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Las empresas abren nuevas vías de inversión: ¿dónde están invirtiendo?

¿Estamos ante un nuevo cambio de tendencia en el mundo inversor? ¿Cuáles son los sectores que están despertando un mayor interés por parte de las empresas a la hora de invertir? ¿Las empresas optan por crecer de manera orgánica o inorgánica? ¿Qué le piden los empresarios al nuevo Gobierno? Desde la redacción de Economía 3 hemos recogido la opinión de diferentes entidades financieras, consultoras, despacho de abogados y empresas para conocer la situación.

La inversión empresarial continúa su curso

Ni la incertidumbre actual, causada por la guerra de Ucrania, que se prolonga más de un año, ni la inflación, ni los altos tipos de interés estan parando la inversión.
Ramón Requeni, socio fundador de Implica Corporate Finance, reconoce que la mayoría de empresarios está ya acostumbrado a vivir con esta incertidumbre. «Es parte de su trabajo y de su éxito enfrentarse a ella y han superado situaciones difíciles como la pandemia o la crisis bancaria con las subprime».

Las empresas abren nuevas vías de inversión: ¿dónde están invirtiendo?

Requeni avanza que «las decisiones de inversión se planifican con antelación y teniendo en cuenta el medio y largo plazo, por lo que la incertidumbre que más les afectará será la que tengamos en unos años».

El fundador de Implica pone en valor también a aquellas empresas que aprovechan las oportunidades que surgen durante los períodos de inestabilidad «para tomar ventaja de la posición de debilidad que puede provocar la incertidumbre en empresas competidoras o aprovechar para expandirse en nuevos mercados o para diversificar sus riesgos, entre otras estrategias».

Requeni resalta también que «en estos periodos, muchos compradores de empresas salen al mercado a adquirir compañías para contrarrestar crecimientos orgánicos más débiles».

Ramón Requeni, socio fundador de Implica Corporate Finance

Ramón Requeni, socio fundador de Implica Corporate Finance

Antonio Ballester, socio director de Tomarial, corrobora que «las empresas siguen apostando por la inversión. De hecho, se están incrementando los proyectos que tienen que ver con la inversión en sostenibilidad y medioambiente, proyectos de impacto social y sector de startups».

Carlos Marín, director de Levante y Murcia de Bravo Capital, argumenta que «hay compañías que continúan con su proceso inversor, bien porque es difícil pararlo al tenerlo ya en marcha o bien porque se trata de procesos que les sirven para reducir costes». Reconoce que aquellas inversiones enfocadas a la ampliación de producción, nuevos productos, etc., «sí que se están paralizando».

Fuentes de Caixabank destacan la prudencia de las empresas a la hora de acometer inversiones programadas. «Valoran de manera más exigente tanto los retornos que esperan de dichas inversiones, como el esfuerzo en términos de recursos propios o ajenos que les puede implicar su puesta en marcha», explican.

Juan Gallur, director de Banca Empresa de Caixa Popular, destaca que siguen encontrando sectores y sobre todo inversiones que son clave para las empresas si quieren mantener su competitividad, «por lo que no se pueden aplazar», aclara. Aunque, admite que «se están reduciendo aquellas que no afectan al core del negocio o las que se pueden subcontratar».

De todas formas, Gallur considera inversiones clave aquellas que mejoran la productividad, aceleran la digitalización o reducen la dependencia energética.

Juan Gallur, director de Banca Empresa de Caixa Popular

Juan Gallur, director de Banca Empresa de Caixa Popular

Gonzalo Boronat, director general de GB Consultores, asevera también que «la inversión no está cayendo, pero sí se está ralentizando». «El clima de incertidumbre, tanto a nivel interno como internacional, implica inversiones más pausadas, más estudiadas y analizando distintos escenarios, con el fin de controlar el riesgo», añade.

¿Por qué prima la prudencia a la hora de invertir?

En opinión de Miguel Cardoso (BBVA) se dan varios factores: «la incertidumbre sobre el coste energético y la disponibilidad de energía; la falta de insumos que estamos viendo en algunos sectores, particularmente en la industria y en especial la automotriz; el incremento de los tipos de interés, que aumenta el coste de financiación; o la incertidumbre que sufren algunos sectores afectados por la regulación, como es el caso de la vivienda».

Miguel Cardoso es Economista Jefe para España en BBVA

Miguel Cardoso es Economista Jefe para España en BBVA

Carlos Marín (Bravo Capital) añade que lo que más escuchan a las compañías es que «con la inseguridad fiscal que planea actualmente sobre las empresas, es muy difícil planificar cuando no sabes cómo va a incidir la fiscalidad en los próximos años».

Desde Caixabank apuntan que «la menor holgura de márgenes, que ha propiciado el entorno económico actual debido al incremento de los costes operativos y la dificultad para trasladarlos al precio final del producto, unido a una ralentización de la demanda de bienes y servicios, conlleva que se pospongan o se dilaten los plazos de ejecución de los planes ya programados de inversión».

Juan Gallur (Caixa Popular) incide en que «el encarecimiento de las materias primas ha hecho que algunas decisiones de inversión para ampliar instalaciones se hayan dejado en standby, dado que hubo un momento en el que era complicado cerrar condiciones de presupuesto de obra».

Anota también otras variables como «la incertidumbre sobre la evolución del consumo en los próximos trimestres y una posible menor disponibilidad de renta de las familias».

Y, por último, coincide con Miguel Cardoso en que «los tipos de interés, rozando el 4%, tienen un gran impacto a la hora de tomar posiciones de inversión».

Gonzalo Boronat (GB Consultores) coincide en resaltar que «el escenario de tipos de interés hace que las empresas estén recalculando su impacto en los proyectos de inversión» y añade un nuevo ingrediente como el endurecimiento de la posición de las entidades financieras a la hora de asumir riesgos.

Gonzalo Boronat, director general de GB Consultores

Gonzalo Boronat, director general de GB Consultores

Ramón Requeni (Implica) coincide en que las entidades financieras «estarían siendo muy selectivas en la financiación en un entorno en el que sólo con la subida de tipos ya están alcanzando beneficio objetivo sin asumir más riesgo».

Asimismo, añade cuestiones como el impacto en los precios de compra de los activos productivos dado el incremento general de los costes en los últimos tiempos; la expectativa de una peor evolución de la demanda en entornos inflacionarios; y otros factores más subjetivos como los niveles de confianza del inversor, la incertidumbre política o la expectativa de cambios regulatorios en el entorno.

Requeni advierte que «el empresario o el inversor empieza a tener más presente el ‘riesgo’ a la hora de acometer las inversiones, frente al dominio de la variable rentabilidad como principal elemento para la toma de decisiones».

Antonio Ballester (Tomarial) anota el excesivo intervencionismo y de regulación en materia laboral y fiscal, contable, financiera, de seguros y de competencia. «De acuerdo con el FMI, –aclara– hay más de 100 regulaciones vinculadas con el tamaño empresarial que desalientan el crecimiento».
Ballester agrega un condicionante más y es que «para las ‘inversiones extranjeras directas’ la exigencia de autorización previa se ha convertido en una barrera».

Andrés Gurrea, director de Grant Thornton en la Comunitat Valenciana, añade a todo lo dicho anteriormente «la alta tasa de inflación que estamos sufriendo».

Sin retrasos en la inversión

¿Continúan en marcha las inversiones en digitalización, sostenibilidad y energías alternativas?

Gonzalo Boronat (GB Consultores) subraya nuevamente que «no se están produciendo retrasos en las inversiones estratégicas, sino más bien en las colaterales, por lo que, aunque de un modo más lento, las inversiones estratégicas se están llevando a cabo».

Andrés Gurrea (Grant Thornton) considera primordial que «en un momento como el actual, en el que existen varias megatendencias como la digitalización o la sostenibilidad que están transformando la economía de los países, es relevante que el ritmo de las inversiones empresariales no descienda, tanto en materia de I+D como en modernización de las compañías y transformación de su modelo de negocio».

A su juicio, «quedarse atrás en las inversiones necesarias para modernizar las compañías puede afectar no sólo al tejido empresarial sino también a la competitividad del país, en un entorno en el que es vital posicionarse a la vanguardia en las principales tendencias».

Andrés Gurrea, director de Grant Thornton en la Comunidad Valenciana

Andrés Gurrea, director de Grant Thornton en la Comunidad Valenciana

Ramón Requeni (Implica) adelanta que desde su compañía han comprobado cómo «algunas empresas pueden recurrir a apalancarse temporalmente en alianzas con terceros que hacen las inversiones por ellas, prestando servicios de contract manufacturing o de distribucion y logística, para determinados productos y/o en determinados países como alternativa a la ‘no inversión'».

En cuanto a las inversiones en digitalización y tecnología, Requeni corrobora que «estas están siendo el principal tipo de inversión de las empresas ya que el entorno digital avanza muy rápido y muchas de ellas se encuentran desfasadas y esto ya es un ‘must’ en la actualidad para hacer buenos negocios».

Requeni coincide con el resto de ponentes, en que las inversiones son un motor importante para el crecimiento económico, ya que impulsan la creación de empleo, fomentan la innovación y aumentan la productividad.

Se hace eco también de que «si las empresas posponen sus inversiones habría una disminución en la actividad económica, lo que puede afectar a otros sectores y contribuir a un menor crecimiento económico. Aunque la inversión convive con otras variables que también intervienen en el crecimiento económico como son el consumo, la inversión pública y la balanza comercial».

Antonio Ballester (Tomarial) añade una variable que puede estar retrasando la inversión por parte de las empresas como es «la rebaja en la calificación crediticia de España en el ámbito financiero».

Antonio Ballester (Tomarial)

Antonio Ballester, socio director de Tomarial

Por su parte, Carlos Marín (Bravo Capital) confirma que «cualquier retraso en inversiones en el mundo empresarial repercute directamente sobre nuestra economía: se crea menos riqueza, menos puestos de trabajo, se recaudan menos impuestos y se corre el riesgo de perder productividad con respecto a compañías de otros países que están en mejor disposición para competir en un mercado global».

Desde Caixabank puntualizan que «depende de los sectores, pero las inversiones son necesarias para mantener una estructura productiva eficiente. Perder los ritmos de modernización o renovación de instalaciones o procesos fabriles redunda en una menor productividad».

Añade también que «pueden verse ralentizados los avances en digitalización, sostenibilidad… al concentrar recursos en el mero mantenimiento de capacidades productivas básicas y no tanto en la innovación«.

En línea con el resto de participantes, Juan Gallur (Caixa Popular) subraya que si las empresas no acometen aquellas inversiones que son claves para su negocio pueden perder gradualmente sus ventajas competitivas y verse fuera de mercado a medio plazo. «Creo que en este momento, más que nunca, el empresario debe hacer un ejercicio para acertar en las decisiones de inversión en función de su modelo de negocio y estrategia».

En este sentido, Gallur expresa que «si tenemos una masa importante de empresas que no realizan o no aciertan en sus inversiones, nuestra economía se verá afectada» y advierte «la trasmisión de ese sufrimiento de las empresas a la base social del país es relativa mente rápido».

La inversión en digitalización continúa imparable

El estudio elaborado por Grant Thornton recoge que las empresas españolas continúan apostando por invertir en digitalización. «Así, más de la mitad de los directivos de nuestro país (un 54,5%) considera que la inflación está impulsando la transformación digital del tejido empresarial y una de cada dos medianas empresas ha acelerado su digitalización como consecuencia de la inflación».

El estudio destaca también que dentro del campo de la digitalización, la ciberseguridad es la principal preocupación de las empresas.

Por su parte, Miguel Cardoso explica que desde el BBVA Research «estamos observando que las empresas están invirtiendo en su automatización y digitalización por varios factores: el primero de ellos es que durante la pandemia, y ante la necesidad de seguir produciendo, invirtieron en automatizar algunos procesos, además de en la digitalización para poder acceder a mercado que antes no tenían pero que era necesario ante esta falta de contacto entre las empresas y sus consumidores».

Por otra parte, «sectores como la agricultura –señala– están invirtiendo en maquinaria con el fin de ganar eficiencia para contrarrestar el incremento de los costes por la sequía».

Por contra, –corrobora Cardoso– están observando una caída sobre todo en la inversión en equipos de transporte, «que está afectado por la falta de microprocesadores y de semiconductores y que está impidiendo que la producción automotriz se recupere en el ámbito global».

Señala también que «la inversión en vivienda continúa estando muy por debajo de los niveles observados antes de la pandemia, como consecuencia de la incertidumbre que se ha generado alrededor de la nueva Ley de Vivienda».

Cardoso resalta otras cuestiones que están afectando al sector como los elevados costes burocráticos o la falta de suelo urbanizable, «que están retrasando el crecimiento de la oferta de vivienda nueva».

¿Quién invierte más?

Para Carlos Marín (Bravo Capital), las empresas más activas en sus inversiones serían las compañías tecnológicas y las relacionadas con energías renovables y con el sector hotelero.

Por otra parte, el mayor retraimiento de la inversión «lo estamos notando en sectores industriales donde su facturación y margen ha disminuido notablemente en los últimos tiempos. Están a la expectativa de ver qué ocurre en los próximos 12 meses».

Indica también que «se está invirtiendo menos en aquellos sectores donde se necesita mucha mano de obra, ya que las subidas del SMI y las dudas respecto a lo que pueda ocurrir en los próximos meses están muy presentes».

Carlos Marin, Bravo Capital

Carlos Marín, director regional Levante y Murcia de Bravo Capital

Desde Caixabank añaden nuevos sectores que están invirtiendo en optimización o mecanización de procesos productivos, como en inmuebles para almacenaje, o ampliación de espacios fabriles, como son «sectores de construcción terciario, logística, química y energías alternativas para hacer frente a sus demandas de actividad».

Juan Gallur (Caixa Popular) suma el sociosanitario. «Por el contrario, los menos activos, son los sectores de la construcción, la hostelería, –al contrario de lo que opinaban desde Bravo Capital–, y el educativo».

De todas formas, matiza Gallur, «en todos los sectores hay oportunidades si tienes buenas ideas de modelo de negocio».

En cambio, Gonzalo Boronat (GB Consultores) pone la guinda al pastel y destaca que «estamos asistiendo a un cambio de tendencia en las inversiones y un crecimiento orgánico que se está trasladando hacia un crecimiento inorgánico. De hecho, estamos viviendo un importante incremento en las operaciones de corporate».

En esta misma línea, Ramón Requeni (Implica) ahonda en que las empresas están invirtiendo en expansionar su capacidad productiva, «quizás en detrimento de invertir en logística, –ya que el mercado ofrece ahora todo tipo de soluciones en este sentido–, y en la adquisición de compañías del sector o relacionadas con el sector que permitan acelerar su crecimiento, entrar en un nuevo mercado, adquirir una tecnología o una marca o incrementar su presencia en un cliente o canal…».

A su juicio, «el empresario le está perdiendo el miedo a este tipo de operaciones corporativas de compra-venta de empresas como única medida, en muchos casos, para poder conseguir crecer a doble dígito».

Propuestas de mejora al Gobierno

Para el economista Miguel Cardoso (BBVA) «el Gobierno debería tener un plan creíble sobre cómo va a reducir el déficit público y cuáles van a ser los costes de disminuirlo: si habrá un incremento en la imposición o si lo que tendremos será un ajuste y en qué partidas y esto puede afectar a la inversión pública».

Cardoso también propone reducir los costes administrativos que aquejan a las empresas y que les elevan el coste de producción; y generar seguridad jurídica, sobre todo en sectores muy regulados, como es el de la vivienda.

Carlos Marín (Bravo Capital) coincide con Cardoso en sus propuestas y añade la necesidad de dejar de criminalizar al empresario y «entre todos ayudar a que nuestra productividad mejore sustancialmente al tiempo que los salarios también se adecuen a la realidad actual».

Juan Gallur (Caixa Popular) hace una llamada de atención para que «la gran batería de incentivos, ayudas y subvenciones bajaran al terreno de las empresas, y no solo para las grandes sino también para las pymes, que son la inmensa mayoría de nuestro país».

Gonzalo Boronat (GB Consultores) considera que supondría un gran empuje «una política de apoyo mediante la financiación adecuada a largo plazo a través de la banca pública sobre todo en momentos en los que la banca privada está desarrollando una política de riesgos más conservadora». Ante la incertidumbre, para Boronat, también ayudaría mucho a la inversión «la estabilidad política y legislativa».

Desde Grant Thornton, Andrés Gurrea opina que la Administración pública debe, en primer lugar, «facilitar el proceso de inversión a través de mayores deducciones fiscales, subvenciones y ayudas directas a la digitalización y modernización de su modelo productivo. En segundo lugar, se debe ofrecer un mayor volumen de ayudas a la innovación para que estas apuesten por la inversión en I+D».

Por su parte, Ramón Requeni (Implica) pone sobre la mesa una batería de propuestas como «financiar más iniciativas público-privadas para canalizar de manera más efectiva los recursos; reducir el impacto fiscal derivado de las nuevas inversiones y/o sobre los beneficios futuros generados por dichas inversiones; apoyar el emprendimiento y dotarlo de un marco normativo, laboral y fiscal óptimo para que puedan prosperar esas iniciativas; y aumentar las líneas de subvenciones y créditos blandos, entre otras».

Mientras que Antonio Ballester (Tomarial) expresa la necesidad de: en política tributaria, recuperar los incentivos fiscales «como las deducciones por creación de empleo y por inversiones en activos fijos o no corrientes»; en materia regulatoria pide «mayor flexibilidad y menor intervencionismo»; y en cuanto a contratación pública, «mecanismos automáticos de revisión de precios en situación de alta inflación».

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