Shanghái es mucho más que rascacielos gigantescos
Adentrarse en China parece un reto sencillo, pero sus dimensiones, su idiosincrasia, sus ciudades, su cultura, etc.; todo queda fuera de nuestras proporciones habituales. Es como un universo propio dentro del nuestro. Por motivos de trabajo, he estado en varias ocasiones en Shanghái y cada vez descubro un rincón nuevo, una experiencia diferente.
Cuando hablamos de esta ciudad, debemos imaginarnos que solo en ella vive la población equivalente a Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Aragón, Cataluña, Castilla y Leon, Baleares, La Rioja y Navarra, y aun podríamos poner alguna comunidad más, como la valenciana, para estar en esos cerca de 24 millones de habitantes. Prácticamente, la mitad norte de España residiendo en una sola ciudad; desde luego, una de las mayores del planeta.
Su ubicación en el delta del río Yangtsé, en la costa del mar de China, le ha dado una evolución enorme y ha mezclado, a veces de forma desordenada y a nuestros ojos un poco caótica, pero sugerente y vibrante siempre, aspectos de la vida y cultura milenaria china, con el feroz desarrollo occidental. Por ejemplo y por poner un ejemplo de su nivel de actividad, Shanghái es el mayor puerto del mundo.
El sky line moderno
Al visitar Shanghái es imprescindible –a ti también te ocurrirá lo mismo–, recorrer el barrio del Pudong, el distrito financiero de la ciudad, donde se encuentra el mayor mercado de valores del país asiático. Su sky line, a imagen y semejanza de Nueva York, es inconfundible. Seguro que lo habéis visto muchas veces en imágenes, películas de cine o reportajes de TV, con la Oriental Pearl Tower, la Jin Mao Tower o el Shanghái World Financial Center.
Se tiene la sensación de estar en otra dimensión. Y al igual que en Nueva York es una visita casi obligada subir el One World Trade Center (el gigante que se ha levantado en el lugar que antes ocupaban las torres gemelas de World Trade Center) o al Empire State Building, la mejor forma de tener una visión global del Shanghái más moderno es subir a la Torre de Shanghái, con 632 metros de altura; casi 100 metros más que el One World Trade Center y casi 300 más que el Empire State Building.
Pero más allá del distrito financiero, esta vez me gustaría que fuera diferente y los barrios suburbanos de Shanghái son realmente una joya para el apasionado viajero, donde recorrer y perderse por aquello que solemos buscar como especial en un viaje.
El Shanghái milenario
El pueblo antiguo de Xichang, con canales de agua, tiene prácticamente la mayoría de su arquitectura original desde la dinastía Ming y Qing. Y pasear por el pueblo antiguo de Qibao, igualmente con canales, que ha sido integrado con la ciudad en su crecimiento, pero lleno de museos, comercios y viviendas tradicionales chinas, es una experiencia preciosa y anacrónica.
Algo más alejado, pero que de todas forman vale la pena recorrer, es el distrito de Jinshan, que ha integrado en la urbe el pueblo de Fengjing. El mismo escenario –canales, casas antiguas, etc.–, pero aquí podemos atravesar los canales a través de sus puentes de piedra, que permanecen como impasibles al paso del tiempo, al igual que la vestimenta de su población, el ir y venir de bicicletas, alejados de los típicos rascacielos. La parte más antigua de esta ciudad tiene 1.500 años de antigüedad.
Las paredes están encaladas, los techos son de teja cubierta en negro. Son de esos lugares que el turista pierde la ocasión de disfrutar por falta de tiempo, por falta de conocimiento o porque solo se tiene la imagen de esta ciudad a través de ver su centro, sus rascacielos y por sus tiendas.
Aquí se encuentra un centro de pintura campesina. Es una actividad frecuente verlos pintar con mucho colorido las escenas de su vida, de su entorno, de una forma simple, pero poderosamente atractiva.
En el distrito de Qingpu podemos disfrutar de los jardines tal y como los imaginamos en oriente. Me encantó pasear por los Jardines Que Shui, de la dinastía Qing, uno de los cinco jardines más antiguos de Shanghái. Además de su enorme belleza, tenemos la suerte de que no son muy transitados por los viandantes.
Así que, si decides conocer esta ciudad, te recomiendo que reserves tiempo para conocer esos otros rincones de Shanghái y no quedes absorbido por su centro –al menos no exclusivamente–, y organices escapadas a los pequeños pueblos, jardines y canales que encierra la ciudad. Encontrarás la belleza de China, con su sabor más tradicional y amable.
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