Cuarenta invitados a una fiesta de cumpleaños encantados con las tartas son los culpables de que hoy, cuatro años y mucho trabajo después, exista Pepina Pastel.
Esta firma de repostería ha experimentado un ascenso meteórico, gracias a que logran convertir cada pastel en una expresión única de la visión del cliente, lo que permite que cada ocasión especial sea aún más memorable. Desde cumpleaños hasta bodas y eventos corporativos, Pepina Pastel ofrece una forma de celebrar de manera completamente original.
En esta nueva entrega de nuestra sección Mujeres al Timón, en la que damos a conocer el trabajo de aquellas empresarias que han logrado abrirse hueco por méritos propios, hablamos con su fundadora, la joven empresaria Lara Guerrero Fuster.
Un terreno desconocido
-Fundaste tu empresa con 27 años. ¿Qué te inspiró a lanzarte a la piscina?
Al principio la idea nos daba respeto porque temíamos meternos en un mundo que no conocíamos. Mi madre no hacía las tartas de forma profesional, sino que simplemente se le daba muy bien y las había hecho toda la vida en casa. No teníamos formación; de hecho yo había estudiado derecho y Administración y Dirección de Empresas.
Empezamos poco a poco a movernos y decidí abrir mercado con el sector de la hostelería. Vi que funcionaba y, aunque la idea inicial era hacer una tienda online con envíos a domicilio, decidí crear primero un tejido de clientes fijos y, a partir de ahí, lanzar la web.
El camino recorrido
–¿Cómo lograste transformar tu idea inicial en un negocio rentable?
Al contemplar la idea de crear una empresa de pastelería analicé el contexto que había en la provincia de Valencia, que fue el lugar donde empezamos. No teníamos competencia y vi claro que era algo cuya demanda iba a crecer. Hoy en día apenas tenemos tiempo para cocinar o para ir a comprar, es una necesidad.
Dar la oportunidad de que te envíen los pasteles a domicilio fue clave. Supuso además abrir la posibilidad de enviar pasteles como regalo. Después de todo, si existen las floristerías que envían las flores a domicilio como regalo, ¿quién no prefiere una tarta a unas flores? Es un súper regalo.
Además, el concepto estaba funcionando ya fuera de España. Lo vi factible y me puse manos a la obra, aunque fue un proceso complicado al principio. No provengo de una familia que me pudiese aportar el capital inicial para lanzar un proyecto, así que fue todo cuestión de mucho trabajo y constancia.
Tenía 27 años y ninguna propiedad; tampoco contaba con la posibilidad de poder pedir préstamos para lograr capital… acabé vendiendo un coche que tenía para poder comprar una furgoneta refrigerada con la que poder hacer envíos. Ahora lo pienso y me asombro de lo que hemos tenido que hacer para llegar hasta donde hemos llegado.
El peso de la responsabilidad
-¿Tenías la sensación de estar arriesgando mucho al lanzar tu empresa sin respaldo económico? ¿Cómo lo gestionabas?
Mi sensación es la contraria, siento más sensación de riesgo ahora que antes. Al principio mi madre y yo hacíamos las tartas en casa. La primera inversión que hicimos fue a los tres meses, cuando abrimos un obrador con el beneficio que obtuvimos de las primeras tartas. Si no salía, no pasaba nada…
Ahora tengo 30 personas trabajando, una nave logística, vehículos, una tienda… el riesgo real lo siento ahora. La responsabilidad es mucho mayor, hay mucho más en juego.
-Háblame del papel que en este proyecto ha tenido tu madre. Imagino que habrá sido importante.
Sí, por supuesto. Desde el primer momento yo me he dedicado a la parte comercial y de venta, mientras que mi madre se ha dedicado a la producción. Nos hemos compenetrado muy bien desde el principio y aportábamos cada una nuestro conocimiento. Siempre hemos fluido bien, que es muy importante.
Las redes, fundamentales
-Las redes sociales han desempeñado un papel importante en la difusión de tu negocio. ¿Cómo utilizaste estas plataformas para dar a conocer tu idea y conectar con tu audiencia?
Las redes sociales han sido fundamentales. Al principio cumplían una función de escaparate, pero con el tiempo acabamos utilizándolas para ver qué era lo que el cliente demandaba. Eso nos permitió convertir la Pepina Pastel en Instagram en una marca muy personal, muy transparente, mostrando quiénes éramos y qué es lo que hacíamos.
Eso ha supuesto una palanca para que el cliente nos conozca y se fie de la marca que hay tras el producto. Ahora estamos metiendo también la cabeza en TikTok, analizando las tendencias y viendo cómo podemos adentrarnos en este ámbito.
Crecimiento y equipo
-Como joven empresaria, ¿cuáles crees que han sido los principales desafíos a la hora de crear y dirigir Pepina Pastel?
Pasamos de ser mi madre y y yo en 2019 a ser 10 personas en 2020. En la actualidad somos 30 y el crecimiento ha sido increíble. Para mí lo más complicado ha sido poder controlar el crecimiento para no «morir de éxito». Es algo que mucha gente te dice, pero que no se sabe muy bien que es.
Además de gestionar el crecimiento, la gestión de personal ha sido lo más complicado. Es algo que nadie te enseña y que, a su vez, es una gran responsabilidad porque supone el pan de cada día para mucha gente. Tienes que entender cómo funcionan las personas en cada situación, en cada momento de su vida… sus virtudes, sus cualidades…
Es lo más complicado, gestionar el crecimiento y el equipo.
-¿Cómo visualizas el crecimiento de Pepina Pastel en los próximos años? ¿Tienes algún plan emocionante que puedas compartir con nosotros?
Vamos a empezar ahora con la apertura de tiendas físicas. Abrimos una primera tienda en Alzira para probar cómo funcionaba y los resultados han sido muy positivos, por lo que vamos a empezar a moverlo.
Pepina Pastel no tiene techo, puede llegar a donde quiera llegar. Tenemos un plan de crecimiento muy bonito, que todavía no podemos desvelar…aunque es muy emocionante. Llegaremos, seguro.
-Para concluir, ¿qué mensaje o lección importante te gustaría transmitir a aquellas que como tú quieren seguir sus pasiones y convertirlas en un negocio exitoso, al igual que lo has hecho con Pepina Pastel?
El punto más importante para mí es: hagas lo que hagas, céntrate en lo que te hace feliz. Cuando empiezas un negocio, lo que te va a reportar es nada…únicamente la felicidad. Cuando empiezas es todo incertidumbre, no sabes si lo estás haciendo bien o mal…
Si emprendes, que no sea por dinero, sino por amor y porque te gusta lo que estás haciendo. Lo principal es el trabajo y la perseverancia. Todo se resume al amor por lo que haces, con amor no hay nadie que nos pare.