Martes, 07 de Mayo de 2024
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Manuel Conthe y J.R. Rallo reflexionan sobre la actualidad política y económica

Manuel Conthe y J.R. Rallo reflexionan sobre la actualidad política y económica

Aprovechando el encuentro de Diálogos para el Desarrollo organizado en València por Management Activo bajo el patrocinio de Crédito y Caución, Seidor y Up Spain, Economía 3 habla con el expresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Manuel Conthe y el mediático doctor en Economía y licenciado en Derecho, Juan Ramón Rallo.

La trayectoria de Manuel Conthe es muy amplia, en su paso, anterior a la CNMV, por el Ministerio Economía y Hacienda fue director general de Transacciones Exteriores (1986-1987), director general del Tesoro y Política Financiera (1988-1995), secretario de Estado de Economía (1995-1996) y consejero económico en la Representación de España ante la Unión Europea. Asimismo, ha sido vicepresidente para el sector financiero en el Banco Mundial (1999-2002), entre otros puestos de responsabilidad.

Por su parte, el mediático Juan Ramón Rallo es profesor de Economía en la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala), en el centro de estudios OMMA (Madrid), en la IE University y en la IE Business School. Colabora con numerosos medios de comunicación y ha impulsado su propio canal de podcast.

Juan Ramón Rallo

Juan Ramón Rallo

– Juan Ramón, ¿el parón electoral y el retraso en la formación de Gobierno puede estar afectando a la dinámica económica?

J.R.R: Creo que es relativamente irrelevante. De hecho, incluso un bloqueo político si paraliza malas decisiones políticas puede ser hasta beneficioso. En 2015/2016 tuvimos nueve meses de inactividad política y la economía lo hizo mejor de lo que se esperaría sin ese bloqueo. Yo creo que ahora mismo, las incertidumbres que hay en el horizonte económico vienen más de fuera que de dentro, aunque desde luego, se pueden alimentar las internas.

– ¿A qué se deben esas incertidumbres?

J.R.R: Sobre todo, al contexto de altos tipos de interés que trastoca las bases del crecimiento económico de los últimos años. Invita a las economías a buscar nuevos modelos productivos, menos intensivos en financiación y en capital. Eso a nosotros nos afecta con cierto rebote, porque España es una economía muy intensiva en servicios, y hasta cierto punto, de bajo valor añadido. Por tanto, no muy intensiva en financiación. Pero si se empiezan a frenar otras economías de nuestro entorno, a nosotros nos llega de vuelta el efecto, con un menor gasto turístico, por ejemplo.

Si a esto añadimos problemas internos de exceso de deuda pública, sumado a altos tipos de interés, las consecuencias pueden ser negativas.

– Pero, Juan Ramón, las expectativas de crecimiento para España están aumentando, aunque recalcas que España es el país de la zona euro que peor ha salido de la crisis…

J.R.R: Las expectativas han mejorado porque estas estaban muy rebajadas. Se hicieron en un momento de precios de la energía muy altos; mientras que en este primer semestre hemos tenido precios de la energía bastante bajos, lo que ha impulsado el crecimiento. El año pasado crecimos por encima del 5 % pero este año rondaremos el 2,3 %-2,5 %, y probablemente en 2024 crezcamos menos.

Por tanto, la trayectoria es descendente, aunque las expectativas se hayan revisado al alza. No obstante, no es una trayectoria descendente sólo de España, el conjunto de la economía global se está frenando.

– Manuel, hablemos de política monetaria… ¿Hemos tocado techo?

M.C.: Creo que los tipos de interés, tanto en la zona euro como posiblemente en Estados Unidos, han llegado a un tope, no es previsible que suban más. Si bien, es verdad que se espera que el tipo oficial del BCE se mantenga en el 4,5 % durante cierto tiempo, hasta que la inflación baje a ese objetivo del 2 %.

Manuel Conthe

Manuel Conthe

– ¿Puede tener un efecto adverso en la economía?

M.C.: Creo que el BCE está consiguiendo un aterrizaje suave, tras la explosión inflacionista que hemos visto hasta marzo, gracias a la actuación rápida de la política monetaria se está conteniendo. Además, España está creciendo más que la zona euro.

Mientras se espera que esta crezca un +0,8 %, España lo hará por encima del 2 %, como decía Juan Ramón. Con lo cual la situación, salvo que haya cisnes negros imprevistos, no es preocupante. Creo que la economía española está razonablemente bien dadas las circunstancias.

– ¿Cómo quedará la inflación?

M.C.: Creo que en España acabaremos el año entre el 3 y el 4 %, pero por debajo de la zona euro. Por eso, se comprende que en el seno del BCE haya ‘halcones’ que reivindiquen que el objetivo fundamental del BCE sea reducir la inflación, por encima de todo, y en ese objetivo no nos podemos eternizar.

El año que viene, la inflación en el conjunto de la zona euro estará más cerca del 3 que del 2 % y será en 2025 cuando el BCE logre doblegar la curva hasta el 2 %. Pero la expectativa de ese objetivo está muy presente y eso es bueno porque sirve para moderar los tipos de interés, especialmente a largo plazo.

– Háblenos de las asignaturas pendientes de nuestro país…

M.C.: El ajuste fiscal. Seguimos con un déficit público estructural muy fuerte. Cerró 2022 en el 4,8 % del PIB, mayor incluso que en 2021. El año que viene está previsto que vuelvan las obligaciones de las nuevas reglas fiscales de la Unión Europea; un ajuste gradual, pero continuo, que exigirá cierta disciplina sobre todo en el gasto, porque las reglas fiscales van a estar basadas en la tasa de crecimiento del gasto público; y esa disciplina ni es popular ni es fácil políticamente lograrla.

Pero no sólo la Administración central, sino las administraciones territoriales, comunidades autónomas y corporaciones locales deben colaborar a que baje el déficit público y con ello la deuda pública. Las normas fiscales son necesarias en las democracias, al haber una competencia electoral entre partidos, que provoca una tendencia espontánea al déficit y al endeudamiento.

– En este sentido, una de las bazas para España es la de ‘sacar del gasto’ ciertas inversiones…

M.C.: Es una de las ideas que incorpora la propuesta de la CE: dar mayor flexibilidad en función de la composición del gasto público. No es lo mismo un gasto corriente orientado a las retribuciones o pensiones –cuya relación con el sistema productivo es menos directa–, que un gasto orientado a inversiones. Por ejemplo, pensemos en los retos de la transición digital o energética.

No obstante, recalco que es urgente el ajuste fiscal, porque tenemos una importante vulnerabilidad por el alto nivel de deuda pública que hemos acumulado. Una economía no puede estar permanentemente conectada al déficit.

Otra de las asignaturas pendientes es aprovechar bien el flujo de los fondos europeos de los planes de Recuperación y los fondos Next Generation para dinamizar no sólo a las grandes empresas y administraciones, sino también a las pymes, además de poner el sistema educativo al servicio del modelo productivo.

-Juan Ramón, ante ese reto del ajuste fiscal, ¿qué urge al Gobierno?

J.R.R.: El déficit se cuadra subiendo impuestos o bajando gastos, o haciendo las dos cosas. Este Gobierno no parece que quiera recortar los gastos. Más bien saca pecho por haber aumentado sostenidamente el gasto. Hoy tenemos más gasto que durante la pandemia, lo cual es una situación descabellada porque no tiene sentido que se convierta un gasto extraordinario en ordinario. De modo que sólo nos quedan las subidas de impuestos desde la perspectiva ideológica de este Gobierno con el objetivo de reducir el déficit y cuadrar las cuentas.

Es a lo que parece que vamos, de momento, el Gobierno ya ha filtrado que va a subir el IVA –va a revertir la bajada, es decir, va a subir el IVA– de los alimentos básicos, de la electricidad y del gas a partir del 1 de enero. También va a restablecer el impuesto extraordinario a la electricidad y, probablemente, veamos otros movimientos en la misma línea.

También ha avanzado que el impuesto a las grandes fortunas que, en principio iba a tener un carácter transitorio extraordinario durante dos ejercicios, se va a convertir en permanente. Es decir, vemos la creación de nuevas figuras impositivas y su consolidación. En concreto, se apuesta por subir más los impuestos para cuadrar las cuentas en un contexto en el que no acompaña el crecimiento económico.

– ¿Han subido salarios y beneficios en el mismo orden?

M.C.: Ha habido una pérdida neta del poder adquisitivo de los salarios porque no han subido en la misma cuantía que la inflación. Pero ahora precisamente es una de las cosas que puede ocurrir. En la medida que haya simultáneamente crecimientos de la productividad de las empresas, esas subidas de salarios reales, si no son excesivas, tampoco deberían poner en peligro el objetivo de inflación ni exigirán nuevas subidas de tipos de interés.

– ¿Algunas fortalezas de nuestra economía?

M.C.: Tenemos un sector exportador que lo está haciendo muy bien, con un superávit de la balanza de pagos por cuenta corriente de casi el 3 %. Este hecho quiere decir que las empresas españolas en su conjunto son competitivas. Así como el endeudamiento público, es muy alto; el endeudamiento de las familias y empresas ha ido decreciendo. De hecho, muchas familias están reembolsando anticipadamente sus préstamos hipotecarios.

Tampoco tenemos como antes de 2008 una burbuja inmobiliaria que pendía como una espada de Damocles sobre la economía. O sea, que, no diré que estamos razonablemente bien, porque el paro sigue en un 12 % (y a pesar de ello tenemos cuellos de botella y falta de especialistas y técnicos en muchas industrias), pero podemos ser moderadamente optimista.

– Sobre el tejido empresarial valenciano, ¿alguna recomendación?

J.R.R.: Las empresas de la comunidad necesitan crecer para poder incrementar la productividad, invertir más internamente y capacitar a sus trabajadores. Sin embargo, el crecimiento empresarial está, hasta cierto punto, limitado u obstaculizado por el funcionamiento del mercado de capitales y en Valencia no existe un mercado desarrollado justamente, ya que los mercados están desarrollados para empresas muy grandes.

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