España lidera la adopción de la Inteligencia Artificial en las empresas. Así lo revela el un barómetro de EY que analiza cómo se están adaptando las compañías europeas a esta herramienta, a través de una encuesta a 5.000 empleados con diferentes niveles de responsabilidad de nueve países de Europa Occidental.
Casi tres cuartas partes de los encuestados (73%) tienen experiencia práctica con las tecnologías de Inteligencia Artificial, aunque la mayoría de ellos las utiliza en su vida privada (38%), más que en el trabajo (12%). El resto de los encuestados (23%) tiene experiencia con la IA en ambos ámbitos.
Los españoles, los que más han utilizado la Inteligencia Artificial
Entre los nueves países analizados en el barómetro, los empleados españoles se sitúan a la cabeza en la adopción de esta herramienta. Concretamente, el 84% ha trabajado alguna vez con Inteligencia Artificial, como por ejemplo ChatGPT o Siri/Alexa. De cerca les siguen los empleados Suiza (82%) e Italia (77%), mientras que los más rezagados son los trabajadores de Países Bajos (66%) y Alemania (67%).
«La visión unificada y la inversión estratégica en talento son cruciales para afianzar el liderazgo de España en Inteligencia Artificial. Es esencial que las organizaciones se comprometan con una formación continua y adaptada a las necesidades emergentes, para así asegurar un entorno competitivo que capitalice el potencial de la IA», asegura la socia global de IA para EY, Beatriz Sanz.
De acuerdo con la encuesta de EY, casi la mitad de los directivos (45%) asegura que el uso de la Inteligencia Artificial les ha permitido ahorrar costes, aumentar los beneficios, o ambas cosas. Atendiendo a estos dos criterios, la implantación de la IA hasta la fecha ha tenido más éxito en Suiza, donde el 81% de los directivos dice haber experimentado beneficios económicos y España (60%), frente a otros países como Austria, Países Bajos y Alemania (34%).
Barreras a la aplicación de esta herramienta
El barómetro resalta que muchas organizaciones siguen teniendo dificultades para aplicar la IA de forma operativa. En este sentido, las barreras internas suponen un obstáculo en algunos países, ya que, por ejemplo, en Alemania solo el 42% de los empleados dice tener permitido el acceso a herramientas de IA en su trabajo. Se trata de una cifra que contrasta con una mayoría de empleados en Suiza (73%) o España (63%) que sí que tienen la posibilidad de utilizarla en sus empresas.
La complejidad del proceso de implementación es otro de los problemas a los que se enfrentan las organizaciones (el 67% lo ve como obstáculo), así como la propia actitud por parte de la empresa. De hecho, solo el 43% dice que la predisposición de su organización hacia la IA es algo abierta o muy abierta, con España (57%) y Suiza (56%) de nuevo a la cabeza.
El director de Business & Language Analytics del Instituto de Ingeniería del Conocimiento, Pablo Haya, considera que «la mayor parte de los obstáculos que se encuentran las empresas son culturales, no tecnológicos». «Es preciso un cambio de mentalidad antes de comenzar con un proyecto de IA. Por otro lado, se acometen proyectos que nunca llegan a ponerse en producción, probablemente porque desde inicio no tenían ningún futuro», señala.
Los portugueses, los más preocupados por el efecto de la IA en el empleo
Sobre el impacto de la Inteligencia Artificial en el empleo, algo más de dos de cada tres encuestados (68%) esperan que se necesiten menos empleados a medida que el uso de IA se consolide en las empresas. Esta percepción es especialmente alta en Portugal (80%) y España (78%), mientras que en Suiza (52%) o Alemania (59%) la preocupación por la pérdida de puestos de trabajo como consecuencia de la IA es algo menor.
La mayoría de los encuestados (53%) opina que las aplicaciones de Inteligencia Artificial influirán en su trabajo o que ya lo están haciendo. En Italia y Suiza, esta cifra alcanza casi seis de cada diez trabajadores (59%), mientras que en España, la proporción es menor, con un 49%.
Además, un 65% de los empleados espera que la IA se haga cargo de algunos elementos de su trabajo y redefina sus perfiles profesionales (65%). Tres de cada cuatro encuestados en Suiza (76%) asumen que la IA se hará cargo de algunas de sus tareas, seguido de España y Portugal (72%).
En este punto, Pablo Haya especifica que «la IA obtiene muy buenos resultados en aquellas tareas de las que tiene mucho ejemplos», por lo que «es ideal para automatizar procesos tediosos y repetitivos donde contamos con muchos ejemplos de los que aprender». Sin embargo, recalca que «en tareas que requieren analizar casos más particulares o con excepcionalidades, para los que la IA no ha podido ver ejemplos previos, la respuesta no va a ser adecuada».
Optimismo entre los empleados españoles
Casi cuatro de cada diez encuestados (38%) creen que su empresa tiene como prioridad invertir en Inteligencia Artificial. Esta es una opinión especialmente extendida en Suiza (57%) y España (54%), frente a Austria (22%) y Alemania (25%).
Cabe resaltar que España es el país donde los empleados se muestran más optimistas respecto a los avances de la IA, dado que el 88,5% percibe el desarrollo de esta herramienta como prometedor o muy prometedor. En el lado contrario, Austria es el país más pesimista, con un 33% de los encuestados que consideran que el futuro de la IA es no muy prometedor o nada prometedor.
Según Pablo Haya, es necesario un mayor nivel de comprensión de los beneficios de la IA para el negocio. «La mayoría de empleados y los gestores desconocen qué es realmente la Inteligencia Artificial y cómo puede ayudarles en su día a día. En este sentido, una formación puede que les ayude a entender cómo la IA puede mejorar el negocio y los procesos del día a día», añade.
«Las empresas deben adoptar esta tecnología transformadora con cautela y optimismo. La IA puede ser una herramienta muy poderosa a nivel productividad si está en manos de empleados muy bien formados. Por este motivo, es crucial que las empresas desempeñen un rol proactivo en la educación y en el desarrollo de las habilidades en IA de sus empleados. Invertir ahora en competencias relacionadas con la IA es una inversión estratégica que puede establecer a las organizaciones como pioneras en un mercado cada vez más competitivo», destaca el socio coordinador del equipo de IA de EY, Enrique Manso.