empresas que construyen es afianzar a la empresa como una institución positiva para la sociedad y a aquellos que saben dirigirlas en la dirección adecuada, como líderes que colaboran en la construcción de una sociedad mejor para todos.

La primera clave para lograr esta finalidad es entender la empresa no como un medio para ganar dinero o hacerse rico, sino como un medio para ganarse la vida. Estas dos concepciones son totalmente distintas y con frecuencia antagónicas. Ganarse la vida supone pensar en el largo plazo, hacer de la empresa una vocación, sentir la empresa como algo que no solo me va a permitir vivir a mí, sino a todos los empleados que van a colaborar conmigo o mi familia en esta aventura. La rentabilidad no está, aquí, al servicio del enriquecimiento, sino de la vida. De la vida de sus empresarios, pero también de todos sus trabajadores, de todos quienes permiten con su trabajo diario que la rentabilidad acabe repartiendo riqueza para todos.

Otro aspecto importante de esta labor es la preocupación por el producto o servicio ofrecido. El reconocimiento a la labor de una empresa proviene también de una preocupación especial por producir un bien o servicio que cumpla bien su labor social. No se trata tan solo de ser competitivo y ofrecer un producto más barato que la competencia, sino de ofrecer un bien o servicio que cumpla con las expectativas de sus compradores, que sea de fiar, que genere confianza, que sea apreciado por quien acaba adquiriéndolo, consumiéndolo o utilizándolo. La preocupación por el trabajo bien hecho, por la honradez y por la correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace, son aspectos valiosos que permiten mantener ese reconocimiento social a la empresa y a sus dirigentes.

Preocuparse más por la empresa a largo plazo que por el beneficio a corto también supone articular adecuados sistemas de transmisión de la empresa a la siguiente generación. Un protocolo familiar bien articulado y consensuado por todos permite concentrarse en lo clave de la empresa, es decir, en producir bienes y servicios útiles para la sociedad. El apego al lugar en el que se trabaja y de dónde provienen la mayoría de los trabajadores también es una condición esencial para lograr esta empresa que se mantiene en el tiempo y que cumple correctamente su función social.

Por ello, cuando se entiende que una empresa es una institución que crea empleo digno y con salarios dignos en la zona en la que trabaja, que quiere ser un medio para que sus trabajadores puedan vivir dignamente y cooperar en una labor positiva para la sociedad, como es la producción de un determinado bien o servicio, y que potencia el entorno social, cultural y medioambiental en el que trabaja, sus directivos y líderes son reconocidos por todos como constructores de una sociedad mejor y la empresa es una institución querida en el lugar en el que se asienta.

Cuando se escucha esta manera de trabajar, uno puede preguntarse por qué, entonces, hay tanta prevención en contra de los empresarios en algunos sectores de la población, si los empresarios cumplen una importante labor social dirigiendo y liderando estas instituciones tan útiles para la vertebración de la sociedad.

La respuesta la podemos encontrar en que algunos de ellos han perdido su vocación social y han convertido sus empresas en maquinarias de producción de beneficios para sus accionistas, en las que los trabajadores han pasado a ser simples factores de producción cuyo coste hay que minimizar a toda costa y en las que la sensibilidad hacia el entorno medioambiental, social y humano es prácticamente nula. Lo único válido en estos casos es el rendimiento que obtienen sus trabajadores-accionistas gracias a la gestión de la empresa.

Esta clase de empresario ha resultado más mediático que el anteriormente nombrado, lo que ha conformado una idea negativa de todos ellos. Recuperar la esencia de la empresa, potenciar su función social por encima de la visión reduccionista de la empresa, comunicar y resaltar en los medios de comunicación estas empresas volcadas en la mejora de la sociedad, es una labor necesaria para revalorizar una labor dura, valiente, socialmente responsable y, por desgracia, a veces poco reconocida

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