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La responsabilidad ante el fraude

Redacción E3
Publicado a 29/12/2014

Francisco J. Albert Guzmán | Gerente de Auditoría PwC. Socio de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF)

2014-nov-FEBF-logoLas nuevas Normas Técnicas de Auditoría, resultado de la adaptación de las Normas Internacionales de Auditoría para su aplicación en España, están encontrando en las sucesivas portadas de los principales periódicos de información general y económica argumentos que vienen a justificar la necesidad de haber revisado la normativa que regula la profesión de auditoría en España, alcanzando un mayor grado de homogeneidad con la norma internacional, y actualizándola al contexto económico y social en el que las empresas, y sus directivos, están desarrollando su actividad.

Pese a que el Plan General de Contabilidad ya establecía que los administradores son responsables de formular unas cuentas anuales veraces, la actual normativa explicita que igualmente son responsables del “control interno que consideren necesario para permitir la preparación de cuentas anuales libres de incorrección material, debida a fraude o error”, siendo así indicado en la sección de “Responsabilidad de los administradores en relación con las cuentas anuales” del propio informe de auditoría.

En consecuencia, la norma también desarrolla con mayor amplitud la responsabilidad del auditor en la auditoría de estados financieros con respecto al fraude, según se recoge en la NIA-ES 240, siendo un requerimiento para los auditores de cuentas anuales la identificación de los factores de riesgo de fraude en los distintos trabajos de auditoría financiera que realicen.

Responsabilidad del auditor
Es de esperar que los profesionales de la auditoría, en la revisión de la información financiera del ejercicio 2014, enfaticen el uso de pruebas dirigidas a identificar si los estados financieros pueden ser susceptibles de presentar errores significativos debido a fraude, así como analizar cómo dicho fraude puede producirse en la entidad auditada. El análisis deberá recoger tanto los errores o irregularidades producidos por el uso de información financiera fraudulenta como por la malversación de activos.

La intencionalidad de la acción es el principal factor que permite diferenciar al auditor entre un fraude y un error, por lo que la normativa incide en la necesidad de dirimir si las incorrecciones detectadas en la revisión de la información financiera han sido fortuitas, o si bien han sido producidas por un acto intencionado de uno o más individuos de la dirección, de los empleados, de los órganos de gobierno, de los propios accionistas de la compañía, o una colaboración entre distintos miembros de los grupos anteriormente mencionados.

Por otra parte, la detección de una incorrección material puede poner de manifiesto un fallo en el control interno establecido por los administradores, y por tanto, evidenciar la necesidad de reevaluar su diseño para cumplir los objetivos de detección y prevención de incorrecciones en la información financiera.

Factores favorables al fraude
El estudio de los casos de fraude acontecidos en el pasado, tanto a nivel nacional como internacional, han llevado a determinar que existen distintos factores que ayudan al auditor a estimar el grado de probabilidad de ocurrencia de fraude en las distintas áreas de la sociedad. Éstos se pueden clasificar en base a tres condiciones:

En primer lugar, que los directivos o empleados tengan un incentivo o estén bajo presión. Condicionar parte de la remuneración de los empleados a la consecución de objetivos agresivos, la existencia de garantías personales entregadas por los administradores para obtener financiación, o tratar de satisfacer las expectativas de terceros, como analistas financieros, inversores institucionales, entidades financieras o acreedores importantes, son ejemplos de factores de riesgo.

Por otra parte, la existencia de relaciones conflictivas entre la entidad y los empleados con acceso a efectivo u otros activos susceptibles de robo (motivadas por ejemplo por el conocimiento de futuros despidos o por ajustes salariales) o las propias obligaciones financieras personales, pueden crear presión.

En segundo lugar, que existan circunstancias en el entorno que propicien la oportunidad de cometer fraude, como la ausencia de controles encaminados a detectar dichas situaciones, o la capacidad de la dirección para eludir los controles.

La existencia de operaciones significativas ajenas al curso ordinario del negocio con sociedades vinculadas (en ocasiones no auditadas), el uso de intermediarios comerciales para los que no parece que exista una justificación clara en el modelo de negocio, o la ausencia de un sistema de autorización y aprobación de las operaciones, son ejemplos de factores de riesgo.

En tercer lugar, que las personas involucradas tengan una actitud o un conjunto de valores éticos que les permitan cometer un acto fraudulento. Los administradores de la sociedad deben de garantizar que exista una adecuada comunicación, implementación y aplicación de los valores de la entidad y normas éticas establecidas.

Prevención de delitos
Como indicábamos al comienzo, la actualidad económica se empeña en demostrar que estas tres condiciones (o una combinación de ellas) han coexistido o todavía lo hacen en algunas sociedades, dando como resultado acciones fraudulentas.

En este entorno, es fundamental que los administradores se conciencien de la necesidad de implantar un modelo de prevención de delitos y de fomentar un entorno de control. Para ello es imprescindible dotar de recursos financieros suficientes al órgano de control para garantizar su funcionamiento, así como realizar la necesaria supervisión.

Confiemos que la entrada en vigor de las nuevas Normas Técnicas de Auditoría, y su aplicación práctica por parte de los auditores y firmas de auditoría ayuden a la detección de las potenciales situaciones de fraude mediante la revisión de transacciones inusuales, estimaciones contables y asientos manuales.

Asegurar una alta calidad en la actividad de la auditoría financiera y mantener una actitud escéptica permitirá disponer de una información financiera fiable y libre de incorrecciones materiales. De esta forma se lograría aportar confianza a inversores y pequeños ahorradores.

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