El turismo de cruceros sigue al alza y no hay visos de que esta tendencia se vaya a revertir en el corto plazo. En 2023, el número de cruceristas a nivel mundial alcanzó los 31,7 millones de personas, casi dos millones y un 7% más que en 2019, año previo a la pandemia de la COVID-19, de acuerdo con la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA). De cara a este 2024, se esperan 34,7 millones de pasajeros.
El sector crece, pero las compañías de cruceros se ven obligadas a adaptarse a un contexto en el que los cruceristas son cada vez más exigentes y demandan nuevas experiencias. Inexcusablemente, el turismo de cruceros ha de apostar por la sostenibilidad y mitigar el evidente impacto que tiene sobre el medioambiente. A esto se añaden las crecientes críticas hacia la industria turística por parte de una sociedad cada vez más consciente de los efectos negativos de la masificación en las ciudades.
¿Hacia dónde camina el turismo de cruceros?
En busca de la diversificación
Año tras año aumenta el número de cruceristas, pero también lo hace la exigencia de los viajeros. Los usuarios buscan ahora nuevas experiencias y nuevos destinos que se salgan de la oferta tradicional. José Tomás Arnau Domínguez, doctor en Turismo y profesor del Grado en Gestión Turística y del Ocio de la Universidad Europea de Valencia, explica que hay un aumento en la demanda de itinerarios más exclusivos y personalizados. «Los cruceristas buscan experiencias únicas y enriquecedoras, lo que está impulsando a las compañías a explorar puertos menos conocidos y a ofrecer actividades culturales y gastronómicas auténticas», señala.
En esta diversificación, la tecnología también juega un papel importante a la hora de mejorar la experiencia a bordo. «Desde aplicaciones móviles para gestionar las actividades en el crucero hasta el uso de inteligencia artificial para personalizar la experiencia del pasajero, la innovación tecnológica está revolucionando el sector», agrega el profesor de la Universidad Europea.
En esta misma línea se expresa Carlos Díez de la Lastra, CEO de Les Roches Global, quien asegura que los cruceros están incluyendo muchos más servicios diferenciales para competir con la oferta turística que hay en tierra. «Tienen que salir un poco del concepto de que un crucero es prácticamente un hotel andante, sino que se convierta en una experiencia», indica.
Apertura a nuevos destinos
La búsqueda de nuevos puertos es también una tendencia creciente en el sector. Mientras se dejan un poco de lado destinos clásicos, como el Mediterráneo o el Caribe, ahora se abren camino nuevas zonas, como el norte de África, norte de Europa o el Ártico. Además, unido a ello, las compañías ofrecen cruceros más pequeños, lo que permite llegar a puertos de menores dimensiones y disfrutar de una experiencia de lujo.
La apertura a nuevos destinos no solo busca diversificar la oferta, sino también evitar la masificación en determinadas ciudades. En destinos como Barcelona, uno de los principales puertos de cruceros del mundo, han ido incrementándose las críticas por la saturación que sufre el centro de la ciudad. «Parece que algunos cruceros incluso quieren cambiar los puertos a los que tradicionalmente llegaban por algunos conflictos que estaban surgiendo con las comunidades locales», asegura Diego Santos, profesor de Turismo en la EAE Business School.
Equilibrio con las comunidades locales
Precisamente, uno de los principales retos del turismo de cruceros, y de la industria turística en su conjunto, es hacer frente al aumento de críticas por los efectos negativos que el sector provoca en determinadas ciudades. La pérdida de identidad de los centros históricos o la dificultad para acceder a una vivienda son algunos de los motivos que han llevado a las comunidades locales de determinadas ciudades de España a organizarse para protestar ante esta situación.
«Los cruceros no afectan directamente al alquiler, pero sí tienen una casuística bastante concreta, que es la llegada de demasiadas personas en determinados momentos a lugares que igual no están del todo preparados. Por ejemplo, en el caso del centro de Cádiz, la llegada de un crucero puede suponer que llegue la mitad de la población que vive ahí. Que lleguen hordas de personas tiene un impacto para los residentes que no es positivo. Los servicios que viven de los cruceristas se ven beneficiados, pero lo mejor sería intentar encontrar un equilibrio», señala Santos.
Para Díez de la Lastra, la clave está en la planificación y en la concienciación. «El impacto en cualquier economía local de un puerto que tenga cruceros es altísimo. En el momento que hay una organización desequilibrada, obviamente la población se queja porque altera su estado de vida normal», resalta.
El impacto en las economías locales
Además de la saturación de los centros históricos, si hay algo que genera debate es el impacto que los cruceros tienen sobre las economías locales. «Durante muchos años, se observó que los cruceristas no generaban impactos significativos en las economías locales, ya que disfrutaban de todas las comodidades y comidas a bordo, incluidas en el precio del crucero. Sin embargo, la industria está virando hacia la sostenibilidad, lo que ha llevado a que los destinos establezcan condiciones y políticas que fomenten el gasto en servicios locales», subraya José Tomás Arnau Domínguez.
Así, se observa un ligero aumento en el gasto del crucerista en tiendas, restaurantes y atracciones locales. «Para maximizar estos beneficios, es esencial que las comunidades locales se preparen adecuadamente para recibir a los cruceristas, ofreciendo productos y servicios que resalten la cultura y la autenticidad del destino. La colaboración entre las autoridades locales y las compañías de cruceros es clave para garantizar que el impacto económico sea positivo y sostenible», añade el profesor de la Universidad Europea.
Por ejemplo, según datos del Port de Barcelona, los cruceristas gastan en la ciudad 230 euros diarios, más que la media de otros turistas. De hecho, un turista no crucerista gasta de media 70 euros al día. Al iniciar o finalizar la ruta en Barcelona, los pasajeros de cruceros gastan en hoteles, restaurantes, tiendas o atracciones turísticas.
Fomento de la sostenibilidad
¿Y qué hay de la sostenibilidad? El impacto de los cruceros sobre el medioambiente es otra de las cuestiones que genera más rechazo. Los cruceros utilizan enormes cantidades de combustibles fósiles, lo que agrava considerablemente el cambio climático, y pueden dañar la biodiversidad marina. Asimismo, la gestión de residuos a bordo y en los puertos supone un desafío importante, ya que una gestión ineficiente puede contaminar los océanos y los ecosistemas costeros.
Las compañías de cruceros se han aplicado en esta materia, puesto que la normativa y los usuarios son cada vez más exigentes. «Posiblemente en los cruceros van incluso un paso por delante del sector hotelero. En el crucero se puede medir el impacto de manera muy clara y hay una concienciación mayor. Las compañías saben que se está mirando eso y están más concentradas en ello», remarca el CEO de Les Roches Global.
La inversión en el desarrollo y uso de combustibles más limpios, la modernización de los barcos y la implementación de sistemas de lubricación de aire son algunas de las medidas que las compañías de cruceros están poniendo en marcha para ser más sostenibles, según el profesor de la Universidad Europea. Además, están diseñando estrategias en colaboración con las autoridades locales para evitar congestiones en los destinos y minimizar el impacto ambiental.
«Es cierto que las regulaciones y las tendencias van hacia que el impacto sea menor. Toda la industria del turismo se está adaptando, ya sean compañías aéreas o de cruceros. Pero no sabemos si esto es suficiente. Al final se está evidenciando que los océanos son de los más afectados por la contaminación», añade Diego Santos.
Un modelo para cada ciudad
Más allá del impacto medioambiental y la necesaria diversificación del sector, Carlos Díez de la Lastra opina que el mayor reto que tiene por delante el turismo de cruceros es «no encontrarse con una oposición fuerte en los destinos más importantes». Esta es una cuestión que se ha de trabajar de la mano de asociaciones sociales y locales, para que los residentes no se vean afectados por la llegada de cruceros y los turistas puedan disfrutar de su estancia.
«Estoy convencido de que la sostenibilidad turística no está en el medioambiente. No significa que haya que olvidarla, pero los ciudadanos que viven en las ciudades son los que deberían marcar la hoja de ruta a seguir. El modelo turístico de una ciudad no tiene porqué ser replicable en otra. Tenemos que buscar lo que más convenga a cada ciudad. Esto significa tener un conocimiento integral del destino y llegar a ese equilibrio. El turismo de cruceros puede ser positivo, pero mal gestionado puede ser negativo», concluye el profesor de EAE Business School.