El economista, Antonio Cabrales, doctor en Economía por la Universidad de San Diego (UCSD) y catedrático de la Universidad Carlos III; fue reconocido en el año 2021 con el Premio Rei Jaume I de Economía por sus investigaciones sobre la teoría de juegos y sobre la economía que gira en torno al comportamiento del público de redes sociales como interacción en redes complejas.
Además, ha profundizado en el campo del contagio financiero en redes y recientemente en Forinvest impartió una ponencia sobre la Formación Profesional Dual y la importancia de incorporar a las empresas en ella.
Conversamos con el Rei Jaume I de Economía de 2021 sobre todo ello:
– Respecto a la Formación Profesional Dual ¿Se ha avanzado en este sentido en los últimos años? ¿Cómo se puede mejorar en este aspecto?
– La propia existencia de una FP Dual es importante porque nos acerca a los países que han tenido más éxito con la Formación Profesional, que son los del eje alemán –Alemania, Austria, Suiza…– y que tenían una FP Dual muy potente. Queríamos ver si este modelo nos acercaba, porque a veces copiar modelos no funciona. Pero parece que, aunque no tenemos el mismo modelo de FP Dual que tienen ellos, ni la tradición ni el mismo tejido empresarial, está dando buenos resultados; así que parece que hemos avanzado en una dirección positiva.
Involucrar a las pymes
Ahora hay una nueva ley, que enfatiza más todavía la FP Dual, así que seguimos en ese camino, y el avance pasa por dos puntos. En primer lugar, intentar conseguir que el reglamento se ajuste a nuestro tejido empresarial, que es muy distinto porque tenemos muchas empresas pequeñas y tenemos que hacer todo lo posible para que estas puedan acoger estudiantes. Incluso en Alemania y en Austria, las pymes no tienen muchos estudiantes. Hay que inventar sistemas para hacerlo posible.
El tutor
La otra vía es algo que la ley toca relativamente, pero que el desarrollo reglamentario lo puede conseguir, que es el papel de los tutores, las personas que hacen de nexo entre la parte educativa y la empresa, que vigilen que el estudiante realmente está recibiendo formación y que el trabajo que hace mejora sus capacidades laborales y cognitivas. Ese papel no está todavía muy desarrollado y conviene que se desarrolle más. Con esas dos piezas, haríamos bastante juego.
Porque muchos estudiantes dejan la educación demasiado pronto
– En los últimos años, e incluso décadas, se ha primado la educación universitaria. En estos momentos, como sociedad, ¿nos conviene derivar hacia el modelo de FP o seguir apostando por la formación universitaria?
– Lo que España tiene que le hace diferente a otros países no es tanto que tengamos demasiados universitarios, sino que tenemos demasiado pocos estudiantes en FP; porque hay muchos que abandonan los estudios de manera prematura y, de hecho, ni siquiera trabajan muchas veces. Tenemos una diferencia de casi un 10% con el resto de Europa en las personas que no estudian más allá de la formación obligatoria.
Y es muy importante formarlos, porque vamos hacia un mundo en el que, por la transformación tecnológica, se va a polarizar más el trabajo y vamos a tener mucha más gente en puestos de alta cualificación y algo más en baja cualificación. Cuanto menos tengamos de esto último, como país, mucho mejor. Eso requiere que la gente esté formada. Los individuos que no tengan formación van a gravitar a trabajos que requieren muy poca formación; mal pagados; que no van a permitirles desarrollarse como personas… Y la FP es una forma de evitar que el máximo número de personas vaya en esa dirección.
– ¿Cómo se debe adaptar la formación a las actuales demandas de las empresas? Da la impresión de que se ha acelerado todo y cada día hay empleos nuevos. ¿Es posible que la educación siga este ritmo?
– Lo fundamental es pensar en que no hay que formar a las personas para la demanda actual de las empresas, sino para su posible demanda futura. Y eso requiere enfatizar el aprendizaje de capacidades y no tanto de conocimientos. De nada sirve memorizar una lista de tipos de cerámicas, por ejemplo, cuando dentro de diez años puede que utilicemos otro tipo de materiales.
La segunda clave fundamental es tener en cuenta que no podemos pensar en la formación como algo que pasa hasta los 20 o 22 años y se acaba. Vamos a necesitar tener una formación continua a lo largo de la vida; que es otro de los asuntos pendientes de nuestro sistema educativo. Ahora nos preparan y nos dan unas herramientas, que se irán actualizando y, en consecuencia, tendremos que ir actualizándonos con ellas.
Hacer cosas, más que saber cosas
– ¿Qué opinión le merece la nueva reforma educativa? De un modo general, podríamos decir que hace que la valoración del nivel de los estudiantes deje de ser numérica y que la penalización, como la repetición de curso, menos frecuente. ¿Qué le parece este cambio de paradigma?
– Una de las cosas que está muy bien, que ya era hora y que hace la reforma educativa, es enfatizar no tanto en los conocimientos, sino en las capacidades del individuo. Es decir, no se trata de hacer la derivada ‘x’ o la integrada ‘y’, o saber una lista de cosas que dijo un filósofo, sino poder interpretar un texto… Hacer cosas, más que saber cosas.
Otro factor que me parece positivo de la reforma es que se da cuenta de que queremos expulsar al mínimo número de estudiantes posibles del sistema. Y eso a veces requiere darse cuenta de que igual un estudiante no ha adquirido todos los conocimientos necesarios; pero sí tiene aptitudes y ganas, hay que encontrar una forma de reconducirlo.
Creo que ese es el espíritu de la ley. España no tiene demasiados suspensos en los exámenes internacionales y, sin embargo, hay mucha gente a la que expulsamos del sistema muy pronto. Pero una cosa es procurar que la gente pase y que siga en el sistema y otra cosa es dejar que pase sin hacer nada. Hay que darles apoyo y refuerzo y hay que lograr que mejoren sus aptitudes.
El papel del profesor
También hay cosas que faltan. Sigue sin estar de verdad bien pensada la carrera de los enseñantes. No han pensado suficientemente bien cómo promocionarlos, cómo contratarlos, cómo desarrollarlos… Una de las características que más separa a nuestros profesores de los del resto de Europa es que son de los que menos feedback reciben durante el proceso de su vida laboral; y los que menos refuerzos y aumento de competencias reciben.
Todo el sistema está concentrado en una oposición y luego ya, si eso, se hace algún curso; pero no se ha pensado en la renovación de los conocimientos.
– El contexto, las ayudas europeas, las iniciativas del Gobierno, los Perte… Todo ello parece indicar que estamos buscando el eterno cambio de modelo productivo. ¿Lo ve posible? ¿Qué nos falta para que se convierta en una realidad?
– Es posible, porque hay un par de tendencias buenas.
Menos temporalidad, más salario
Una de las razones por las que España estaba anclada en un modelo de baja cualificación de los trabajadores tiene que ver con el modelo de relaciones laborales que teníamos: mucha gente con contratos temporales, las empresas sabían que no iban a estar mucho tiempo y no tenían mucho incentivo para formarlos…
La reducción de la temporalidad, que parece que la nueva ley está apuntalando, podría hacer que las empresas tuvieran más interés en mantener a estos trabajadores bien formados.
El propio aumento del salario mínimo, aunque quizá tenga algún efecto en el empleo, más importante que eso es que puede hacer reflexionar a las empresas. Si a un trabajador le tengo que pagar mil y pico euros al mes tiene que producir algo que valga mil y pico euros al mes. Esto no lo puedes hacer con baja cualificación. Con lo cual, las dos tendencias empujan a que sea importante para las empresas dar mayor cualificación a los trabajadores.
Por otro lado, se abren una serie de tendencias importantes. El hecho de que las nuevas tecnologías permitan más el teletrabajo puede hacer posible que, por ejemplo, una ciudad como València, que tiene un modo de vida espectacular, muchas horas de sol, buenas escuelas, buenos hospitales, etc., comparada con una ciudad del norte de Europa –gris–, tenga muchas más opciones de posicionarse y competir…
Se debería poder atraer a empresas de esos países a València. ¿Para eso qué hay que hacer? Tener gente con buenas capacidades, bien formada, tener un entorno empresarial competitivo… Esto de que las transacciones y las relaciones sean más fáciles abre muchas posibilidades para todo el litoral mediterráneo y se debería aprovechar de manera sensata.
Tenemos la capacidad, busquemos inversores
Por otra parte, la transición energética también nos pone en muy buena situación. España es un país relativamente poco poblado en comparación con otros países, con muchas horas de sol… Puedes llenar España de paneles solares, hagámoslo ya. Tenemos la capacidad, vamos a buscar inversores.
– Para poner en marcha muchas de estas iniciativas serían una gran ayuda los fondos europeos, pero parece que nunca acaban de llegar y traducirse en inversiones reales…
– Los fondos europeos deberían utilizarse para crear las precondiciones para que después vengan aquí las empresas a invertir. Para crear el capital social y humano necesario para que luego venga un señor de Dortmund y quiera poner la fábrica en España.
Las redes financieras, tras la crisis de 2008
– Su trabajo sobre el comportamiento del público en las redes sociales fue reconocido con el Premio Rei Jaume I de Economía. En el caso de las redes financieras, ¿han cambiado desde el ‘crack’ de 2008?
– Los reguladores son más conscientes que hace 15 años de que no importa solamente si una institución cae. Pensaron que no podía ser algo sistémico, que pudiera molestar que cayera una entidad pequeña. Esto hizo que otros más grandes cayeran. Ese es el tipo de cosas que ahora los reguladores miran mucho más, no solo el tamaño de una institución, sino cómo operan en el conjunto del sistema. Si eres pequeño y estás aislado, no pasa nada, pero si eres pequeño y eres muy central, es algo muy distinto. También se han dado cuenta de que para soportar esos choques son necesarios buffers de capital más altos. Deberían ser más altos aún, pero por lo menos ahora son más elevados.
Hay algunas lecciones que se aprendieron de la crisis pasada, pero cada crisis es distinta. Pero, al menos, en esa dimensión, en la crisis por la pandemia, no hay bancos que hayan sufrido grandes problemas. Algo hemos mejorado la viabilidad de las instituciones.
La Comisión Europea se dio cuenta de que su reacción muy restrictiva ante la pasada crisis no era la más productiva para la estabilidad del sistema, justamente porque los países están conectados entre sí; no se puede dejar caer a uno de ellos porque detrás caen todos los demás. Esto también es un efecto de red, aunque no financiero.
– ¿Pero la crisis de la covid-19 también ha expuesto precisamente problemas de este tipo… Por ejemplo, con la cadena de suministro…?
– Efectivamente, nos dimos cuenta de que había un problema de contagio financiero pero, aunque ya lo habían dicho algunos investigadores hace algunos años, no nos dimos cuenta de que las interconexiones en la economía real, no solo en el sector financiero, también eran muy grandes.
Bueno, es otra lección a aprender. Hay muchas empresas que se han dado cuenta de que las cadenas de suministros, tan extendidas y tan conectadas en todo el mundo, igual eran demasiado largas e igual convenía tener proveedores más cercanos. Y eso, en una economía como la española, que tiene muchos proveedores pequeños, puede acabar siendo positivo.