Hace muchísimos años, existía el llamado «trueque”; es decir, se cambiaba un determinado producto por otro u otras que se consideraba que tenían el mismo nivel. Con la aparición del dinero físico, el paradigma cambió: se asignaba un valor en moneda a cada bien o servicio y se pagaba el precio correspondiente a cambio. En aquel entonces, pues, había una gran circulación de dinero que pasaba de unas manos a otras. Ahora bien, los cambios tecnológicos han ido incorporando una serie de novedades que han permitido reducir el uso de la moneda. Para empezar, las tarjetas bancarias permiten, con un solo movimiento, sacar de la cuenta corriente asociada el importe que se quiere pagar. Pero, en estos momentos, aún se puede ir más allá y hasta es posible poder realizar cualquier pago mediante el teléfono móvil.
Todos estos cambios han reducido el uso del papel moneda de una forma sustancial en los últimos años. Hay países más avanzados que otros en este aspecto. Por ejemplo, en Dinamarca, el gobierno se ha marcado como objetivo ser el primer país que opere sin necesidad de dinero en efectivo. Así, ha legislado para prohibir el efectivo en establecimientos como restaurantes, gasolineras o tiendas de ropa. Hay que tener en cuenta, además, que en la actualidad más del 60% de las operaciones ya se realizan mediante tarjeta. Otro país que ha avanzado en este aspecto es Ecuador. En este caso, el gobierno, ante la dificultad de muchos de sus habitantes a poder acceder a los servicios financieros, promocionó el dinero electrónico a través de los teléfonos móviles. Aunque hasta el 40% de la población no tiene cuenta bancaria, sí que prácticamente la totalidad dispone de teléfono móvil. De esta forma, a través de un sistema que gestiona y controla el Banco Central de Ecuador, los ecuatorianos pueden realizar todas sus transferencias y pagos a través del dispositivo móvil.
En el caso español, el porcentaje de uso de la tarjeta y otros dispositivos es menor. Para los pagos más pequeños, el uso del dinero efectivo aún es mayoritario y cuesta cambiar el hábito. Por ese motivo, llegar al objetivo danés se aventura como algo mucho más complicado.
¿Qué ventajas comportaría la desaparición del efectivo?
Que ya no circulara más dinero en efectivo comportaría los siguientes aspectos positivos:
- Ahorro en el coste de producción del efectivo: producir dinero tiene un importante coste que hay que afrontar. Se da la paradoja, además, que el coste de producir determinada moneda es mayor que su propio valor. Por lo tanto, toda esta cantidad que ahora debemos afrontar entre todos será ahorrada y podrá ir destinada a otros fines.
- Facilita un mayor control de los movimientos para luchar contra el fraude fiscal: el pago de dinero negro en efectivo es muy habitual, por desgracia, en determinadas economías. El más que conocido “factura sin IVA”. Ello tiene un impacto muy negativo sobre las finanzas públicas, ya que limita los recursos disponibles para servir los servicios necesarios básicos y para invertir en mejorar la competitividad del país. Al estar todas las transacciones registradas, será mucho más fácil saber si ha habido algún aspecto negativo sobre este tema.
- Mayor facilidad y rapidez en realizar los pagos: realizar el pago en efectivo siempre es mucho más largo que hacerlo mediante tarjeta. Por un lado, la persona que paga debe encontrar las monedas, sumarlas y, después, quien lo recibe devolver el cambio. Se trata de una gran pérdida de tiempo que nos podremos ahorrar.
- Menos coste ecológico: el papel moneda obliga a utilizar muchos recursos naturales y de producción que causan un impacto negativo sobre el medio ambiente. Con su desaparición o menor uso, este impacto también se reduciría de forma sustancial.
- Facilita las operaciones a aquéllos que no tienen acceso a servicios financieros: como hemos visto en el caso anterior de Ecuador, existe una parte importante de la población mundial que no tiene acceso a los servicios financieros. Estas personas, igualmente, realizan una serie de movimientos para las transacciones del día a día. Gracias a, los móviles, se permite el acceso a todos ellos a unos servicios que les permiten una mayor facilidad y rapidez en los pagos.
¿Qué críticas recibe la desaparición del efectivo?
Por otro lado, también hay voces que alertan de posibles aspectos negativos de la desaparición del efectivo. Son los siguientes:
- Problemas en términos de confidencialidad y privacidad: por un lado, el hecho de poder seguir el rastro de cada pago o transacción tiene la ventaja de poder descubrir todo el camino que ha realizado y, por lo tanto, su procedencia y si ésta es legal o no. Por otro lado, hay quien cree que justamente el hecho que quede registrado supone una posible violación de nuestra intimidad. Quien realice tales controles puede conocer todos y cada uno de nuestros pasos: dónde compramos, cuándo, en qué cantidad… se trata de información muy delicada y personal que, en caso de posibles problemas, puede ser utilizada de forma incorrecta o para fines inadecuados.
- Puede fomentar un consumo excesivo en relación a las capacidades propias: la propia facilidad en realizar los pagos puede provocar que la persona gaste en exceso y por encima de sus posibilidades. El hecho de no poder ver de una forma física cuánto dinero se dispone puede provocar una visión distorsionada de la realidad y que se crea que se tiene más de lo real. En ese sentido, habrá que hacer un esfuerzo en el uso de las nuevas tecnologías y en la propia responsabilidad. Hay toda una generación que ya ha nacido con ello, pero los que ahora son más mayores pueden tener más dificultades para adaptarse.
- No servirá para luchar contra la gran evasión fiscal: la existencia de paraísos fiscales (países con una fiscalidad especialmente baja y atractiva para extranjeros), sin que sea ilegal (aunque sí inmoral) es uno de los principales problemas que provocan que mucho dinero generado en un país no revierta en él. Por lo tanto, hay quien considera que la parte de fraude que podrá ser detectada será pequeña en relación al gran volumen que escapa mediante estos mecanismos.