Dios mío, dame paciencia, …¡pero ya!
Esta frase del que fue genial humorista, Eugenio, serviría para definir hoy situaciones que perfectamente podrían trasladarse a muchos sectores y a muchas empresas afectadas por el impacto de la pandemia del COVID-19, que ha limitado la fuerza, el empuje, de muchos proyectos empresariales antes sólidos y hoy con problemas para continuar.
¡Vaya encrucijada!, en condiciones de la “antigua normalidad” yo lo tendría muy claro, las empresas deberían apostar siempre por la paciencia, por la visión a largo plazo, por la solvencia, que la precipitación, la urgencia, suele tener malas consecuencias.
Pero ¿qué pasa ahora?, con la desolación que en muchos sectores productivos ha causado el COVID-19, el largo plazo es importante, sin duda, la solvencia es uno de los factores que hará que unas empresas ganen frente a otras, pero hoy más que nunca, lo que muchas empresas tienen en cuestión es el corto plazo, la liquidez. Y como he dicho muchas veces, no hay largo plazo sin corto.
Si no podemos superar mañana, no tendremos próxima semana. Por tanto, ahora son necesarios esfuerzos extraordinarios y apoyos decididos para evitar que el corto plazo nos impida desarrollar muchos proyectos viables que esa falta de liquidez puede evitar que progresen. Pero sin perder la visión a largo, esa que ha sido capaz de crear un clima favorable para el desarrollo de un negocio que aporta valor a todos sus grupos de interés.
En nuestro sistema, podríamos traducirlo como que es fundamental evitar que caiga ninguna empresa, que son las que, al final, consiguen mantener el modo de vida de las personas
Con la gravedad de la emergencia sanitaria que hemos vivido y que aún no está resuelta, nos hemos centrado de manera lógica en primer lugar en las personas y a continuación en las empresas, pero siempre con una visión de muy corto plazo. Recientemente escuchaba al catedrático Antón Costas expresar de manera simple y muy clara lo que es necesario en estos momentos, tenemos que “salvar la vida de las personas” e inmediatamente después, o simultáneamente, “salvar el modo de vida de las personas” y esto último, en nuestro sistema, podríamos traducirlo como que es fundamental evitar que caiga ninguna empresa, que son las que, al final, consiguen mantener el modo de vida de las personas a corto, medio y largo plazo. Es la única forma de hacer sostenibles las medidas de apoyo a las personas para que nadie se quede atrás en la salida.
Y es cierto que facilitando liquidez a las empresas a través de créditos avalados por el ICO, que es una de las soluciones que se están aplicando en España con cierto éxito, atendemos el corto plazo de las empresas, evitamos cierres, facilitamos los fondos necesarios para transitar por este periodo de cese o bajada relevante de la actividad de muchas organizaciones, que sin esos fondos no podrían atender sus obligaciones a corto y tendrían que cerrar; como a través de los ERTE por fuerza mayor, expedientes de regulación temporal de empleo, evitamos que muchas personas caigan en el desempleo con pocas posibilidades de incorporarse a un nuevo puesto de trabajo en el corto y medio plazo, si esos ERTE se recuperan en los plazos necesarios, como todos deseamos, para lo que es necesario acompasar los expedientes vinculados al COVID-19, a la apertura progresiva de la actividad empresarial, sin penalizaciones para los ERTES parciales.
Pero esos préstamos, incluso los avalados, no suponen ninguna transferencia directa de fondos a las empresas, especialmente pymes y autónomos. Son fondos que tienen que devolver salvo declaración de insolvencia, en cuyo caso sería el ICO quien devolvería el préstamo al Banco, con cierre consiguiente de la empresa y la correspondiente pérdida de los puestos de trabajo que antes ejercían en la compañía.
No será fácil para muchas pymes que no solo necesitarán que sus ventas vuelvan a cubrir todos los gastos de la empresa con márgenes razonables, sino que tienen que obtener beneficios suficientes que faciliten la devolución de aquellos préstamos que las empresas se vieron obligadas a solicitar aun cuando el problema que los ocasionó no tuviera nada que ver con ellas.
En fin, que necesitamos mirada larga y paso corto. Visión a largo y atención al corto plazo. Revisión en muchos casos de nuestro modelo de negocio para adaptarlo a las nuevas circunstancias provisionales -o definitivas
Algo habría que pensar al respecto y para eso parece que por fin, aún sin confirmación definitiva, podemos contar con Europa -aunque los consensos en nuestro país parecen ciencia ficción- que, pese a los interminables debates Norte/Sur, ha entendido que este es un problema global de cuya solución depende en gran medida la continuidad del proyecto europeo. Y para eso no tenemos ni queremos plan B.
En fin, que necesitamos mirada larga y paso corto. Visión a largo y atención al corto plazo. Revisión en muchos casos de nuestro modelo de negocio para adaptarlo a las nuevas circunstancias provisionales -o definitivas, en algún caso- del mercado; equipo; identificación de las nuevas necesidades y expectativas de nuestros clientes. Más que nunca, innovación en producto, en procesos, en contacto y atención al jefe que, como dicen algunas de las empresas más relevantes de nuestra época como Walmart o Mercadona, solo es el cliente.
Y por supuesto, facilidades desde las administraciones para que el desarrollo de la empresa no suponga problemas adicionales a los que ya impone el mercado, infraestructuras que permitan competir en condiciones óptimas en sectores de presente y de futuro, y ayudas para cubrir este tiempo de limitaciones objetivas y arrancar de nuevo con fuerza. Y todo eso lo necesitamos cuanto antes.
Necesitamos paciencia …¡pero ya!.
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