Agricultura de precisión: clave frente al clima y la escasez de recursos
En las VII Jornadas de Tecnología Agroalimentaria de la UPV, expertos de empresas líderes analizan cómo la agricultura de precisión puede mejorar la sostenibilidad, rentabilidad e integración tecnológica del sector.
«La tecnología ya no es una opción, es una necesidad. Pero la clave no es tenerla, sino saber usarla», afirmó Santiago Torres, director de Calidad de Deterra, durante la mesa redonda «Agricultura de precisión: calidad y rentabilidad», que tuvo lugar en el marco de las VII Jornadas sobre Tecnología al Servicio del Sector Agroalimentario, organizadas por la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Una afirmación que marcó el tono de un encuentro donde los retos del sector agrícola se pusieron sobre la mesa con franqueza, y donde la innovación fue analizada desde la tierra hasta el almacén.
Participaron también en el debate Diego Sáez, CEO de Mesbook, Benito Orihuel, postharvest advisor de Citrosol, y Juan José Martí, socio director de Ogáyar Consulting, con la moderación de José Manuel Enríquez gerente de Negocio Agroalimentario de Cajamar.

De izquierda a derecha: Juan José Martí (Ogáyar Consulting), Diego Sáez (Mesbook), José Manuel Enríquez (Cajamar), Benito Orihuel (Citrosol) y Santiago Torres (Deterra).
El objetivo común: analizar cómo puede la agricultura de precisión contribuir a mejorar la calidad, aumentar la rentabilidad y responder a desafíos como el cambio climático, la escasez de recursos y la automatización del trabajo en el campo.
Clima cambiante y decisiones más rápidas: la presión sobre el campo
Santiago Torres, desde su experiencia como operador en grandes explotaciones agrícolas, abrió el turno de intervenciones destacando una realidad incuestionable: «Las temperaturas mínimas y medias han aumentado en los últimos años, y cada vez sufrimos más eventos climáticos extremos. Esto afecta a la maduración de los productos y a la aparición de plagas, rompiendo los calendarios tradicionales de recolección».
Deterra, empresa especializada en producción y gestión de fincas agrícolas de alta exigencia, se ve obligada a cambiar su forma de planificar. «Las decisiones se tienen que tomar día a día. La campaña cambia constantemente. Por eso necesitamos herramientas que nos ayuden a anticiparnos, pero también que estén completamente integradas en nuestras operaciones», afirmó Torres.
Y continuó: «Tecnológicamente, esto exige una toma de decisiones mucho más rápida. Las campañas varían a diario, y tenemos que adaptarnos con agilidad. La tecnología es muy útil, pero su integración completa en todas las compañías es compleja. Ya no basta con medir datos; hay que transformarlos en herramientas de adaptación que permitan anticiparse. No se trata solo de tener tecnología, sino de saber canalizarla adecuadamente».
«Datos, datos, datos»: la agricultura como sistema de información
Diego Sáez, desde la perspectiva de Mesbook, empresa valenciana especializada en digitalización industrial, aportó una visión técnica y estratégica: «Imaginemos cómo funciona Google Maps. Lo hace gracias a millones de datos que le permiten guiarte. En el campo es igual. Si queremos una agricultura de precisión de verdad, necesitamos datos reales, procesables y útiles. Y los necesitamos ya”.
Mesbook trabaja en sistemas de control integral en tiempo real para mejorar la eficiencia industrial, y su salto al sector agroalimentario es una respuesta a una necesidad crítica: integrar todos los eslabones de la cadena, desde la producción hasta la comercialización. «El problema no es recoger datos, sino convertirlos en conocimiento. Si no hay una herramienta que los digiera, acabas infoxicado», advirtió Sáez.
Además, fue claro al hablar de rentabilidad: «La innovación solo tiene sentido si mejora la cuenta de resultados. Hablamos de control de mermas, automatización para reducir errores humanos y costes de mano de obra. Eso es lo que nos piden las empresas».
Citrosol y el combate contra el desperdicio: tecnología desde el almacén
En la cadena agroalimentaria, lo que ocurre después de la cosecha es tan importante como la producción, aseguró Benito Orihuel. «La agricultura de precisión no solo está en el campo. Nosotros desarrollamos el CATsystem, el primer equipo inteligente para aplicar tratamientos fungicidas a los cítricos. El podrido es el principal problema de desperdicio alimentario en el mundo, y esta tecnología nos permite controlarlo con precisión”, explicó.
Orihuel detalló que los equipos de Citrosol miden la concentración de activos en las balsas y cataratas de tratamiento, ajustando el producto en tiempo real: «Si los residuos interfieren, perdemos eficacia. Con CATsystem corregimos eso al instante y evitamos mermas millonarias».
Además, defendió el papel de la robótica y los sensores: «Ya hay robots que pueden hacer lo que en valenciano llamamos ‘alfarrassar’, es decir, clasificar el calibre y calidad de las hortalizas. Eso ya está aquí, no es ciencia ficción».
¿Una torre de Babel digital?: el reto de integrar la tecnología
El debate derivó hacia uno de los grandes obstáculos de la transformación digital: la integración. Como señaló Juan José Martí, experto en análisis de datos agroindustriales, «el gran problema no es tener herramientas tecnológicas, es saber si esa información es relevante para ti. El 80 % de los datos que se generan no aporta nada. Nuestro trabajo es ayudar a las empresas a identificar el 20 % que sí tiene valor».
Desde Ogáyar Consulting, trabajan en proyectos de consultoría tecnológica que ayudan a traducir datos en decisiones. Martí lanzó una idea provocadora: «Siempre hablamos de cómo aplicar la tecnología al campo, pero ¿por qué no dejamos que el almacén le diga al campo lo que necesita? Si sabemos qué se va a demandar, podemos ajustar toda la cadena con antelación».
Santiago Torres, sin embargo, advirtió que hay un límite: «¿Y cuando llega una tormenta o una ola de calor inesperada? ¿Somos capaces de reaccionar? Esa es la clave de una verdadera agricultura de precisión: actuar rápido y bien».
Tecnología, automatización y el cambio generacional
Un tema crucial abordado fue la escasez de mano de obra. Según Diego Sáez, «ya nadie quiere trabajar en el campo. La automatización no es solo rentable, es inevitable». Aquí, la inteligencia artificial empieza a jugar un papel cada vez más relevante en tareas como la clasificación automática, el control de procesos y la predicción de rendimientos.
Además, se hizo hincapié en que la tecnología debe responder a un objetivo concreto. «No se trata de usar drones porque están de moda. Se trata de que el dron o el satélite te den datos útiles que te permitan detectar una zona con estrés hídrico o una plaga antes de que sea tarde», puntualizó Benito Orihuel.
Conclusión: precisión sí, pero con propósito y conexión
La mesa redonda concluyó con una idea compartida por todos: la agricultura de precisión no es un fin, sino un medio. Un medio para tomar mejores decisiones, optimizar recursos, adaptarse al cambio climático y responder a un mercado cada vez más exigente.
Diego Sáez lo resumió con claridad: «La rentabilidad no viene por tener más tecnología, sino por tomar mejores decisiones. Eso se consigue con datos fiables, bien tratados, integrados en procesos claros y con una visión compartida en toda la cadena de valor».
En palabras del moderador, José Manuel Enríquez, «estamos en un momento en el que aprender a montar el caballo con el animal ya al galope. Necesitamos agilidad, claridad y sobre todo, colaboración».
Borja RamírezGraduado en Periodismo por la Universidad de Valencia, está especializado en actualidad internacional y análisis geopolítico por la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su carrera profesional en las ediciones web de cabeceras como Eldiario.es o El País. Desde junio de 2022 es redactor en la edición digital de Economía 3, donde compagina el análisis económico e internacional.
Tierra Bobal acerca su esencia al público en un encuentro en el Mercado del Grao
Redacción E3








