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La rebelión de la máquinas

Redacción E3
Publicado a 14/01/2015

Socio Director S2 Grupo

Miguel Angel Juan-S2-GRUPOCafeteras espía, marcapasos asesinos, automóviles sin conductor que atropellan peatones o se tiran por un barranco con sus pasajeros a bordo, camisetas que indican nuestra posición actual a los secuestradores para los que trabajan, goteros que modifican peligrosamente la dosificación de los medicamentos o de los analgésicos. Pueden parecer ejemplos sacados de una película de ciencia ficción o de espías, pero son posibles hoy en día o lo serán dentro de muy pocos años.

La internet de las cosas o internet of things (IoT), que algunos llaman Cuarta Revolución Industrial, es, para entendernos, la conexión de todos nuestros dispositivos físicos a internet, de manera que se puedan comunicar entre ellos y con los sistemas de información. De IoT se lleva hablando desde hace muchos años y, de hecho, es una de las líneas prioritarias de la estrategia de I+D de la Unión Europea, plasmada en el programa marco Horizonte 2020.

IoT es una tendencia actual que, aunque está en sus inicios, se prevé imparable. Las barreras para su implantación –el precio de dotar de inteligencia a un dispositivo cualquiera y la ubicuidad de las redes de comunicación– ya no son un problema.

Una CPU de bajo coste que pueda dotar de una funcionalidad básica a una prenda de vestir, el mando a distancia de la TV o unas zapatillas está ya en el entorno de los 50 céntimos y bajando.

En cuanto a las redes, las WiFis son cada vez más abundantes y hasta los hoteles empiezan a darse cuenta de que la conectividad es un servicio que sus clientes consideran básico. Y, donde no hay WiFi, hay cobertura Telefónica. Casi siempre.

Cuestión de tiempo
Es cuestión de tiempo que todos los dispositivos que utilizamos diariamente, tanto en nuestra vida privada como en la profesional, entren a formar parte de la red, por la sencilla razón de que esto nos proporcionará un conjunto de funcionalidades que ahora sólo imaginamos en parte.

¿Qué tal un control monitorizado continuo de nuestros parámetros vitales? Podría ser una excelente herramienta para identificar síntomas de una posible enfermedad. ¿Algo tan simple como saber siempre dónde está cada objeto de valor dentro de nuestra casa? Concedido. ¿Qué nuestro frigorífico se encargue de hacer la compra, basándose en su contenido y en nuestra dieta? Hecho. ¿Un control energético de nuestra vivienda? ¿Control de acceso y vigilancia?¿Un asistente personal que nos acompañe de nuestra vivienda a nuestro auto y luego a nuestro puesto de trabajo?

Todo esto es factible y, lo que es más importante, se irán ofreciendo otras funciones más allá de lo que ahora imaginamos, porque los datos estarán disponibles, cada vez habrá más y los emprendedores más creativos les sacarán partido.

Hasta hoy, el impacto de las tecnologías de información ha estado, precisamente, en el manejo de la información: consultamos información, la recogemos, almacenamos y reutilizamos, tomamos decisiones basándonos en ella.

El mundo físico
Con el IoT el impacto se extiende al mundo físico; podemos manejar dispositivos -o dejar que se manejen ellos mismos-, comunicándose entre sí y con los sistemas de información. Y en el mundo físico estamos nosotros y muchos de nuestros bienes materiales.

2014-diciembre-opi-S2Grupo-ilustracionLa preocupación generalizada por la ciberseguridad es un hecho relativamente reciente. Hasta hace poco, los esfuerzos de los diseñadores de los sistemas han ido dirigidos a la funcionalidad y la seguridad siempre ha sido una preocupación secundaria. Han pasado varias olas tecnológicas y, casi invariablemente, la seguridad ha sido un requisito añadido con posterioridad.

En estos momentos, en esta nueva ola del IoT, deberíamos tomarnos la seguridad en serio desde el principio, porque nos puede ir en ello la vida. Si esto parece una exageración, quizás valga la pena recordar que un reciente informe de Europol indicaba una alta probabilidad de que, antes de fin de año, se produjese en el mundo el primer asesinato online.

Puede ser que un hacker manipule a distancia un marcapasos y modifique su modo de funcionamiento, puede que altere un dispositivo de administración de medicación de una UCI. Puede, incluso, que se trate de un sabotaje a una planta de depuración de agua, alterando las proporciones de los productos químicos usados y la catástrofe sea aún más grave.
El riesgo está ahí y en nuestras manos está la solución.

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