David Cano, Afi: «En Europa faltan inversores, hay poca predisposición al riesgo»
Europa debe invertir más en tecnología para hacer crecer el sector industrial e incrementar el PIB, lo cual resultará fundamental para posicionarse en el contexto económico y geopolítico internacional. Así lo señalaba David Cano, director general de Afi Inversiones Globales, durante su ponencia en el Congreso Nacional de la Dirección Financiera (Dirfcon’24).
Celebrado en el Centro de Convenciones Norte de Ifema Madrid y organizado por la Asociación Española de Financieros de Empresa (ASSET), este evento ha reunido a más de 1.500 directivos nacionales e internacionales.
Como media partner del congreso, en Economía 3 hemos participado dando cobertura a una de las citas con mayor impacto del sector financiero en España. En ella, cerca de 100 referentes han intervenido para analizar las últimas tendencias, normativas y tecnologías que están transformando la gestión financiera.
Una de las ponencias de mayor expectación ha sido la de David Cano, en la que, ante las preguntas de la periodista Ana Samboal, el experto financiero ha analizado las tendencias y retos actuales de la zona euro en el entorno macroeconómico.
¿Es sostenible el nivel de deuda de las grandes economías occidentales?
El economista advierte sobre el elevado nivel de deuda pública que afecta a la mayoría de los países del mundo, si bien en Alemania, donde la deuda es relativamente baja, se debate la posibilidad de incrementarla para afrontar la reestructuración económica.
Cano explica que el principal problema de la deuda excesiva radica en su carga de intereses. «La regla de oro en economía es que esta carga no supere el 2,5 % o 3 % de los ingresos públicos», detalla. Sin embargo, observa que muchos gobiernos logran sostener niveles altos de deuda gracias a los tipos de interés medios y bajos actuales.
Aun así, alerta que esta situación no puede asumirse como sostenible a largo plazo y que el reto en este sentido «es colosal». El experto señala la necesidad advertir a los estados de que deben reducir el ratio deuda-PIB a niveles de en torno al 80 %.
Entre las razones, destaca la incertidumbre sobre futuras crisis económicas, el incremento del gasto en descarbonización y en defensa —que según asegura debería alcanzar el 2 % del PIB ante el fin del «dividendo de la paz» en Europa— y el impacto de la longevidad y el envejecimiento de la población, los cuales «son caros en términos de gasto público», indica.
El crecimiento como principal vía para reducir la ratio deuda-PIB
Cano señala que una de las estrategias que se contemplan a menudo para disminuir el ratio deuda-PIB es recurrir a un nivel moderado de inflación. Apunta, sin embargo, que esta solución conlleva riesgos políticos importantes. «Gran parte de la clave de por qué los demócratas han perdido las elecciones en EE. UU. tiene que ver con el aumento de la inflación; el ciudadano estadounidense ha penalizado al gobierno por ello», explica.
En el caso de España, Cano resalta que el ratio deuda-PIB se está reduciendo a pesar de que el déficit público no ha sufrido una gran disminución. Esto, indica, se debe al crecimiento del PIB nominal, que ronda el 8 %. «Es tentador, si tu objetivo es reducir el ratio deuda-PIB, tener una inflación más alta, porque es una de las vías que matemáticamente te lo permiten», detalla.
No obstante, advierte que esta estrategia presenta riesgos evidentes. «No dura mucho y te puede costar votos. Es un recurso del cual yo no abusaría ni recomendaría a un presidente del Gobierno utilizarlo», afirma.
Tal y como subraya Cano, «una economía como la española, con un estímulo monetario como el que está viviendo y el que va a venir, debería adoptar una política fiscal restrictiva para evitar que la inflación se dispare». Además, insiste en el consenso existente entre los economistas en cuanto a que «la mejor forma de reducir la deuda y el déficit público es vía crecimiento económico».
Los problemas de la economía alemana
Según Cano, el principal problema de la zona euro lo tiene Alemania, «una economía que tiene un sector industrial de bienes de equipo que se ha quedado obsoleto y que ha perdido mucha competitividad internacional por un encarecimiento de la energía que no estaba previsto».
«Además, ha optado por un mix energético que seguramente ha sido desafortunado y el cierre de la energía nuclear le está costando mucho a la economía alemana», agrega el experto.
La tecnología: el principal motor para incrementar el PIB
Cano expone que el crecimiento potencial de la zona euro debería situarse en torno al 2 %, un ritmo «que todos firmaríamos», aunque inferior al de EE. UU., que podría alcanzar el 2,5 % gracias a su mayor productividad y superior dotación tecnológica.
«El gran motor del crecimiento de la economía de EE. UU. es Silicon Valley. ¡Ay si la zona euro hubiera tenido Silicon Valley!», reflexiona Cano. Según explica, «la gran palanca del crecimiento, lo que te va a permitir un mayor avance del PIB, es la tecnología», como lo demuestra la economía estadounidense, que sigue siendo la líder mundial en este ámbito. «Y ahí es donde dudamos si la zona euro llega demasiado tarde».
Aunque China ha logrado grandes avances y en algunas tecnologías se acerca o incluso supera a EE. UU., Cano destaca que el gigante asiático enfrenta un claro obstáculo en la manufactura y diseño de chips, lo que lo sitúa varios años por detrás de su principal competidor.
Es por ello que China «se ha olvidado de crecer al 10 % e intenta crecer al 5 %, consciente de que ya no puede crecer como lo hacía antes, vía exportaciones o atrayendo industria gracias a los costes de obra más baratos».
En cuanto a Europa, el experto reconoce una posición de liderazgo en ámbitos como las energías renovables y el hidrógeno verde, pero advierte que estos, al menos de momento, no otorgan una ventaja competitiva. De hecho, más bien generan «una desventaja competitiva» que los estímulos monetarios, como los tipos de interés bajos, no pueden resolver, ya que «no son suficiente para desarrollar sectores clave como la manufactura de chips».
Entre China y EE.UU: «Europa va a tener que elegir»
En el juego de dependencias y dinámicas de poder entre China y EE.UU, ¿cuál es el escenario más probable? ¿En qué lugar quedará Europa? ¿Qué papel va a desempeñar el pacto verde? Según Cano, este «Trump 2.0» será más pragmático, dado que «ya ha estado en el gobierno y sabe que muchas de las medidas que dices en campaña luego hay que ejecutarlas».
La elección como secretario del tesoro de Scott Bessent, proveniente de Wall Street, se interpreta de manera positiva, ya que «es una persona pragmática con experiencia en los mercados financieros». Por ello, Cano anticipa que las medidas más agresivas, como la imposición de aranceles, probablemente no serán tan fuertes, ya que estas llevarían a corto plazo a la inflación, que fue uno de los factores clave en la reciente derrota demócrata.
En cuanto a la relación con Europa, Cano asegura que las políticas de EE. UU. pueden percibirse como un «arma de negociación» para presionar al continente a aumentar su gasto en defensa. Según resalta el economista, con las medidas planteadas, Trump le está diciendo a Europa: «Si quieres que seamos aliados, no te queda más remedio que hacer lo que yo hago tal y como yo digo».
En este sentido, alerta que Europa se enfrenta a una difícil elección entre seguir el modelo estadounidense o acercarse a China, ya que EE. UU. busca imponer su visión sobre el nuevo orden mundial. Aunque uno de los puntos fuertes de Europa es su estado de bienestar y su nivel de vida promedio, superior al de EE. UU., «es necesario reflexionar sobre el coste económico de este modelo frente a la creciente presión de EE. UU»., apunta el economista.
Hacia una Europa industrial: principales retos. ¿El Plan Draghi es la respuesta?
Según explica Cano, del informe Draghi se desprende que, debido al alto nivel de deuda pública, los estados no pueden asumir por sí mismos las inversiones necesarias para el futuro. Aunque el informe no especifica si la financiación debe ser pública o privada, implícitamente señala que el sector privado tiene dificultades para movilizar los recursos requeridos.
Para el especialista, los retos de financiación que enfrenta Europa tienen que ver esencialmente con una falta de cultura inversora: «En Europa hay ingenieros y hay un cierto interés por innovar, no creo que ese sea el problema, pero faltan inversores. Hay un exceso de ahorro y poca predisposición a asumir riesgo».
El economista también compara la situación europea con la de EE. UU., donde «es mucho más normal que un ciudadano normal y corriente esté predispuesto a coger su dinero y asumir riesgos por él». En Europa, a pesar de contar con un exceso de ahorro y un superávit en la balanza por cuenta corriente, ese capital no se destina a proyectos arriesgados. El financiero resalta que es necesario que Europa esté dispuesta a asumir ese riesgo para impulsar la innovación y el crecimiento.
El economista considera que, aunque el entorno regulatorio de EE. UU. sea más laxo que el de Europa, la verdadera barrera europea radica en la falta de disposición a asumir riesgos. «Los inversores no lo achacan tanto a los incentivos fiscales o al marco regulatorio, sino al miedo a perder», explica Cano, que aboga por fomentar una mayor inversión y promover un entorno más amigable para la inversión en riesgo.
«En startups debemos invertir los ahorradores, no los bancos»
Cano propone que el Estado juegue un papel clave como palanca para fomentar la inversión en startups, especialmente mediante la creación de fondos de inversión conjuntos con capital privado.
Según explica, «el Estado podría comprometer una cantidad y los agentes privados otra, lo que permitiría que los ciudadanos, a través de vehículos como los fondos de pensiones, participen indirectamente en el capital riesgo». Este modelo permitiría a pequeños ahorradores invertir en empresas emergentes, como startups españolas, mediante sus fondos de pensiones.
También enfatiza que lo que realmente falta no es financiación, sino capital. En este sentido, defiende que los bancos no deben asumir el riesgo de invertir en el capital de una startup, ya que esto comprometería su solvencia. «No podemos pedirle a los bancos que tengan fondos propios fuertes para garantizar nuestros depósitos y, al mismo tiempo, asumir riesgos invirtiendo en startups», señala.
Para Cano, la clave está en que los ahorradores cambien su mentalidad y estén dispuestos a asumir riesgos si se quiere reducir el ratio deuda-PIB y desarrollar la industria.
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