Carla Bassó, Implica: "En un entorno tan cambiante, dejar de aprender es quedarse obsoleto"

Con más de 17 años de experiencia en consultoría, Carla Bassó ha aprendido a navegar la complejidad empresarial con rigor, escucha y mucha coherencia. Socia en Implica Corporate Finance y al frente de la división de Creación de Valor Operativo, defiende un liderazgo basado en la exigencia, el respeto y la ilusión. Su paso por la regata que organiza anualmente la Fundación Mujeres al Timón le dejó algo más que un recuerdo divertido: la certeza de que compartir referentes y experiencias es un motor para avanzar.

– ¿Qué te motivó a participar en la regata de los Premios Mujeres al Timón y qué te llevaste de esa experiencia?

Me atrajo la idea de compartir espacio con mujeres que, desde ámbitos distintos, asumen la responsabilidad de liderar, y hacerlo en un entorno diferente al habitual, sin las inercias del día a día.
Cada mujer profesional que tuve el placer de conocer tiene una historia real de compromiso, esfuerzo, sacrificio y valor.

Me resultó muy enriquecedor conocer tantas trayectorias distintas, tantas realidades diferentes… me hizo ampliar la mirada. Y, además de todo eso, fue una mañana distinta y divertida que me sacó de la rutina y me dejó muy buen recuerdo. Como un pequeño regalo…

– ¿Cómo definirías tu trayectoria profesional hasta llegar al punto en el que estás ahora?

Soy ingeniera industrial y llevo más de 17 años dedicada a la consultoría de negocio. He trabajado con empresas industriales, agroalimentarias y de distribución, ayudándolas a mejorar su forma de operar, de organizarse y de generar resultados sostenibles.

Hoy soy socia de Implica Corporate Finance y dirijo Implica Operating Value, una división centrada en activar el potencial operativo de las compañías para aumentar su competitividad y su valor. Ha sido un recorrido exigente, con proyectos complejos y decisiones difíciles, pero también muy enriquecedor. Lo que más valoro es haber conseguido construir credibilidad en entornos que no siempre esperaban ver a alguien como yo ahí.

Mucha claridad y mucha escucha

– En tu sector (o rol profesional), ¿cuáles son los retos más actuales en materia de innovación y adaptación al cambio?

Uno de los mayores retos es transformar las empresas para conseguir llevarlas a otro nivel de competitividad, en un entorno que cambia cada vez más deprisa. Muchas están centradas en el corto plazo y les cuesta encontrar el espacio, la energía o la estructura interna para abordar cambios de fondo sin desestabilizarse.

Hacerlo exige revisar cómo se toman las decisiones, cómo se organizan los procesos y cómo se implican las personas, mientras se sigue atendiendo el negocio diario.

La creación de valor real no consiste solo en «implantar» medidas, cambiar metodologías o redibujar organigramas: requiere conseguir que las personas se comprometan de verdad y saber acompañarlas en ese proceso de transformación. Y, por supuesto, que todo ese esfuerzo se traduzca en una mejora tangible de los resultados de la compañía

–  ¿Cómo gestionas el liderazgo de equipo cuando hay presión o incertidumbre?

Con mucha claridad y mucha escucha. En situaciones de presión es fácil que aparezca el ruido: dudas, tensiones, resistencias. Mi papel es filtrar ese ruido, priorizar lo esencial y sostener el ritmo sin generar más ansiedad. Eso exige presencia, coherencia y también calma. No se trata de tener todas las respuestas, sino de mantener el rumbo y transmitir que se puede avanzar paso a paso, aunque el contexto no sea perfecto.

Nunca dar por supuesto que sabes suficiente

– ¿Qué importancia le das a la formación continua y al aprendizaje en tu campo?

Es fundamental. En un entorno tan cambiante, dejar de aprender es quedarse obsoleto. Pero no hablo solo de formaciones formales: gran parte de lo que aprendo viene de los proyectos, los equipos y los clientes, además de observar cómo funcionan las organizaciones reales. Lo importante es mantener la curiosidad activa y no dar por supuesto que ya sabes suficiente.

– ¿Cómo equilibras las prioridades entre lo estratégico (visión de futuro) y lo operativo (día a día)?

Intento que convivan. Ambos son importantes, pero ejecutar sin una visión estratégica clara, sin un propósito a medio o largo plazo, puede acabar agotando a los equipos. Del mismo modo, fijar un rumbo sin aterrizarlo en el día a día es papel mojado.

Mi forma de equilibrarlo es pensar a largo, trazar objetivos a medio que sean medibles y traducirlos en indicadores de gestión -para poder medir y evidenciar los avances-, y en acciones y decisiones operativas, que se llevan a cabo en el día a día, siempre enmarcadas hacia dónde queremos ir.

Hay un factor clave: la comunicación. Vincular cada decisión operativa con el propósito final es lo que permite que los equipos entiendan para qué hacen lo que hacen, cuál es su aportación real y por qué es importante. Cuando comprenden eso, se sienten parte del éxito -porque, en realidad, lo son-.

Sentido y satisfacción al trabajo

¿Qué valores personales consideras fundamentales para liderar con integridad y eficacia?

Destacaría la exigencia, la coherencia, el respeto y la ilusión.

La exigencia, porque sin compromiso real no hay resultados sostenibles; la coherencia porque el liderazgo se valida con los hechos, no con los discursos; y el respeto, porque ninguna transformación funciona sin las personas: puedes empujar mucho, pero si no construyes credibilidad y confianza, no se sostendrá en el tiempo.

Y lo más importante: el equipo tiene que disfrutar de lo que hace cada día. Es fundamental que encuentren sentido y satisfacción en su trabajo. Esa energía es un motor potentísimo y, sin ella es difícil sostener el esfuerzo que exige cualquier transformación de verdad.

– ¿Qué aconsejarías a una mujer joven que quiere hacerse un hueco en tu ámbito profesional?

Que construya su criterio, que trabaje con rigor y que no tenga miedo a ocupar espacio. Este es un entorno exigente y competitivo, pero también muy enriquecedor si sabes elegir bien dónde y con quién crecer. Y que no intente encajar en moldes ajenos. La solidez profesional se gana por lo que haces y cómo lo haces, no por parecerte a nadie.

Crecer con bases sólidas

– ¿Qué papel crees que juegan las redes profesionales y el mentoring en el desarrollo profesional femenino?

Son muy útiles, sobre todo porque muchas mujeres aún avanzan sin referentes cercanos. Tener acceso a otras profesionales que ya han recorrido ese camino ayuda a relativizar los obstáculos, a ver que es posible y a evitar el aislamiento que a veces acompaña los primeros pasos.

Y también es una forma de seguir creciendo y de contribuir: compartir tu experiencia permite allanarles el camino, ayudarles a resolver dudas o bloqueos que tú ya has vivido, para que ellas puedan crecer más deprisa y con bases más sólidas, construyendo sobre lo que otras ya hemos aprendido.

– ¿Qué opinión te merece la labor de la Fundación Mujeres al Timón visibilizando el liderazgo femenino y apoyando proyectos como este?

Hoy por hoy, me parece una propuesta muy interesante y necesaria. La visibilidad es importante, no como un fin en sí mismo, sino como una forma de normalizar que el liderazgo también tiene rostro femenino, diverso y plural. Proyectos como la Fundación ayudan a hacerlo visible y, con ello, a que más mujeres se animen a asumir esas responsabilidades sin sentir que tienen que justificarse por ello.

Aun así, confío en que llegue el momento en que no hagan falta este tipo de iniciativas, porque se haya asumido con naturalidad que mujeres y hombres -personas, al fin y al cabo- pueden llegar tan lejos como su capacidad, su esfuerzo y su determinación les lleven, sin que el género sea un factor a tener en cuenta.