El caso de Kodak es en cierta manera similar al de IBM, empresa de éxito que pasó de una década de oro en los 80 a perder 16.000 millones de dólares en el periodo entre 1991 y 1994. Una vez pasada esa crisis volvió a recuperarse, pero tuvo que dejar de fabricar PCs y hardware de consumo y centrarse en productos más empresariales. A pesar de esto sigue siendo una marca conocida por el gran público.
Kodak es un ejemplo vivo de lo perjudicial que puede ser la «miopía empresarial»
Kodak es una empresa que llegó a ser inmensa, con mucha historia a sus espaldas y que ha sobrevivido siempre a las revoluciones tecnológicas, pero la digital parece que no la llevó tan bien y se le indigestó hasta casi acabar con ella.
El problema que tuvo Kodak fue que ellos durante décadas se dedicaron a la producción de cámaras y rollos, después de eso descubrieron que, si ponían la cámara al alcance de cualquier persona, ésta siempre estaría toda la vida comprándole rollos, por lo que bajaron el precio de las cámaras.
Al igual que en la fotografía, también triunfó en el cine, siendo los Reyes durante décadas por la venta de películas para el Cine. La miopía o ceguera de las directivas de Kodak fue la que hizo que una empresa gigantesca con miles de empleados por todo el planeta y que contaba con importantes patentes estuviera cercana a desaparecer cuando sus acciones se declararon bonos basuras al caer por un valor de 1 $ cada una.
Cuando Kodak quiso despertar de su letargo tecnológico ya fue tarde y muchas marcas le tomaron la delantera, por lo que reposicionar la marca como Reina de la fotografía fue una misión imposible. La empresa el 19 de enero de 2012 entró en concurso de acreedores, como consecuencia de que la llegada de la fotografía digital acabó con su principal negocio, teniendo que vender patentes que costaban 1.000 millones de dólares por 525 millones a empresas como Apple, Samsung o Google.
La quiebra de 2012 después de 124 años dio mucho de lo que hablar sobre cómo algunas empresas se duermen en los laureles del éxito incontestable y no advierten tendencias que pueden llegar a destruir su propio negocio.
Sus mayores cifras de ventas fueron en los años 90 sin saber que justamente a partir de ahí todo el castillo de naipes se derrumbaría con la entrada de la fotografía digital, pasando de ser sinónimo de imagen fotográfica a un recuerdo del pasado. Este nuevo medio hizo que el revelado y la venta de rollos pasaran a ser algo del pasado y aquí estaba el gran negocio de la marca.
En estos dos últimos años hemos visto como ha intentado volver a la vida, presentando su primer celular, que a pesar de los esfuerzos tampoco es que haya terminado de explotar. La marca intenta buscar su sitio y en este 2016 se pone en marcha otro curioso proyecto: Una cámara que graba en Super 8 y usa película.
Antes de la llegada de los teléfonos móviles y de las GoPro existían cámaras de vídeos que se dedicaban a grabar y no necesitaba uno tiene que tener una gran productora para la creación de contenidos. Antes de la explosión de las cámaras de cinta para bodas, bautizos y comuniones existió otro fenómeno, sobre todo en el extranjero el “Super 8”.
El formato se basa en una película de 8 milímetros que Kodak puso en el mercado en 1965 con una intención loable, que más gente tuviera acceso a la grabación, los contenidos se quedaban registrados en un cartucho y la calidad era la suficiente para servir de inspiración a futuros cineastas.
50 años después la película murió a nivel doméstico y solo se reserva a ciertos ámbitos. La cámara graba en película dentro de cartuchos, solo es digital el audio. La cámara tiene acabado profesional, robusto y de grandes dimensiones, el precio al principio rondará los 1000 dólares.
Kodak desea montar una infraestructura sobre el producto y los cartuchos habrá que enviarlos a un centro donde ellos te lo devuelven en formato digital. El proceso costaría unos 50 dólares por una película de 3 minutos, aunque suene a broma puede que tenga su mercado. Veremos cómo funciona.