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Comunidades energéticas, el modelo colaborativo para las ciudades sostenibles

Publicado a 17/12/2024 18:23 | Actualizado a 20/12/2024 13:52

Las comunidades energéticas locales son un modelo de producción, distribución y consumo de energía renovable gestionado por la propia comunidad. Estos modelos locales permiten que los residentes o miembros de la comunidad no solo sean consumidores, sino también productores de energía. Bajo el título «Fomento de las comunidades energéticas para la descarbonización y la resiliencia frente al cambio climático», el Instituto Tecnológico de la Energía (ITE) ha organizado, de la mano de Economía 3, un webinar en el que se ha abordado cómo el fomento de las comunidades energéticas puede contribuir a la descarbonización y la resiliencia frente al cambio climático.

El seminario web ha contado con la participación de Milagros Peña, experta en Redes Eléctricas del Futuro en ITE, y Laura Martín, experta en Eficiencia en Usos de la Energía en ITE. También Joaquín Mas, director general en Grupo EnercoopAntonio García Celda, director general de Valencia Capital Verde y Blanca Pedrola, directora estratégica en Kuma Architecture & Urban Design.

Comunidades energéticas, el modelo colaborativo para las ciudades sostenibles

El encuentro se ha enmarcado dentro del Proyecto Hábitat Sostenible 4.0,  una iniciativa en la que que colaboran la Dirección General de Vivienda y los centros de la Red de Institutos Tecnológicos Comunitat Valenciana (REDIT) para mejorar la competitividad de las empresas del sector del hábitat y la construcción.

Dentro de este proyecto colaborativo, el ITE tiene un papel protagonista centrado en el estudio, desarrollo e implementación de soluciones energéticas innovadoras que contribuyan a avanzar en la descarbonización de los edificios. Como parte de esos esfuerzos, el ITE se encarga también de apoyar la implementación de comunidades energéticas entorno a edificios piloto sostenibles promovidos por la Generalitat Valenciana.

Los principales desafíos de las comunidades energéticas

Son muchos los desafíos a los que este tipo de comunidades van a tener que hacer frente los próximos años. Para Milagros Peña estos retos comprenden distintos niveles, ya sea desde un punto de vista social, técnico, económico o regulatorio. Peña afirma que desde el ITE «echamos en falta una mayor participación ciudadana, pero para lograrla será necesaria mayor información, ya que existe todavía mucho miedo y reticencias debido al desconocimiento. A nivel legal y regulatorio, todavía no está completa la transposición de todas las directivas europeas. Esa falta de un establecimiento claro de las normativas al respecto de las comunidades energéticas crea desconfianza tanto en los ciudadanos como en las empresas».

Desde el punto de vista de la burocracia, la experta ha hecho énfasis en la necesidad de tratar de facilitar al máximo el proceso y hacerlo más simple. A nivel técnico, el desafío es lograr una mayor compatibilidad entre los distintos players, ya que muchas veces «hablan distintos idiomas». Mejorar la infraestructura es otro de los grandes retos, asegura, ya que esta debe permitir una fácil conexión a red, con mayor capacidad, y una gran gestión del dato.

«Por último, a nivel económico debemos mejorar esos mecanismos de financiación, así como ayudas, préstamos o distintas formas de capitalización, con el objetivo de que se mantengan en el tiempo y sean ágiles. Los costes de la inversión en nuevas tecnologías, así como impuestos y tasas a cubrir, hacen fundamental la financiación para poder establecer dichas comunidades energéticas», explica Peña.

Y concluye: «La incertidumbre en la regulación crea muchas reticencias, los tiempos tan largos de tramitación, ya sea en su fase administrativa como la legal… todo es muy complejo. Debemos comprender que existe la regulación propia de las comunidades energéticas, las tramitaciones de cada una de las actividades que se van a desarrollar en dicha comunidad, y, por si fuera poco, se debe cumplir con normativa europea, nacional, autonómica y hasta municipal. Hay una cantidad de integrantes tan grande que frenan el proceso. La tecnología, sin embargo, existe y avanza, a las empresas las frena la burocracia».

La empresa privada, frente a la burocracia

De esta lucha diaria contra la burocracia son testigos en Enercoop. Para Joaquín Mas, el director general de la cooperativa energética, existen toda una serie de barreras que se presentan a la hora de desplegar una comunidad energética. Por suerte, asegura, «la Comunidad Valenciana ha ido liderando el camino en este tipo de modelos y ha sido capaz de superar esos problemas iniciales. Me atrevería a decir, sin embargo, que conforme supera unos problemas surgen otros».

«De entre ellos creo que habría que destacar la barrera social, que es la más grande por el momento. Debemos ser capaces de convencer a un colectivo de que es positivo montar esa comunidad energética, y para ello es preciso darle una respuesta basada en un liderazgo fuerte y gran confianza. Es importante que haya una entidad promotora sólida que confíe en el proyecto y sea capaz de persuadir a otros para que los acompañen», asegura Mas.

Desde el punto de vista de los diferentes modelos de comunidades energéticas existente, el experto destaca que nunca hay dos proyectos idénticos. «Llevamos desarrollados alrededor de 60 proyectos en toda España y planteamos distintos modelos. En todos los casos depende mucho de quién lidere el proyecto, ya que influye mucho que sean organizaciones como asociaciones ciudadanas o cooperativas agroalimentarias, que parten de una posición de partida privilegiada y que facilitan mucho la evolución de la comunidad energética».

La financiación es otro de los aspectos que son fundamentales a la hora de desarrollar este tipo de proyectos. Existen diferentes opciones más o menos exitosas, desde recurrir a la banca tradicional, la ética o las bancas rurales. Otra modalidad interesante, explica Mas, son las iniciativas de «crowdlending». Este tipo de financiación no convencional, afirma, «encaja muy bien en este tipo de proyectos porque permiten financiarlo en base a una aportación inicial relativamente pequeña y un interés razonable».

València, una ciudad que quiere liderar la descarbonización

Un punto en el que todos los ponentes se han mostrado de acuerdo, es que para poder sacar adelante este tipo de comunidades energéticas la colaboración público-privada es fundamental. La clave para que eso ocurra, explica Antonio García, director general de Valencia Capital Verde, es el liderazgo. «La ciudad de València quiere ejercer ese liderazgo y para ello debemos ser más resilientes, siendo capaces de descentralizar todas esas fuentes de energía que empleamos. Debemos ser capaces de recibir energía, pero también de generarla, fortaleciendo la propia autonomía energética de la ciudad. Es lo que estamos haciendo desde Valencia Capital Verde».

«Es una labor importante que tratamos de hacer en todos nuestros barrios. Para ello, qué duda cabe, la relación entre el sector público y privado debe de ser muy estrecha. Por nuestra parte facilitamos el espacio y promovemos esas regulaciones que pueden favorecer el desarrollo de estas comunidades energéticas. Lo que no podemos hacer, y ahí es donde entran los institutos tecnológicos y las empresas, que son quienes nos aportan tecnología e innovación», explica García.

La sociedad debe tratar de favorecer la inversión, pero para ello es muy importante involucrar a la ciudadanía y para ello será fundamental la pedagogía. «Tratamos de facilitar esa tarea y concienciar de una realidad que es, además, una herramienta que beneficia a los barrios. Con ellas conseguimos favorecer el consumo de instalaciones públicas que nos permite tener menos gastos a nivel municipal y eliminar impuestos y las facturas.

Algunas de las iniciativas que desde el Consistorio se pretenden promover están ya en marcha. «La ciudad de València tendrá la planta urbana fotovoltaica más grande de toda Europa, con más de 6.600 paneles solares que se pondrán sobre los cementerios de la ciudad. Lo que queremos es hacer más sostenibles los cementerios municipales, pero una parte de esa energía que captamos la damos a los barrios. También compartirla con los colectivos más desfavorecidos, es algo de lo que nos sentimos más orgullosos de liderar», concluye García.

Integrar las comunidades energéticas en la ciudad

Para Blanca Pedrola, arquitecta y diseñadora urbana en Kuma Architecture & Urban Design, todo dependerá de que se logre generar una cultura colaborativa entre los integrantes de la ciudad. «Ello pasa por hacer proyectos que tengan éxito y fomentar una cultura de participación a tres bandas entre lo público, lo privado y con la comunidad. Es una formula que conlleva mucha complejidad», asegura.

A nivel de urbanismo, la ciudad lleva sus plazos, explica. Para la arquitecta es necesario que el propósito de lograr una ciudad descarbonizada esté en agenda. Que ciudades como Valencia lo incorporen «desde ya» en su estrategia de cómo va a ser la ciudad en un futuro. De esta forma, asegura, las ciudades serán un gran ejemplo en innovación y contarán con las herramientas para tener éxito.

«Generar esa cultura de participación será fundamental, si existe por parte de las personas miedo a participar en estos proyectos no saldrá adelante. Si demostramos que esta es un apuesta exitosa, tendremos más posibilidades de desarrollar proyectos de este tipo», asegura.

Y concluye: «Bien explicadas, este tipo de tecnologías pueden ser un polo de atracción. Esto se debe a que brindan a la población otro tipo de gobernanza en la que la gente tiene peso en la toma de decisiones. Es una forma de hacer ciudad, por eso es importante el liderazgo de la propia municipalidad. Facilitar la tramitación y realmente hacer que pase de forma planificada será fundamental».

Más renovables, más resilientes, mayor calidad de vida

Hablando de esa reticencia que puede tener la gente a participar de este tipo de comunidades, debemos hablar también de cómo puede afectar a su calidad de vida. En el ámbito doméstico y comercial, ¿cuáles son las medidas más efectivas para reducir el consumo energético sin comprometer la calidad de vida de los ciudadanos?

En los próximos años será fundamental ser capaces como sociedad de generar ese cambio cultural. En esa línea se posiciona Laura Martín, experta en Eficiencia en Usos de la Energía en ITE, quien asegura que «necesitamos hacer un cambio en esa transición ecológica, pero disponemos de herramientas para hacerlo, pese a que partamos de la base de que lo necesario de la cuestión no acaba de llegar a los ciudadanos, algunos de los cuales creen que no pueden ser participes de esa transición».

«En esa línea, indicar y reforzar el impacto real que tienen los edificios en los efectos del cambio climático será clave. Según los datos, suponen un 40% del total del consumo energético, y en torno a un 36% de las emisiones de infecto invernadero», explicó Martín.

«Paralelamente, el 75% de nuestro parque de viviendas es ineficiente en la actualidad, por lo que está claro que debemos dirigir acciones inmediatas a mejorar el uso que se hace de la energía por parte de los consumidores y trabajar en la reforma energética  de los edificios y en concebir nuevas edificaciones en criterios de sostenibilidad. El primer paso que pueden dar los usuarios es la mejora de la eficiencia de los propios edificios bajo criterios de eficiencia energética», finalizó.

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