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Vero, Carla y Kerling: tres historias del renacer del pequeño comercio tras la DANA

Los pequeños comercios de Paiporta recuerdan el día de la DANA y el proceso de reconstrucción, reprochan la falta de apoyo de la Administración y expresan, especialmente, su agradecimiento al empresario Juan Roig por su ayuda

Vero, Carla y Kerling: tres historias del renacer del pequeño comercio tras la DANA

Verónica Faya, en su tienda de ropa, Vefata, en Paiporta.

Publicado a 28/10/2025 18:30 | Actualizado a 31/10/2025 12:26

Un año después de la DANA, Verónica Faya solo tiene una cosa en mente: «Hay que levantar la persiana todos los días, la vida sigue». La empresaria, propietaria de la tienda de ropa Vefata, en Paiporta, perdió su negocio, su casa, su coche y a un familiar durante las inundaciones del 29 de octubre de 2024. Doce meses después de la tragedia, asegura que aquel momento le ha hecho ver la vida de otra manera. «Hemos perdido a una persona en la familia y eso te hace valorar más el día a día», señala.

Verónica es una de las muchas propietarias de pequeños comercios en la llamada zona cero de la DANA. Paiporta, en concreto, fue el municipio más afectado por la catástrofe y donde más personas perdieron la vida a causa de la riada. Su negocio, ubicado en la calle Maestro Palau, quedó completamente arrasado por el agua. «Al día siguiente no me creía lo que veía. Estaba todo desolado. Se rompieron los cristales, las ventanas, y el agua se lo llevó todo tal cual entró», recuerda.

Es 28 de octubre y falta un día para que se cumpla el primer aniversario de la peor catástrofe del siglo en España. En la tienda de Verónica se encuentran una vecina y algunas clientas, y cualquiera que pase por allí difícilmente imaginaría que, hace un año, todo estaba cubierto de barro tras un tsunami de agua que llegó a alcanzar casi los dos metros de altura.

Aunque en el interior del local se respira cierta normalidad, entre los vecinos persiste una sensación diferente. «Se nota la diferencia a la hora de comprar», asegura.

La recuperación ha sido desigual entre los afectados por la DANA, algo que percibe especialmente el pequeño comercio que ha logrado reabrir. Mientras algunos han conseguido salir adelante económicamente, otros siguen enfrentándose a grandes dificultades. «Hay de todo entre los vecinos», señala.

«Hay días de ansiedad»

Verónica trabaja sola en su tienda y asegura que, al día siguiente de las inundaciones, pensó que jamás volvería a abrir. La línea de ayudas Alcem-se, impulsada por Juan Roig, presidente de Mercadona, le hizo cambiar de opinión. «Eso me hizo decir: vamos a empezar», recuerda. A esas ayudas se sumó la solidaridad de vecinos, proveedores y, por supuesto, de los voluntarios, que le dieron el «empujón» necesario para volver a levantarse.

Interior de la tienda de ropa Vefata, en Paiporta.

«El día que vine a la tienda para empezar a limpiar estaba sola. Me di la vuelta y tenía a 30 personas ayudándome. No sé cómo se llaman, no sé quiénes son, solo sé que entraban a quitar barro. No tengo palabras para describir la sensación», cuenta emocionada.

Sobre la ayuda de las Administraciones públicas, considera que ha habido «una aportación muy pequeñita» y critica especialmente que no se haya perdonado la cuota de autónomos: «Nos dijeron que no la pagaríamos y, con el tiempo, nos la han cobrado. Primero te sientes apoyado, pero luego defraudado».

Todavía queda mucho por sanar. Hay días marcados por la ansiedad y muchos vecinos siguen «traumatizados», destaca. No obstante, este 29 de octubre —aunque será un día difícil por ser el primer aniversario—, Verónica cenará con los ocho vecinos con los que pasó aquella noche que jamás olvidará, en la casa donde la acogieron mientras el agua inundaba todo el pueblo. Una manera, explica, de recordar con respeto lo vivido y estar con la gente del pueblo.

«Me pregunté cómo iba a levantar yo esto»

Kerling Marín reconoce que algo cambió en ella para siempre el 29 de octubre de 2024. «Soy otra persona desde aquel día», destaca.

En su negocio, KM Centro de Belleza y Estética, el agua la sorprendió mientras atendía a su último cliente de la tarde, alrededor de las 18:00 horas. Cuando el nivel empezó a subir por ambos lados de la calle, entró al fondo del local para recoger su bolso y cerrar. En menos de un minuto, ya tenía el agua a la altura de la pierna.

Interior de KM Centro de Belleza y Estética, en Paiporta.

Gracias a la ayuda de unos vecinos, consiguió refugiarse en una vivienda al lado del local, ubicada en la Plaza Iglesia de Sant Jordi. «No sabía qué estaba pasando. Todo ocurrió en cuestión de cinco minutos. Todavía tengo el ruido de aquella noche metido en la cabeza», relata. De aquel día, lo que más le impactó fueron los gritos de auxilio de una mujer, en contraste con quienes, aprovechando la oscuridad y el caos, se dedicaron a robar.

Al día siguiente, cuando por fin consiguió entrar en su negocio, apenas podía reconocerlo: todo había quedado destruido y era imposible salvar nada. «Cuando vi el local, me pregunté cómo iba a hacer para levantar esto». Confiesa que durante varios días lloró «desconsolada», sin poder dormir ni comer, y que sufrió síntomas de estrés postraumático.

«Me siento más unida al pueblo»

Pese a las dificultades, logró reabrir su negocio en la segunda quincena de marzo. Reconoce que, sin la ayuda de Juan Roig y su línea de ayudas, no habría podido continuar. «Él me dio el incentivo para seguir adelante, me dio la ilusión», asegura.

No tiene la misma opinión respecto a las Administraciones públicas, a las que reprocha la falta de apoyo durante los primeros días tras la catástrofe. «Nos dejaron solos durante cinco días», lamenta.

Interior de KM Centro de Belleza y Estética, en Paiporta.

Hoy, Kerling se muestra profundamente agradecida a los voluntarios, a sus clientas y a los vecinos de Paiporta, a quienes ahora ve con unos ojos diferentes. «Me siento más unida al pueblo, porque cuando me encontraba a mis clientes a los 10 días para mi era una alegría muy grande. Estaban vivos», cuenta.

Ahora, un año después, en el barrio hay un clima de apoyo y cooperación entre los comercios, y ella se considera agradecida a la vida por haber tenido «una segunda oportunidad». «Mi negocio es mi fuente de ingresos y mi comida, y mi corazón está puesto aquí con todo el cariño del mundo», concluye.

«La familia y los amigos te empujan a seguir»

Se puede nacer y renacer en menos de un año, y eso fue exactamente lo que le ocurrió a la Papelería L’Escola. El negocio, dirigido por Carla Sánchez, apenas llevaba unos meses abierto cuando el agua lo inundó por completo. Carla había cogido el local por traspaso en enero de 2024 y, menos de diez meses después, tuvo que empezar de nuevo. «Fue muy difícil. Al principio no quería, pero luego, con el apoyo de familia y amigos, te empujan a seguir adelante», señala.

Interior de la Papelería L’Escola, en Paiporta.

Un mes después del desastre, la papelería volvió a abrir sus puertas. Lo hizo con una mesa de plástico colocada en medio del local, traída desde casa de Carla. A pesar de las circunstancias, el negocio —que también funciona como punto de paquetería— siguió ofreciendo servicio mientras pintaban las paredes y reorganizaban el local. No fue hasta recibir la ayuda de Juan Roig cuando pudieron viajar a Murcia, a Ikea, para comprar muebles y reconstruir por completo todo.

«Apoyad al comercio local»

Durante estos meses, Carla asegura que la comprensión y el apoyo de los clientes y proveedores han sido fundamentales para remontar. Sin embargo, considera que la Administración pública no ha estado a la altura. «No nos hemos sentido acompañados, y te lo va a decir todo el mundo; le preguntes a quien le preguntes en los comercios», lamenta.

Además, critica la falta de información y la gestión de las ayudas: «Hace poco nos ofrecieron una ayuda de 5.000 euros, que está muy bien, pero me da la sensación de que es solo para quitarse la espina del asunto. Al final, no soluciona nada».

Interior de la Papelería L’Escola, en Paiporta.

Un año después, la sensación «es muy mala». En Paiporta, muchos comercios se han visto obligados a trasladarse o directamente han cerrado, sobre todo aquellos cuyos propietarios estaban cerca de la jubilación.

Así, hace un llamamiento para apoyar al comercio local. «Aquí también somos punto de paquetería y veo cada día muchos pedidos de Shein o Zara. Es muy cómodo, sí, pero aquí al lado hay una tienda de ropa. Ve allí, compra, apoya al comercio local», reclama.

Firma
Fotografía de Laura SanfélixLaura SanfélixGraduada en Periodismo por la Universitat de València, con un máster en Periodismo Político Internacional y otro en Comunicación y Marketing Político. He desarrollado mi trayectoria profesional en medios como Europa Press, así como en el ámbito de las agencias de comunicación. En la actualidad, escribo sobre información económica y empresarial en la web y la revista de Economía 3.
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