Aranceles o acuerdo: Trump fuerza a sus aliados a elegir en 3 semanas
Trump relanza su ofensiva arancelaria con medidas que afectan a materias primas, farmacéuticas y aliados estratégicos, reavivando el riesgo de una guerra comercial global.
La administración de Donald Trump ha reactivado con fuerza su agenda arancelaria. En los últimos días, el presidente estadounidense ha anunciado una batería de medidas que afectan tanto a materias primas como a productos farmacéuticos, y ha enviado señales inequívocas a la Unión Europea y otros socios comerciales: o hay acuerdos, o habrá consecuencias. Las advertencias no son meramente retóricas. Las primeras cartas oficiales ya han sido enviadas a países como Japón y Corea del Sur, estableciendo aranceles del 25 % a partir del 1 de agosto; lo que comenzó como una renegociación de los llamados aranceles «recíprocos» se ha transformado en una guerra comercial en ciernes.
Los sectores afectados van desde materias primas estratégicas hasta industrias altamente sensibles como la farmacéutica. Además, Washington ha comenzado a enviar notificaciones formales a los gobiernos extranjeros, advirtiendo de la entrada en vigor de nuevos aranceles el 1 de agosto de 2025. Las cartas, enviadas a través de canales diplomáticos y difundidas en redes sociales por el propio Trump, marcan un punto de no retorno si no se alcanzan acuerdos bilaterales en el corto plazo.
Esta estrategia ha generado preocupación tanto dentro como fuera de Estados Unidos. Mientras algunos aliados intentan salvar las negociaciones, otros se preparan para contramedidas. Las implicaciones económicas y diplomáticas de este nuevo giro en la política exterior estadounidense son considerables, y podrían alterar los equilibrios comerciales globales durante los próximos años.
Aranceles al cobre y presión al sector farmacéutico: el regreso del proteccionismo industrial
Uno de los anuncios más contundentes realizados por Trump en los últimos días fue la imposición de un arancel del 50 % al cobre importado, una medida que sigue la línea de decisiones anteriores sobre el acero y el aluminio. La elección del cobre no es casual: se trata de un recurso clave para la industria eléctrica y tecnológica, por lo que su encarecimiento puede tener repercusiones globales. Sin ofrecer demasiados detalles técnicos, Trump justificó el gravamen como parte de una estrategia para recuperar el control industrial y proteger los intereses nacionales.
Pero el anuncio más polémico vino acompañado de una advertencia al sector farmacéutico internacional. Trump afirmó que impondrá un arancel de hasta el 200 % a los medicamentos importados, salvo que sus fabricantes se trasladen a suelo estadounidense. El presidente concedió a estas empresas un plazo de entre un año y un año y medio para realizar ese cambio, advirtiendo que, de lo contrario, deberán asumir los costos de sus decisiones estratégicas. «La gente en esta sala no lo permitirá», dijo Trump en una reunión de gabinete, en referencia a sus colaboradores más cercanos.
La justificación del presidente se enmarca en una narrativa de deslocalización industrial que, según él, fue permitida por gobiernos anteriores. Trump acusa a administraciones pasadas de debilitar la autosuficiencia del país, especialmente en sectores estratégicos como el farmacéutico, cuya importancia quedó en evidencia durante la pandemia. Esta medida busca no solo recuperar empleos, sino también garantizar un mayor control sobre el suministro de medicamentos en futuras crisis sanitarias.
La UE, en la mira: tensiones con Bruselas y amenazas de aranceles
Aunque Trump ha reconocido que las conversaciones con la Unión Europea (UE) han mejorado en tono, lo cierto es que las amenazas siguen latentes. En una rueda de prensa reciente, el mandatario indicó que está a «dos días» de enviar una carta formal con nuevas propuestas arancelarias al bloque comunitario. Según sus palabras, esa carta «significa un trato», lo que deja entrever que Washington quiere apurar las negociaciones antes de la fecha límite del 1 de agosto.
Las tensiones no son nuevas. Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, Trump ha mostrado una postura crítica hacia Bruselas, a la que acusa de aplicar medidas injustas contra empresas estadounidenses, en particular contra gigantes tecnológicos como Google y Apple. Aunque el mandatario reconoció que la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, ha tenido un enfoque «amable», dejó claro que la paciencia tiene límites.
La tregua arancelaria, ya prorrogada una vez, no volverá a extenderse, afirmó categóricamente.
Washington ha sugerido que, de no alcanzarse un acuerdo, aplicará aranceles del 50 % a productos europeos, como represalia por lo que denomina desequilibrios comerciales. Esto ha encendido las alarmas en Bruselas, donde líderes comunitarios advierten que los aranceles no solo afectarían a la economía del continente, sino que también tendrían un impacto negativo en las relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Para Trump, sin embargo, el incentivo está claro: quien quiera acceder al mercado estadounidense debe hacerlo en condiciones favorables para EE.UU.
Europa se planta: Alemania lidera la respuesta a la ofensiva arancelaria
La respuesta europea no se ha hecho esperar. El vicecanciller y ministro de Finanzas de Alemania, Lars Klingbeil, fue tajante al advertir que, si no se alcanza un acuerdo justo con Estados Unidos, la UE aplicará contramedidas para proteger su economía. En una intervención ante el Bundestag, el político alemán recordó que la UE es el mayor mercado único del mundo y que tiene la fuerza suficiente para responder de forma unida y decidida.
Klingbeil señaló que los aranceles amenazan puestos de trabajo a ambos lados del Atlántico y que una escalada comercial no beneficiará a nadie. El vicecanciller apostó por mantener la mano tendida, pero dejó claro que no aceptarán un trato injusto. En su discurso, reiteró que los europeos están abiertos a la negociación, pero que no cederán a presiones que perjudiquen a sus industrias clave. Su mensaje fue respaldado por varios líderes europeos, que temen un deterioro grave en las relaciones transatlánticas.
La CE, por su parte, ha reconocido avances hacia un posible acuerdo con EE.UU., aunque también advierte que la incertidumbre generada por las amenazas arancelarias ya está afectando a las decisiones de inversión y a la confianza empresarial. La posibilidad de contramedidas, como aranceles espejo o restricciones a productos estadounidenses, está sobre la mesa. Europa busca evitar una guerra comercial, pero no descarta entrar en ella si la administración Trump persiste en su ofensiva.
Asia bajo presión: primeras cartas a Japón y Corea del Sur
Mientras se intensifican las negociaciones con Europa, la Casa Blanca ya ha empezado a ejecutar medidas contra países asiáticos. Japón y Corea del Sur fueron los primeros en recibir cartas formales anunciando aranceles del 25 % a partir del 1 de agosto. Estas notificaciones fueron difundidas por el propio Trump en su red Truth Social, como parte de su estrategia de transparencia directa con sus seguidores. El presidente explicó que no habrá más prórrogas y que los países deben decidir ahora si aceptan las condiciones impuestas por Estados Unidos.
Los gobiernos de Tokio y Seúl han manifestado su preocupación por la medida, que afectará sectores clave como la automoción, la electrónica y los productos químicos. Estos países habían sido aliados estratégicos de Washington en el Indo-Pacífico, pero las nuevas tarifas podrían tensar las relaciones diplomáticas y forzar una reorganización de las cadenas de suministro. Expertos regionales advierten que la decisión de Trump podría empujar a estos países a reforzar sus lazos comerciales con China o la Unión Europea.
Para Trump, la clave es el equilibrio: asegura que los países que firmen acuerdos tendrán acceso sin restricciones al mercado estadounidense. Quienes no lo hagan, deberán enfrentar barreras. «Si quieren ganar dinero y vender en Estados Unidos, tienen que hacerlo bajo nuestras condiciones», afirmó.
Esta visión, claramente transaccional, deja poco margen para el multilateralismo y refuerza un modelo de negociaciones bilaterales donde EE.UU. establece las reglas del juego.
Conclusión: un tablero comercial en plena reconfiguración
La nueva embestida arancelaria de Trump reconfigura el escenario comercial global en un momento delicado. Con tensiones geopolíticas abiertas en varios frentes y un crecimiento económico mundial aún frágil, la amenaza de una guerra comercial a gran escala añade incertidumbre a los mercados. Estados Unidos busca recuperar su hegemonía industrial y comercial a través de medidas de fuerza, desafiando los principios del libre comercio que durante décadas defendió en foros internacionales.
Aunque algunos países, como China, Reino Unido y Vietnam, han accedido a firmar acuerdos bilaterales poco exigentes, la mayoría de los socios comerciales de EE.UU. están aún en fase de negociación. La fecha límite del 1 de agosto se convierte así en un hito clave: el mundo observará si se impone la diplomacia o si se abre una nueva etapa de confrontación arancelaria que podría tener consecuencias duraderas.
Por ahora, lo único seguro es que el tablero comercial internacional ya no es el mismo. Las reglas han cambiado y las alianzas, también. Frente a un Trump decidido a redibujar las fronteras económicas globales, el resto del mundo deberá elegir entre adaptarse o resistir.
Borja RamírezGraduado en Periodismo por la Universidad de Valencia, está especializado en actualidad internacional y análisis geopolítico por la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su carrera profesional en las ediciones web de cabeceras como Eldiario.es o El País. Desde junio de 2022 es redactor en la edición digital de Economía 3, donde compagina el análisis económico e internacional.
Las claves del nuevo escenario económico analizado en Cinteligencia 2025
Redacción E3






