Los auditores se vuelven más minuciosos

Los auditores se vuelven más minuciosos

Javier Martínez, BDO

Javier Martínez, BDO

En general y como en todas las profesiones y negocios, la crisis ha provocado cambios fundamentales, incluso en el trabajo del auditor: “desde la aceptación o reaceptación de un cliente en función de su perfil de riesgo, pasando por las fases de planificación, donde se involucra más el socio responsable del trabajo o la ejecución misma del trabajo, con especial énfasis en las áreas de mayor riesgo como puedan ser valoraciones de activos, fondos de comercio, continuidad de operaciones… hasta el cierre del trabajo donde nos exigimos revisiones de calidad superiores”, pone de manifiesto desde BDO, su socio Javier Martínez.

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Al respecto, Artemio Milla, presidente de Altair | Soluciones Reales, subraya cómo se ha vuelto especialmente significativa la fase de planificación. “Un mejor trabajo de planificación, buscando la identificación de riesgos y debilidades de control interno, otorga al auditor mayor grado de seguridad y confianza de la detección de fraudes e irregularidades. En la situación de crisis actual, solicitar a las empresas detalles extracontables (auxiliares) o la revisión de estados financieros intermedios supone, en muchas ocasiones, la detección de ajustes o aspectos a corregir por parte de la sociedad al efecto de presentar unos estados que reflejen de forma adecuada su situación financiera y patrimonial”, explica Milla.

Andrés Gurrea, Grant Thorton

Andrés Gurrea, Grant Thorton

Andrés Gurrea, socio de Grant Thornton pone el acento en la mayor atención que supone la prevención de operaciones inusuales o de tratamientos contables arriesgados.

En definitiva, estos últimos años, en opinión del socio director general de Auren, Rafa Lluna se ha agudizado el estrangulamiento en la profesión de auditoría “entre, por un lado, el incremento en la dedicación a los proyectos debido a mayores requerimientos de calidad por parte del ICAC, con la inminente llegada de las nuevas normas internacionales de auditoría; el mayor escepticismo del auditor respecto a los riesgos de valoración de los balances (deterioros, valores razonables…) y los problemas de continuidad de las compañías; y por otro lado, la disminución significativa de los honorarios de auditoría por la reducción de sociedades obligadas a auditarse y el aumento de la competencia entre las firmas”.

No obstante, su trabajo, ha de ser cada vez más minucioso. Entre los aspectos que los auditores señalan para ser analizados con especial detenimiento a tenor de la crisis destacan: el deterioro de los activos, la capacidad para hacer frente a las deudas financieras, la política o calidad de la gestión de los administradores y los planes de negocio o viabilidad de la empresa, según enumera Lluna.

Para Milla, con especial interés hay que analizar los deterioros. “Aparte del típico análisis de morosidad de clientes y deterioro de existencias, cobra especial importancia el deterioro de los activos no corrientes, como los inmuebles y los gastos capitalizados de investigación y desarrollo”.

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Artemio Milla, Altair | Soluciones Reales

Otro aspecto a tener en cuenta, según el presidente de Altair es la capacidad de la empresa respecto al pago de deudas, tanto comerciales como no comerciales, “ya que el incremento continuado del pasivo corriente puede llevar a la empresa a una situación de concurso de acreedores”, señala.

Otro de los problemas que pone de manifiesto Milla, son los cambios de criterio con respecto al ejercicio anterior. “Estos cambios de criterio deben estar debidamente documentados y el auditor debe comparar el efecto de este cambio en los estados financieros, al efecto de determinar el impacto en las cuentas anuales”.

Coinciden Gurrea y Martínez al señalar como especialmente sensibles, además de la valoración de los activos –por falta de mercado de negociación u otras causas–, los riesgos relacionadas con la reducción de liquidez en los mercados financieros que pueden llegar a afectar el principio de empresa en funcionamiento,“si finalmente la empresa no tiene capacidad de renovar su financiación para hacer frente a sus compromisos”, asegura Martínez.

Este principio, según el socio de BDO, es uno de los aspectos que mayores divergencias plantea en la relación con los clientes: “los problemas vienen relacionados con los planes para obtener financiación bancaria, el cumplimiento de cláusulas y ratios en los préstamos, el cumplimiento de los flujos de caja de los planes de negocio basados parcialmente, en ventas de activos para los que no existe mercado o su precio actual no se corresponde con las expectativas de generación de caja de la empresa y en otros casos, en hipótesis de muy difícil cumplimiento en un entorno muy complicado…”, explica Martínez. Añade también como punto de controversia las valoraciones de activos, desde inmovilizados, fondos de comercio, cartera de inversiones a su valor razonable hasta las existencias, cuentas por cobrar, etc.

“En empresas con pérdidas significativas, también surgen divergencias respecto de la activación de los créditos fiscales derivados de bases imponibles negativas”, concreta Andrés Gurrea, socio de Grant Thornton.

Artemio Milla confirma que en lo relativo a deterioros “empresas y auditores tenemos distintos criterios o perspectivas”. “Con respecto a los deterioros de clientes y existencias, los clientes poco pueden hacer para justificarnos la no provisión de saldos de balance, lo que en muchas ocasiones está dando lugar a opiniones con salvedades”. Por lo que respecta al deterioro de los gastos activados de investigación y desarrollo, el presidente de Altair recomienda a las sociedades que realicen un informe que permita al auditor dar razonabilidad a la recuperación de estos activos vía ingresos en la cuenta de resultados.

Rafael Lluna, Auren

Rafael Lluna, Auren

El socio director de Auren, por su parte, confirma que en los últimos años las mayores divergencias han venido por establecer incertidumbres respecto a los aspectos antes comentados que pueden tener su impacto en las cuentas anuales. “Con la nueva norma técnica sobre informes de auditoría, las incertidumbres se tratan como un “párrafo de énfasis” sin condicionar la opinión de auditoría, siempre y cuando dichas incertidumbres estén bien explicadas en la memoria. «Este tipo de párrafos, aun no suponiendo una cualificación de la opinión de auditoría, han supuesto divergencias con los clientes”, explica Rafael Lluna, quien insiste, “sin una correcta explicación detallada en la memoria de los factores mitigantes de dichos riesgos o sin un plan fiable de negocio, dichas incertidumbres suponen una salvedad”.

REPERCUSIÓN EN VENTAS Y RESULTADOS

Son pocas las empresas que no han visto reducida su cifra de negocio en estos últimos años. “La clave ha sido cómo los gestores de las compañías han sido capaces de adaptar sus cuentas da dichas reducciones. Algunos sí han podido ajustar los costes y otros han entrado en unos años continuados de pérdidas. En algunos casos, los patrimonios netos han podido soportar dichas pérdidas, mientras en otros se ha entrado en situación de desequilibrio patrimonial”, admite el responsable de Auren.

No obstante, Lluna asegura que hace un par de años que se han dejado de ver reducciones significativas de cifras de negocio. “Incluso en el ejercicio 2013 se ven bastantes variaciones positivas respecto al año anterior. Desde 2010 el esfuerzo se ha centrado en la estabilización de las cuentas, patrimonios y deudas”, indica.

Reitera la misma realidad Andrés Gurrea, socio de Grant Thornton: el deterioro del importe neto de la cifra de negocios ha repercutido negativamente en los resultados empresariales, lo que unido a la reducción del flujo de créditos concedidos por las entidades financieras, ha generado “tensiones de tesorería significativas, hasta el punto que, muchas de ellas, se han visto obligadas a pasar por una situación concursal”.

“Aquellas empresas –continúa– en las que han quedado afectados de forma significativa su patrimonio, su situación financiera y sus resultados, han generado dudas a los auditores con respecto a su capacidad para continuar con su gestión, lo que ha acabado repercutiendo en los informes de auditoría con incertidumbres en relación a su continuidad en el futuro”, añade el auditor.

En este contexto, Artemio Milla recuerda que el trabajo de auditoría hace especial hincapié en la detección de posibles deterioros omitidos, ya que si la sociedad no es capaz de ajustar su cuenta de resultados a los nuevos niveles de cifra de negocios, lo normal es que caiga en pérdidas. “Ante el difícil acceso al crédito bancario, el objetivo de las compañías es obtener un resultado positivo con el fin de proporcionar una imagen saneada al banco. Es por esto que la detección de gastos o deterioros no contabilizados por la sociedad cobra un papel muy importante para poder emitir una opinión que se ajuste a la realidad de la empresa”.

Otra realidad que saca a la luz el socio de DBO, Javier Martínez, es que los años de crisis han supuesto la desaparición de clientes para las firmas de auditoría, sobre todo las de menor tamaño, bien por la propia desaparición de empresas o bien por la reducción de sus volúmenes de negocio que las sitúan por debajo de los límites legales de auditoría. “Ello ha supuesto la necesidad de adaptar nuestro negocio potenciando otros servicios como apoyo a la internacionalización, outsourcing, reestructuraciones, procedimientos concursales… por ello hoy nos encontramos con firmas auditoras más flexibles y mejor preparadas para hacer frente a los nuevos cambios en la demanda”, confía Martínez.

Fruto de esta situación de crisis son muchas las compañías que han adoptado medidas más o menos potentes de reingeniería y/o reinvención del propio modelo de negocio. “Los cambios significativos, ya sean de carácter geográfico, por la apertura de nuevos mercados, como sectoriales, al introducir nuevas actividades o abandonar algunas de las existentes, requieren de una actualización continua de nuestro conocimiento de la entidad y valoración de los nuevos riesgos que surgen como consecuencia de los cambios introducidos”, subraya Andrés Gurrea.

Pero, ¿cómo establecer comparaciones interanuales en las cifras de una compañía cuando se han producido cambios relevantes en su modelo de negocio?

Para el socio de Grant Thornton las comparaciones interanuales se realizan aplicando estrictamente el Plan General de Contabilidad, es decir, “dando toda la información relevante requerida, especialmente la comparativa, para obtener una idea bastante clara de la evolución de los negocios y de qué ha pasado en la empresa”.

Para Javier Martínez, socio de auditoría de BDO: “Cuando se producen cambios de criterios o estimados contables, errores en las cuentas anteriormente formuladas o cambios en la clasificación de las cuentas, la normativa contable contempla su tratamiento y, normalmente salvo que el auditor esté de acuerdo, requerirán desgloses adicionales en la memoria de las cuentas anuales y en determinados casos algún párrafo de énfasis para destacar algún hecho concreto”.

Lluna reconoce que Auren se ha visto obligada a incrementar sus esfuerzos en el análisis de los planes de negocio, presupuestos, etc. “Ha supuesto centrarnos más en comparar la situación actual con las previsiones y proyecciones. En algunos casos ha sido complicado obtener una correcta fiabilidad de los presupuestos, planes de negocio y propuestas de refinanciación y ha sido fundamental la calidad de los gestores de la sociedad y cómo ha transmitido el control de la situación a terceros ajenos a la sociedad”, concreta.

Desde Altair, Artemio Milla explica que si el cambio es muy significativo, en lugar de enfocar la auditoría como recurrente, habrá que tratarla como nueva. “Esto supone, situarnos en un menor nivel de aceptación de riesgo y probar de nuevo los controles con un mayor nivel de precisión y alcance, e identificar aquellos gastos/ingresos o inversiones/financiaciones que no son recurrentes y que han sido debidos al proceso de cambio para poder llevar a cabo las comparaciones interanuales”.

De cara al futuro, los profesionales entrevistados creen que la auditoría seguirá jugando un papel muy importante desde el punto de vista de dar seguridad, fiabilidad y transparencia a los mercados financieros a través de la revisión de los estados financieros de las compañías. No obstante, creen que necesita evolucionar para ofrecer más y mejor información sobre el desarrollo actual y las perspectivas futuras, fortalezas y riesgos de la empresa auditada.

“Probablemente a futuro deberíamos dar más transparencia de todo lo que vemos durante el desarrollo de la auditoría y mejorar nuestros informes, poniendo en valor nuestra profesión. Hasta ahora, estos informes resumen si los estados financieros están conformes a unas normas contables determinadas, pero hay mucho trabajo por nuestra parte que, bien tratado y explicado, podría ofrecer seguridad a los distintos agentes (consejos de administración y comités de auditoría, inversores, reguladores, proveedores…) sobre los riesgos que afectan a la compañía, sus expectativas de negocio futuro, tratamiento del gobierno corporativo, etc.”, indica Javier Martínez, o incluso “aspectos de responsabilidad medioambiental, gestión de los administradores…”, añade Rafael Lluna.

Otro asunto que va a influir en el desarrollo de la profesión en los próximos años es la reciente aprobación por parte del parlamento europeo de los requisitos específicos para la auditoría legal en las Entidades de Interés Público (EIP) y sobre la modificación de la Directiva de Auditoría. Así, destacan la obligación de cambiar de firma auditora cada diez años en el caso de EIP, una lista de servicios prohibidos distintos a la auditoría, en particular los relacionados con la asesoría fiscal y los ligados a la estrategia financiera y de inversión, y un tope del 70% de los ingresos por servicios no relacionados con la auditoría que no estén prohibidos.

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