Qué es la Doctrina Monroe y por qué EE. UU. la sigue aplicando hoy
Qué es la Doctrina Monroe, cómo surgió y por qué sigue marcando la política de Estados Unidos en América Latina y la geopolítica actual.
La Doctrina Monroe es uno de los pilares históricos de la política exterior de Estados Unidos y, pese a haber sido formulada en el siglo XIX, sigue influyendo de manera decisiva en la geopolítica contemporánea, especialmente en la relación de Washington con América Latina.
A lo largo de más de dos siglos, esta doctrina ha sido reinterpretada, adaptada y utilizada para justificar intervenciones diplomáticas, económicas e incluso militares en el continente americano. Entender qué es la Doctrina Monroe, cómo surge y por qué continúa vigente resulta clave para analizar muchos de los conflictos y tensiones actuales en el hemisferio occidental.
Qué es la Doctrina Monroe: definición y principios básicos
La Doctrina Monroe es una política exterior formulada por Estados Unidos en 1823, durante la presidencia de James Monroe, cuyo principio central establece que cualquier intervención de potencias europeas en los asuntos del continente americano sería considerada una amenaza para los intereses de Estados Unidos.
Su formulación clásica se resume en tres ideas fundamentales:
- No colonización: las potencias europeas no deben establecer nuevas colonias en América.
- No intervención: cualquier intento de interferencia europea en los países americanos será visto como una agresión.
- Neutralidad recíproca: Estados Unidos, a cambio, se compromete a no intervenir en los asuntos internos de Europa.
En su origen, la Doctrina Monroe tenía un carácter defensivo. Estados Unidos era entonces una nación joven, con recursos limitados, que buscaba proteger a las nuevas repúblicas latinoamericanas frente a un posible intento de recolonización por parte de las potencias europeas tras las guerras de independencia.
El contexto histórico de su nacimiento
Para comprender la Doctrina Monroe es imprescindible situarla en el contexto del siglo XIX. Tras la derrota de Napoleón y la restauración de las monarquías europeas, existía el temor de que España, Francia o el Reino Unido intentaran recuperar sus antiguos territorios en América.
Estados Unidos, aunque todavía no era una gran potencia, percibía que la estabilidad del continente americano era clave para su propia seguridad y desarrollo económico. Con el respaldo implícito de Reino Unido —interesado en mantener abiertas las rutas comerciales—, Washington proclamó la Doctrina Monroe como una advertencia política más que como una amenaza militar real.
Durante décadas, la doctrina tuvo un impacto limitado, ya que Estados Unidos carecía de la capacidad para imponerla de forma efectiva. Sin embargo, su importancia simbólica fue creciendo con el tiempo.
De doctrina defensiva a instrumento de poder
El verdadero giro en la aplicación de la Doctrina Monroe se produjo a finales del siglo XIX y comienzos del XX, cuando Estados Unidos emergió como potencia regional y, posteriormente, global.
Un momento clave fue la formulación del Corolario Roosevelt en 1904, impulsado por el presidente Theodore Roosevelt. Este añadido transformó la doctrina original al sostener que Estados Unidos tenía el derecho de intervenir en los países latinoamericanos si consideraba que existía inestabilidad, impago de deudas o riesgo de intervención europea.
Desde entonces, la Doctrina Monroe pasó de ser una política de protección frente a Europa a convertirse en un instrumento de hegemonía regional, utilizado para justificar intervenciones en países como Cuba, Nicaragua, Haití, República Dominicana o Panamá.
La Doctrina Monroe durante la Guerra Fría
Durante la Guerra Fría, la Doctrina Monroe adquirió una nueva dimensión. El enemigo ya no era Europa, sino la Unión Soviética y la expansión del comunismo en el hemisferio occidental.
Estados Unidos recurrió a esta doctrina para legitimar su intervención directa o indirecta en América Latina, apoyando golpes de Estado, regímenes autoritarios y operaciones encubiertas con el objetivo de frenar la influencia soviética.
Casos como Cuba, Chile, Nicaragua o El Salvador ilustran cómo la Doctrina Monroe sirvió de marco ideológico para una política exterior basada en la seguridad y el control geopolítico del continente.
¿Sigue vigente la Doctrina Monroe en el siglo XXI?
Aunque muchos analistas dieron por superada la Doctrina Monroe tras el fin de la Guerra Fría, la realidad es que sigue presente, aunque con un lenguaje distinto, en la política exterior estadounidense.
En el siglo XXI, la doctrina se ha reinterpretado frente a nuevos actores globales, especialmente China y Rusia, cuya creciente presencia económica, energética y militar en América Latina es percibida por Washington como una amenaza estratégica.
La oposición de Estados Unidos a la influencia china en sectores clave como el petróleo, las infraestructuras o las telecomunicaciones en países latinoamericanos refleja una lógica claramente heredera de la Doctrina Monroe: impedir que potencias externas consoliden posiciones de poder en el hemisferio.
Doctrina Monroe y economía: energía, comercio y recursos estratégicos
Más allá de lo político y militar, la Doctrina Monroe tiene una dimensión claramente económica. América Latina es una región rica en recursos naturales estratégicos, como petróleo, gas, minerales críticos y productos agrícolas.
El control o la influencia sobre estos recursos ha sido históricamente una prioridad para Estados Unidos. En este sentido, la doctrina ha servido para justificar políticas destinadas a proteger intereses empresariales, garantizar el acceso a materias primas y asegurar rutas comerciales.
En el contexto actual, esta lógica se extiende a sectores como la energía, las cadenas de suministro y la seguridad tecnológica, reforzando la relevancia económica de la Doctrina Monroe.
Críticas y controversias
La Doctrina Monroe ha sido objeto de fuertes críticas, especialmente desde América Latina. Para muchos países de la región, ha funcionado como una herramienta de dominación, limitando la soberanía nacional y justificando intervenciones que han tenido consecuencias políticas, sociales y económicas duraderas.
También desde el punto de vista del derecho internacional, su aplicación ha sido cuestionada por contradecir principios como la no intervención y la autodeterminación de los pueblos.
Sin embargo, desde la perspectiva estadounidense, la doctrina sigue siendo vista como un marco de seguridad estratégica, adaptado a los desafíos de cada época.
Una doctrina del siglo XIX con impacto en el siglo XXI
La Doctrina Monroe demuestra cómo una idea formulada hace más de 200 años continúa influyendo en la política internacional contemporánea. Aunque su forma y justificación han cambiado, su esencia permanece: Estados Unidos considera el continente americano como un espacio de interés estratégico prioritario.
Comprender esta doctrina es fundamental para interpretar muchos de los movimientos geopolíticos actuales y futuros en América Latina, así como su impacto en la economía global y en el equilibrio de poder internacional.
Borja RamírezGraduado en Periodismo por la Universidad de Valencia, está especializado en actualidad internacional y análisis geopolítico por la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su carrera profesional en las ediciones web de cabeceras como Eldiario.es o El País. Desde junio de 2022 es redactor en la edición digital de Economía 3, donde compagina el análisis económico e internacional.







